4.- La dirección contraria

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Jonhson.

Me tomo más tiempo del necesario con las compras del supermercado, una parte de mí me repite que estoy simplemente huyendo de enfrentarme a la mujer que me espera en casa con dos criaturas que debemos cuidar, pero la parte testaruda de mi interior se niega a aceptarlo.

No debería de significar nada, ¿por qué ahora todo se siente diferente? Es como si ahora no fuese capaz de compartir el mismo espacio sin correr el riesgo de abrir la boca y terminar por mandar todo a la mierda.

No es algo que me pueda permitir.

Cuando al fin vuelvo a casa, Bea está en la sala, Thiago y Camille están sobre la alfombra entretenidos con los juguetes que ella les entrega, cuando escucha mis pasos, eleva la mirada y resopla.

—¿Tres horas para compras del supermercado? —inquiere.

—Era una larga lista —me encojo de hombros —estaré en la cocina.

Los guardias habían metido las bolsas pero claramente no era su función escorar toda la compra, así que aprovecho que no tengo que estar al pendiente de Camille para poder ocuparme de eso.

Mientras saco cada cosa de las bolsas, es como si mi mente se empeñase en volver una y otra vez al pasado, a mi pasado que tiene mucho que ver con la mujer que está jugando con mi sobrina sin tener idea de nada, siento la daga de culpabilidad clavarse en mi pecho y termino moviendo con brusquedad las bolsas porque, ¿Qué carajos ocurre conmigo ahora?

Luego de lo que hice me prometí que nunca pensaría en eso, incluso me atreví a coquetear con Bea en el pasado, ¿qué cambió que ahora tengo la necesidad recurrente de escapar de ella?

Tal vez solo es mi consciencia decidiendo torturarme.

Bea no aparece por la cocina lo que en realidad es un alivio, así que trato desesperadamente de ocupar mi mente en cualquier otro asunto que no involucre a cierta mujer con la cual comparto techo.

Sin embargo, tengo que enfrentarme a ella cuando no queda nada más que hacer.

—No hemos repartido los horarios —dice cuando me aproximo de nuevo —No sé si Aria te lo dijo, pero Camille y Thiago van a la misma escuela.

—No —suspiro —porque no sabía que estarían aquí en primer lugar —le recuerdo —no tengo mucho que hacer por las mañanas así que puedo llevarlos sin problema.

—¿No tienes trabajo o algo así?

—Sí, pero no lo suficientemente urgente como para presentarme en la oficina —confieso —puedo resolverlo desde casa. Así que... ¿estás de acuerdo? ¿Los llevo?

Ella parece pensárselo un segundo pero termina por asentir.

—Thiago no está acostumbrado a tu presencia así que iré los primeros días —establece —no quiero dejar a mi hijo con un extraño...

—No soy un extraño —objeto —llevamos, ¿qué? ¿cinco años de conocernos?

Una risa brota de sus labios, no es una risa natural, es casi irónica.

—No nos conocemos en lo absoluto —debate —tú lo único que has hecho ha sido lanzar indirectas y sugerir que quieres llevarme a la cama, y es todo. Eso no es ser conocerse, la última vez que nos vimos fue en el cumpleaños de Camille.

Mi sobrina voltea cuando escucha su nombre y ambos sonreímos como si no estuviésemos en medio de una posible discusión.

—Antes de eso, apenas nos vemos un par de veces al año.

Tentación ProhibidaWhere stories live. Discover now