Al cabo de ocho meses, ya casi todos habían dejado de preocuparse por lo que habían olvidado. Hubo otras reuniones de hechiceros en distintas sedes, hubo tormentas y días de sol y arcoíris. Solveig era de los que todavía se preocupaba por tratar de recordar, sobre todo porque cuando podía hablar con Muntu o se visitaban, ambos empezaron a notar que Ahkona y Osun habían olvidado no sólo los sucesos del Alcázar del Pandemónium, también lo que sucedió en el día anterior.

Debido a esto, Muntu tomó una decisión bastante difícil: no les contaría que tenía un don para ver lo invisible y las ilusiones. Tal vez era un miedo infundado, pero él creía que si se los contaba, de alguna manera el villano que los había hecho olvidar se enteraría y perderían esa ventaja. Así que el asunto quedó como un secreto entre Muntu, Solveig y el tío Google.

Para el resto de la familia de Solveig, todo pareció ir en calma. Como no asistieron al juicio no habían sido afectados, pero por eso mismo tampoco podían saber qué era lo que había pasado.

Realmente, el más despreocupado, o más bien distraído, era Delph. Solveig siempre había sabido que la manera en que su mamá y papá se miraban uno al otro era diferente a como los miraban a ellos o a las demás personas. Ese mismo tipo de mirada la tenían sus abuelitos, sus tíos y muchas otras parejas. Ahora, su hermano estaba demasiado enamorado de Aren, se notaba que lo miraba de esa misma manera tan peculiar, y el híbrido, aunque a veces se quejaba, también lo veía de esa forma. La niña intentó acostumbrarse, pero ver a Delph todo el tiempo con esa actitud coqueta le estaba empezando a cansar.

Para su suerte, la pareja empezó a salir de la casa durante varias horas cada día, así que el tiempo que tenía que verlos disminuyó cómodamente. Incluso si cuando regresaban hacían ruido con sus risas o hablando de las cosas que habían visto o con Aren quejándose de cansancio, era un precio justo saber que la habían pasado bien estando lo suficientemente lejos de casa para no incomodar con ese flirteo incesante.

Era extraño cómo cambió todo desde que Aren apareció, ahora Delph era quien colmaba la paciencia de Solveig. Y más aún porque ella era la única incómoda con eso. A los demás les daba igual.

También durante ese tiempo, Ina y Viggo cumplieron ocho años, y aunque seguían siendo muy inquietos, también empezaron a formar su propio camino. Una noche, decidieron que debían inventar un sistema de escritura para no olvidar las historias que sus abuelos, padres, tíos y hermanos mayores les cantaban, pero también sentían curiosidad por los intentos de historias que Aren intentaba relatar, y que no era seguro que fueran verídicos. Así que comenzaron un proyecto bastante ambicioso, donde Ina se ocupó de inventar un lenguaje escrito para las historias de las sirenas, y Viggo creó uno para las historias que venían de otras especies."

—¿Como en el idioma japonés, donde el hiragana se usa para las palabras japonesas y el katakana para las palabras que se adaptaron desde otros idiomas? — interrumpió un niño, de los mayores de la audiencia.

—Exactamente, esa es una excelente comparación — respondió el narrador.

"Así que con respecto a los hermanos de Solveig, todo estaba bien. Incluso con Yngve las cosas mejoraron.

El ghoul de agua se pasaba casi todo el día desaparecido, pero había ratos en la noche en que llegaba aunque nadie lo llamara. No hacía nada, sólo escuchaba las historias; parecía que aunque extrañaba tener un hogar, no sabía cómo acercarse, ya que las interacciones de esta familia eran demasiado tranquilas e inocentes para lo que estaba acostumbrado.

Un día, Yngve, animado por las noticias sobre su hermanito Lura, que Aren le daba cada que iba a visitar Toivonpaikka, decidió ir a visitarlo.

Delph y Aren habían dejado al niño bajo el cuidado de Nilsa y Helge, los amigos y ex guardias del joven híbrido, así que visitaban la isla a menudo, y llevaron al ghoul a reencontrarse con él.

El astro de las profundidadesWhere stories live. Discover now