· V e i n t i s é i s ·

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—Adoro los rollitos de primavera.

Le doy la razón mientras mastico el que me he pedido para mí. Al final hemos puesto una reality sobre famosos en la televisión de la cocina mientras nos hinchamos a comida.

El piso de Ronan es bastante diferente al mío. Por dentro está remodelado con colores cálidos y estilo minimalista. Muebles blancos y lisos con contraste en negro. Sin embargo él ha dado su toque llenándolo todo de plantas.

Tiene una cocina muy pequeña, donde estamos cenando, y un salón increíblemente grande que da al balcón, también lleno de plantas. Incluso cuenta con dos habitaciones. La más pequeña la usa de estudio. Está llena de libros sobre veterinaria y apuntes de cursos a los que va, ya que le gusta seguir actualizándose.

También hay juguetes de gato. Muchos juguetes de gato. Nigiri tiene un túnel que hace ruido cada vez que pasa por él, dos camas, unas cuantas pelotas con sonidos y un ratón de peluche muy realista que me hizo chillar al verlo.

Ahora mismo está resguardada en lo alto de un rascador de por lo menos dos metros situado frente a la ventana del salón. Desde la puerta de la cocina podemos verla.

—Normalmente es más cariñosa, pero no te conoce y quiere guardar su espacio —me explica Ronan.

Sin embargo parece no haber mejor receta que la mezcla entre la comida y curiosidad para llamar la atención de un gato, porque al poco tiempo de abrir el tupper donde está el pollo con almendras escucho un golpe en la sala.

Nigiri ha saltado desde lo alto del rascador y viene hacia nosotros.

Se para en la puerta y me observa con los ojos muy abiertos. Quiero extender la mano para acariciarla pero Ronan me advierte que es mejor que siga comiendo.

—Cualquier movimiento que no se espere puede asustarla. Ella se acercará a ti en cuando sienta confianza.

Y no tarda mucho en hacerlo. Se mueve pegada a la pared hasta llegar a la mesa. Primero soba su cuerpo contra las patas de la silla y luego lo hace en mis propias piernas, marcándome con su olor.

Al poco rato salta sobre la mesa y va directa al plato de Ronan. Él deja que huela su comida y luego la aparta con suavidad. Después de eso baja a comer a su cuenco con pienso que está cerca de la mesa.

Ronan la mira con cariño, pero hay un poco de tristeza en su sonrisa. Lleva así desde que he llegado esta noche. Tras pensarlo un momento, me aclaro la garganta y dejo a un lado la comida para preguntar:

—Oye Ronan, ¿estás bien?

Deja de mirar a Nigiri y suspira.

—Esta mañana ha sido bastante dura en la clínica.

—¿Mucho trabajo?

Sin embargo, sacude la cabeza en negativa.

—Han traído a un perro para dormirlo.

—Oh...

—Es la parte más difícil de mi trabajo, pero toca hacerla. Nunca terminas de acostumbrarte a ella y el caso de hoy en especial ha sido muy duro. Era un perro muy mayor, con muchos dolores. Sus dueños no han sido capaces de entrar con él.

Ronan vuelve a mirar a Nigiri, que sigue comiendo. Los ruidos de sus dientes rompiendo el pienso seco resuenan por encima de la televisión, que no está muy alta.

—Me parte el alma cuando eso sucede, porque el perro los busca en sus últimos momentos. Quiere estar con las personas a las que quiere, pero en vez de eso solo está con nosotros. Tratamos de reconfortarlos, pero no es lo mismo.

Un Inesperado NosotrosWhere stories live. Discover now