Werner era un viajero experimentado, aunque no tanto como el kraken, y ya acostumbrado a guiar a una familia muy grande, no le era muy difícil hacer lo mismo con los viajeros. Por este motivo, el inicio del viaje fue bastante sereno, y a pesar de las circunstancias en que habían dejado al tío Google, Solveig se fue sintiendo más tranquila.

Anémona también se sentía un poco más relajada, ya que Yngve se había quedado en Toivonpaikka para pasar tiempo con su hermanito, y como aún podían invocarlo por medio de su cabello, sería bastante eficiente como mensajero si es que era necesario, tanto si desde la isla pidieran la ayuda de la sirena, como si durante el viaje requerían a un hechicero más.

Así que, como en las anteriores travesías, la familia podía admirar los paisajes por donde nadaban y detenerse a comer, jugar y descansar sin preocuparse por nada. Aunque, Solveig no tardó en notar que la dinámica entre sus hermanos había cambiado. Ina y Viggo, ya que seguían con su proyecto de creación de sistemas de escritura, no jugaban entre sí ni con los dos hermanos mayores tanto como antes, así que los momentos de descanso eran un poco más aburridos. Y Delph pasaba más tiempo perdido con Aren que jugando con ellos, incluso a veces no llegaba a tiempo para cantarles antes de que durmieran, lo que ya no era cómodo, sino un poco inquietante, debido a que estaban en zonas que no conocían tan bien como los alrededores de su barco-casa.

Era un poquito extraño para Solveig acomodarse por completo ante estas nuevas actitudes de sus hermanos, y ya que no se relacionaba mucho con sus primos ni tenía ganas de hacer nuevos amigos entre los niños y niñas de otras familias viajeras, esta vez estuvo más tiempo acompañando a sus papás o a sus abuelos cuando no tenía forma de continuar con alguno de sus estudios y experimentos mágicos. Además, cuando llegaban a algún lugar donde habitaba o estaba de paso alguno de los demás hechiceros del mundo submarino, la sirenita no perdía tiempo en decirles que ella era la aprendiz del tío Google, y como todos ellos estaban informados al respecto, no dudaban en enseñarle lo que pudieran sobre cualquier tipo de magia.

Así pues, a pesar de lo largo del viaje y de que por ello podrían contarse varias anécdotas, hay que resaltar tres sucesos: el primero, sucedió una tarde, cuando se habían detenido para comer y descansar. Era una de las pocas veces que Delph y Aren regresaban temprano, y tal vez porque no estaba tan cansada o quizá por la mejor luminosidad, pero en ese momento fue que la sirenita notó que su hermano llevaba las muñecas adornadas con algas, de la misma manera en que las usaban Werner, Ari, y otros tritones. Aren no las usaba, pero sí llevaba puesta su capa, la cual tenía tiempo sin vestir. Le tomó unos segundos a Solveig entender qué significaban: —¡El ritual de boda! ¿Cuándo lo realizaron?

Aren desvió la mirada, sonrojado, mientras Delph rió suavemente y contestó: —Hace tres semanas, hermanita. ¿Cómo no lo habías notado?

Solveig se cruzó de brazos: —¿Cómo esperabas que lo notara si se desaparecen todo el día? Aunque, ahora tiene más sentido que lo hagan… creo…

A decir verdad, Solveig no entendía por qué cuando una pareja se casaba, empezaban a alejarse un poco más de sus familias originales. Y no le agradaba tanto esa idea; aunque en casos como el de esos dos era molesto verlos coquetear, en su mente, no había nada que justificara que se apartaran de sus padres y hermanos. A veces pensaba que no le gustaría casarse nunca. Y aun así, el asunto le empezó a causar curiosidad.

Después de observar mejor a los dos muchachos, la sirenita empezó a cuestionar a su hermano sin parar: —¿Por qué sólo tú estás usando algas en las muñecas, si los dos son chicos? ¿Y por qué se alejan tantas veces de nosotros? ¿Y por qué …acaso esas marcas son de tus dientes? ¡No deberías jugar tan bruscamente, se supone que lo quieres! Y están en tantos lados...

—¡No preguntes tanto! —se quejó Aren, ocultando su enrojecido rostro tras sus manos.

Delph tomó a su esposo de los hombros, intentando tranquilizarlo, y respondió a su hermanita: —Eso es algo que decidimos… cuestión personal. Nos alejamos para no molestar a los otros viajeros. Y sí, son mis dientes. Verás, hay algo que se llama “agresión tierna”, es una reacción común en algunas situaciones…

Solveig se esforzó, mas seguía sin entender nada, y estaba molesta por ello. —¡Bien! Los felicito, pero prefiero que no me vuelvan a importunar hasta que dejen de comportarse como unos locos —exclamó, y nadó para buscar a su mamá.

El joven tritón se sintió un poco triste por la reacción de su hermanita, pero prefirió esperar a que se calmara por sí misma. Cuando fuera más grande, lo entendería… o eso esperaba.

El segundo suceso fue dos meses más adelante. Solveig cumplió quince años, así que podía empezar a nadar por donde quisiera sin que alguien mayor la acompañara, y también podía pasar tiempo en la superficie, ya que su sistema respiratorio debía haber madurado lo suficiente. Sin embargo, aunque respirar aire ya no le dolía como cuando era pequeña, ella no tenía ningún interés en lo que había fuera del agua.

Por más que su hermano, y sus tíos y primos le hubieran contado que era divertido saltar en las olas junto con los delfines y los peces voladores, o subir y bajar aferrados al lomo de alguna ballena, lo único que la sirenita consideraba que podría gustarle sería ver las estrellas con más calma, pero para que fuera interesante necesitaría la compañía de Muntu, y a él aún le faltaba otro año para poder salir a la superficie cuando quisiera. Así que Solveig no visitó la superficie, prefiriendo comenzar a explorar un poco por su cuenta en las profundidades.

No se alejaba mucho ni por largo rato, pero al menos comenzó a comprender por qué era emocionante nadar sola. Y también pudo viajar con sus portales al Alcázar del Pandemónium sin miedo de que otros hechiceros la regañaran por ello. De hecho, pudo asistir a varias de las reuniones que había allí, aunque se aburría rápido y regresaba con su familia después de saludar al Kraken, quien seguía ocupado en deshacer el hechizo sobre Dianthe.

Supongo que, a todo esto, se preguntarán qué pasó con Muntu. Y eso es lo que veremos como el tercer suceso.

A pesar de que él y Solveig seguían en contacto, y de que ella ya podía viajar más libremente, aún no se sentían seguros respecto a Ahkona y Osun. Por suerte, Ina y Viggo pudieron terminar la creación de sus sistemas de escritura, así que los dos aprendices comenzaron a utilizar el que había sido creado por Ina para enviase mensajes a través de los espejos. De esta manera, cuando no podían llamarse o ya se habían cansado de hablar, podían continuar comunicados. Y ya que Solveig estaba aprendiendo mucho más sobre la magia durante el viaje, gracias a los hechiceros marinos, ella aprovechó la escritura para pasarle información a Muntu de una manera más discreta que cuando hablaban.

No fue una sorpresa muy grande que los hechizos y en general los conocimientos que tuvieran relación con la astronomía fueran los que más le interesaron a Muntu. El niño parecía tan atraído por el cosmos que en ciertos momentos Solveig se preguntaba si no sería él la verdadera estrella caída, como la había apodado a ella. Sin embargo, cuando se lo comentó, Muntu se rió y contestó: —Tal vez. Pero me siento más como una nebulosa.

—¿Qué rayos es eso? — preguntó ella.

—Una nube de polvo estelar que aún no se ha condensado para formar una verdadera estrella.

—Qué curioso. ¿Y por qué te sientes como una nebulosa?

—Porque tú eres un poco más grande y sabes más que yo, así que cuando aprendo de ti, es como si me dieras material para condensar mi magia, pero todavía no llego a ser una estrella como tú.

Normalmente, Solveig alardearía de un elogio tan grande, pero esta vez percibió cierto tono un poco extraño en la manera en que Muntu lo dijo. Casi se parecía a cuando Delph halagaba a Aren, lo que le dio ñañaras a la niña sólo de recordarlo.

Se sacudió la idea de la cabeza lo más pronto posible, y respondió: —Entonces, desde ahora te diré así, nebulosa.

El pequeño tritón rió, y asintió.

Hubo más cosas que se podrían narrar por horas y horas, pero vamos a saltar un poco más en el tiempo, a cuando ya casi se cumplirían dos años desde que inició el viaje. En el Alcázar del Pandemónuim, el tío Google sentía que faltaba poco para lograr liberar a Dianthe del hechizo, y notificó a su pequeña aprendiz sobre esto. Se acercaban tiempos oscuros, así que debían prepararse para los problemas.

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Por si no lo sabían, Solveig es una persona del espectro arromántico asexual, así que por eso se le hace un poco difícil entender esos temas

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Por si no lo sabían, Solveig es una persona del espectro arromántico asexual, así que por eso se le hace un poco difícil entender esos temas.

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⏰ Last updated: May 06 ⏰

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El astro de las profundidadesWhere stories live. Discover now