Antes que nada, hay que tener claro un par de conceptos bastante útiles de aquí en adelante: primero, el de la vida después de la muerte, y segundo, el de las maldiciones familiares".

Uno de los niños que escuchaba la historia levantó su mano con entusiasmo: —¡Yo me sé la primera! ¡Déjenme explicarla!

El narrador asintió, y todos prestaron atención al pequeño: —La cosa es que algunas personas cuando se mueren, pueden revivir, pero como otros seres, dependiendo de por qué se murieron y para qué necesitan revivir. Entonces hay muchas especies que existen por eso.

—Ajá, así es como surgieron los silfos, por ejemplo — dijo otra niña, un poco mayor.

Un tercer niño preguntó: —¿Y de qué se tratan las maldiciones familiares? ¿Y qué tienen que ver con lo de las especies mágicas?

El narrador intervino: —Pues, porque la razón por la cual las especies mágicas que surgieron de los humanos fallecidos es por un efecto de la mayor parte de los hechizos, en el cual, si estos no se deshacen mientras la persona bajo sus efectos está viva. Mas en la mayoría de los casos no se llega a tanto, pues aunque todos los hechizos están hechos para persistir a través de tiempo indefinido y se transmiten de manera familiar, es común que, si no se rompen por acción del principal afectado, sí sea roto por una, máximo dos generaciones después. Bajo estas condiciones es que resulta poco frecuente la creación de nuevas especies mágicas, pero no es imposible.

—Entiendo, por eso en el caso de las sirenas, ya que el hechizo que les pusieron a la primera generación fue más una ventaja que una desventaja, continuaron bajo él voluntariamente, hasta que llegaron a ser una especie mágica — dijo una de las niñas.

El narrador asintió: "Perfectamente bien explicado. Me impresionas; tus papás deben estar orgullosos. Y con esta información es que podemos explicar lo siguiente: Las sirenas, al ser ya una especie por mérito propio debido a su antigüedad, al igual que otras, como los dragones o las hadas, pueden dar lugar a originar seres como las espumosas, las cuales sin embargo son bastante frágiles como para constituir por sí mismas otra especie mágica de consideración. Pero por esto mismo, están en la misma jerarquía que los ghouls, la especie a la que ahora pertenecía Yngve. Ya sabiendo esto, podemos continuar de mejor manera.

Solveig se acercó a Yngve, sin miedo, y le habló: —Si lo que Aren nos contó de ti es cierto, entonces puedes ayudarnos.

El ghoul la miró por un instante antes de volver a girarse hacia Aren: —¿Qué les dijiste de mí?

—Nada que no fuera cierto — respondió el híbrido, encogiéndose de hombros.

Yngve regresó su vista a la sirenita: —¿Qué quieres?

—Que nos ayudes a investigar por qué hay espumosas con más frecuencia que antes.

 —¿Y yo para qué les voy a ayudar con eso? 

—Pues porque tú tienes más posibilidad de acercarte a ellas sin que se disuelvan.

—Ajá, pero ¿yo qué gano? No es un hechizo, pero no es algo que haré gratis.

Solveig simplemente se volteó hacia Aren y dijo: —Tenías razón, no es tan fuerte para hacer magia más avanzada.

El híbrido entre abrió la boca para responder, pero Yngve fue más rápido: —¡¿Qué tiene qué ver una cosa con la otra?! Para que veas, te voy a demostrar que puedo con las espumosas y con los hechizos, charal impertinente —. Y enseguida, se cruzó de brazos y desapareció, aunque apenas un instante después reapareció y le aventó una bolsita a Aren, desapareciendo otra vez.

El astro de las profundidadesWhere stories live. Discover now