21.- Moneda de cambio

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21.-

JOHNSON

Bea no vuelve a dirigirme la palabra. Se marchó de la casa sin decirme absolutamente nada más, una parte de mí quiso detenerla, quiso atreverse a hablar con la verdad y hacerles frente a las consecuencias que eso traería consigo pero una parte de mí, la egoísta y arrogante repite que si Bea no fue capaz de soportar la sola idea de que pudiera asesinar a alguien, mucho menos tolerará saber que llevo en mis hombros la muerte de su esposo.

Así que esto es mejor.

Lo sé. El hecho de que ella esté lejos facilita las cosas. No tengo que preocuparme por lo que ella pueda pensar o no, sin ella, puedo concentrarme en lo verdaderamente importante, acabar con Bruno Millers.

Soy consciente de que faltan poco más de veinticuatro horas para que el tiempo límite que Bruno estableció se acabe, para que él decida al fin decirle la verdad a Bea, y soy más consciente aún de que Rhys tiene que hacer el trabajo esta noche, de lo contrario, ni siquiera con su muerte podré arreglar el desastre que ocasionará.

Decidí no ir a la empresa hoy, la razón principal es porque no deseo cruzarme con Bea, aún no creo poder estar frente a ella y retener la tentación que me produce su sola cercanía, incluso aunque sé que no podré evitarla para siempre, tomarme un respiro para concentrarme en mi plan no parecía tan malo.

—Espero que tengas todo listo —es lo primero que digo cuando recibo una llamada de Rhys.

—Está todo listo —dice —esta noche estará hecho, tengo todo su jodido itinerario. Uno de sus hijos está en la ciudad así que debes tener cuidado.

Sonrío de lado.

—El resto de sus hijos no son un problema para mí —le recuerdo.

—Bueno, solo digo que es mejor que te asegures que nadie te relacione con esto...

—Deberías preocuparte por ti mismo —objeto —al final de cuentas no soy yo quien va a disparar.

El sonido de su risa se oye al otro lado de la línea.

—Soy un profesional en esto, no necesito tus consejos, gracias.

Ruedo los ojos.

—Solo para añadir, tengo una larga lista de muertos en mi libreta y ni uno solo me tiene como cabo suelto, a comparación de ti.

—¿Cómo es que pasamos a juzgar el trabajo del otro?

Rhys vuelve a soltar una carcajada.

—Solo llamé para confirmar que esta noche dejarás de preocuparte por la mierda que significa Bruno Millers, y espero que la próxima vez que me llames sea para tomar algo y no para darme más trabajo.

Es mi turno de reír.

—Vuelve a llamar cuando esté hecho.

Apago el celular y decido que es momento de olvidarme un rato de toda la mierda. Enciendo la televisión, el partido de futbol que se reproduce en la pantalla consigue captar mi atención y entretenerme lo suficiente hasta que el sonido del timbre se roba mi momento.

Resoplo. Realmente no espero a nadie, y el hecho de pensar que puede ser una tontería me molesta más, tanto que considero ignorar a quien sea que toque el timbre y me quedo mirando el partido por varios segundos más, hasta que el sonido vuelve a romper mi atención.

Me incorporo con un suspiro, apago el televisor y camino hasta la puerta. Observo por la mirilla y en el segundo en que veo quien está del otro lado, la molestia se va.

Tentación ProhibidaWhere stories live. Discover now