· D i e c i n u e v e ·

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🎶 Dress 🎶

"Even in my worst lies, you saw the truth in me"


El viernes por la tarde voy a casa de Beth para cuidar de Sophia tal y como prometí. Sigo sus indicaciones en la línea de metro, pero resulta que apenas vive a tres paradas de distancia. Su edificio tiene el mismo aspecto por fuera que el mío, pero el interior está bastante más descuidado y el ascensor no funciona. Por fortuna ella vive en el segundo.

Llamo a la puerta y en seguida la escucho gritar.

—Ahora va, ¡un momento!

Cuando la abre ya lleva puesto su uniforme del Roller Burger. Se está atando el pelo en una coleta y tiene las mejillas encendidas. Puedes decir que está teniendo un día complicado con solo un vistazo. Aún así, se las ingenia para sonreírme.

—Hola —saludo.

—Gia, gracias por venir hoy.

Se hace un lado y me invita a pasar. Este piso tiene paredes altas, mucho más que el mío. Lo puedo notar en el pequeño recibidor que hay a la entrada, donde apenas tiene un pequeño mueble con una cestita para las llaves, dos paraguas y un perchero lleno de chaquetas y abrigos. Las de adulto de colores apagados se mezclan con las llamativas de niño.

—Sophia está entretenida con unos libros. Ven, que te enseño el piso, aunque tampoco creo que te vayas a perder.

Es claramente una broma, y lo confirmo cuando atravesamos el pequeño pasillo que da únicamente a tres puertas. Debe medir lo mismo que mi apartamento, pero al no tener concepto abierto parece más pequeño.

—Esta es la cocina, he dejado una bandeja de macarrones con queso que solo hay que calentar en la nevera. Puedes tomar de beber todo lo que quieras, pero por favor, no le des azúcar a Sophia después de las cinco o será incapaz de dormir.

Después señala una puerta que hay al lado, la de la sala, y finalmente la del fondo. Es la habitación. La niña está tumbada en una cama de matrimonio, mirando ensimismada un libro. Levanta la cabeza en cuanto nos escucha pasar.

—Soph, mira quién ha venido a cuidarte esta noche.

—¡Gia! —Exclama la niña, pero parece haberse aprendido bien mi nombre.

Salta de la cama dejando el libro a un lado y corre a nuestro lado. Me da un abrazo y en seguida Beth se agacha a su altura y la coloca bien los botones que ha desabrochado de la chaqueta.

—Todavía no sabe leer del todo, pero para tener cuatro años es increíble. Mi pequeña ardillita inteligente.

Sophia se ríe, y luego nos deja para regresar a la cama. Me doy cuenta de que hay otra puerta más en la habitación.

—Eso de ahí es el baño —me explica Beth—. El sitio no es muy grande, así que compartimos habitación y dormimos juntas. Me gustaría mudarnos, pero encontrar un sitio económico y aceptable en esta ciudad... es de locos.

—No lo jures —admito.

Beth atraviesa la habitación hasta un pequeño mueble y saca un par de pendientes que se coloca mientras regresa hacia mí.

—Si tienes cualquier problema llama al Roller, estaré atenta. En los cajones de la mesita están todos los documentos necesario si hay algún problema y dinero por si necesitas coger un taxi.

—Es una noche de peli y macarrones con queso, lo pasaremos—le digo, porque la noto preocupada.

—No la dejes quedarse despierta hasta más de las ocho aunque insista, ¿vale? O se le pasará la hora y luego no será capaz de dormirse.

Un Inesperado NosotrosWhere stories live. Discover now