Quince minutos duraron como tres inviernos en el ánimo de Solveig, hasta que un portal apareció en medio del agua, transportando allí a Muntu junto con sus papás.  

Como es lógico, la familia de la pequeña hechicera se sorprendió, no tanto por verlos llegar, sino por descubrir que había dos Ahkonas. Desconcertados, miraron varias veces a uno y otro, sin poder encontrar más diferencia que la de que uno estaba despierto y el otro no.

La segunda familia también estaba muy impresionada con lo que veían. Sólo fue hasta que Muntu se acercó a Solveig para decirle: —¡Pero si son ilusiones! Ese tampoco es el tío Google.

Solveig parpadeó varias veces y miró con atención, pero no podía notar nada diferente. —¿Cómo sabes que lo son?

—Bueno, son más brillantes que los reales. Pensé que ya lo sabías... ¿no habías visto ilusiones antes?

—No... pero tampoco veo la diferencia en el brillo, ¿es muy tenue?

—¿Tenue? Yo lo veo con claridad.

—Hmmm... pues yo no. Aunque sí siento que su energía está un poco rara.

Para este momento, los adultos se acercaron y luego de la breve formalidad de los saludos, Osun fue la que habló con su hijo: —Muntu, no creo que estas sean ilusiones normales, se ven muy realistas. Deben ser de un hechicero muy poderoso, o tal vez sean alguna criatura que pueda copiar la apariencia.

—¡No son criaturas, de verdad son ilusiones! ¡Las veces que he visto otras ilusiones son igual de brillantes! — afirmó Muntu, haciendo gestos con las manos.

Anémona se cruzó de brazos y respondió: —En ese caso, deberíamos descartar al hechicero Dianthe como sospechoso. Si estos Ahkona y tío Google falsos hubieran sido creados por él, no les hubieran dicho que él podría ser el culpable de la aparición de las espumosas. Sería delatarse a sí mismo.
Ari asintió, pero Ahkona y Osun pidieron que les contaran específicamente qué era lo que habían dicho las ilusiones sobre el hechicero de Kuivuuden maa, a lo que el accedió, con Solveig, Ina y Viggo confirmando lo dicho.

Una vez que no quedó más posibilidad de dudas, Ahkona se apartó para mirar de nuevo a su falsificación y le dio un leve empujón. Normalmente eso sería suficiente para que se deshiciera, pero no funcionó, así que el hechicero procedió a pintarle las runas de "desvanécete" en el pecho, con lo que finalmente la ilusión desapareció.

Osun se encargó de hacer lo mismo con el Kraken falso, y sin mucha paciencia, ambos volvieron a su diálogo con los papás de Solveig.

—¿Por qué vinieron aquí solos? De haber encontrado al culpable en persona, probablemente no seguirían con vida.

Ari miró a su esposa, quien sin inmutarse, respondió: —Tengo suficiente experiencia, viví con el peligro respirándome en la nuca casi toda mi vida antes de conocer a Ari e incluso poco después. Y además, como los hechiceros tienen más desarrollado su aens, es de hecho mucho más peligroso que estemos ahora aquí todos juntos, ya que nosotros somos una familia grande y ustedes una familia de hechiceros. Nuestras energías juntas son mucho más notorias ahora que ustedes están aquí y quizá nos encuentren en poco tiempo.

Los cuatro pequeños se agruparon, un poco tensos por la actitud de los adultos.

Afortunadamente, ese momento fue interrumpido por un sonido extraño, haciendo que el nerviosismo aumentara en todos los presentes. Unos segundos después, el sonido disminuyó mientras algunas espumosas nadaban fuera de la cueva, diluyéndose al poco tiempo.

Instantes más tarde, Yngve, Aren y Delph salieron de la cueva, pues iban siguiendo a los espectros, pero al desaparecer estos, los tres chicos quedaron desorientados por un momento hasta que distinguieron al resto de la familia, por lo que se acercaron, mirando sorprendidos a los recién llegados. Ahkona, Osun y Muntu saludaron con rapidez, a lo que los muchachos respondieron de igual manera.

El astro de las profundidadesWhere stories live. Discover now