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Isabella

Los cuatro entramos a la casa en silencio, tiré las llaves sobre la isla en la cocina mientras mi hijo caminaba en silencio a su habitación. 

-Eh eh- lo llamé antes de que entrara- Ven aquí. 

Saqué una bolsa de hielo del refrigerador y senté al niño sobre la barra, dejé su morral sobre una de las sillas y puse la bolsa en su rostro morado.

-Duele- dijo casi en un susurro. 

-Eso debiste pensar antes de meterte en una pelea, a todas estas ¿En que momento te golpeó? En ese video solo te vi a ti dándole golpes- soltó un resoplido antes de que volviera a reprenderlo- ¿Eso te parece genial? Tu no eres así, Sergio. 

El niño se encogió de hombros restándole importancia, bajé la bolsa de hielo y fui al baño en busca de una pomada, volví para empezar a sobarla por la parte afectada de su mejilla. 

-¿A que hora empiezas a explicar, ándale?- seguí aplicando el ungüento sin que él dijera una palabra, solté un suspiro dejando la crema de lado, solté la primera pregunta que se me vino a la mente- ¿Es por tu papá? Dime ¿Dijo algo sobre él? 

Esta vez me miró a los ojos y supe que había dado en el blanco, de ninguna manera él habría reaccionado así por cualquier cosa y no sería la primera vez que los niños hablan de su padre. 

-Mi amor, sabes que tu padre te ama y...- mis palabras se quedaron a la mitad cuando el niño me interrumpió. 

-¿Y a ti? ¿Él te ama, mamá?- preguntó con los ojos cristalizados, de no ser por el cabello claro habría visto al mismísimo Sergio en él. 

-¿Y esa pregunta?- me crucé de brazos preocupada, lo vi bajarse del mesón en silencio y desaparecer en su habitación. 

Me quedé mirando sus pasos confundida ¿Qué le habrían dicho esta vez para que tuviera eso en la mente? ¿Cuál es la necesidad que tiene todo el mundo de romper el corazón de mi niño? 

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de mi teléfono aún dentro del bolso, había estado sonando desde hace un buen rato pero lo había ignorado. Una larga lista de llamadas perdidas de Sergio y Vanessa inundaban mis notificaciones, marqué el celular de la rubia pero no obtuve respuesta, iba a marcar el numero de Sergio cuando por accidente terminé en el chat de mi amiga. 

Tomé un vaso para servirme un poco de agua antes de leer la nota que había sido enviada por mi amiga. 

Mi mundo se fue al suelo al igual que el vaso en mis manos, la misma puta camisa que había encontrado sucia de maquillaje, la misma camisa que tenía el olor de esa güera

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Mi mundo se fue al suelo al igual que el vaso en mis manos, la misma puta camisa que había encontrado sucia de maquillaje, la misma camisa que tenía el olor de esa güera. Me congelé en mi lugar siendo rodeada por los vidrios rotos en el suelo. 

-Mami ¿Qué pasa?- la pequeña niña trató de acercarse pero la detuve de inmediato.

-No te acerques cariño, yo me encargo- me agaché tratando de disimular la lágrima que empezaba a bajar por mi mejilla, tomé los restos de vidrio y empecé a juntarlos lejos de los pies de la pequeña. 

-Mami ¿Estás llorando?- volvió a preguntar jugando con sus dedos. 

-Estoy bien cariño, no te preocupes- seguí recogiendo los retos mientras sorbía mi nariz. 

-Mamá...

-Melody, estoy bien ¿Ok?- mi voz salió con más dureza de la necesaria, pero no lo suficientemente para que la niñera cediera. 

-Estás sangrando...- mencionó antes de que me fijará en la palma de mi mano que sangraba despacio- ¡Sergio! ¡Mateo! 

Fue cuestión de segundos para que ambos aparecieran detrás de ella y se quedaran sorprendidos al verme. 

-Mamá... ¿Estás bien?- el menor de los niños preguntó al verme. El mayor se acercó con cuidado de no pisar los vidrios y tomó mi mano sana pidiéndome que caminara con él. 

Me puse de pie y me senté sobre el sillón a su lado- Mateo, llama a Nina. 

El mayor ordenó y su hermano asintió en silencio, la pequeña se acercó indecisa con un puchero. 

-¿Está bien?- le preguntó al mayor, mis lágrimas corrieron con más fuerza al ver la escena frente a mi. 

-Trae el botiquín, jugaremos al doctor- la pequeña asintió antes de correr entusiasmada, acaricié la mejilla del pequeño con mi mano disponible y él pasó sus brazos por mi cuerpo. 

Dejé un pequeño beso sobre su cabeza mientras más lágrimas me inundaban, la pequeña volvía con el pedido de su hermano. 

Les di a ambos un par de indicaciones para que curaran mi pequeña cortada con éxito, Melody sonreía emocionada después de haber terminado. 

Mateo volvió a la sala con mi celular en su mano- Nina dijo que ya estaba viendo, pero mi papá quiere hablar contigo y...- no logró terminar sus palabras cuando Sergio se puso de pie arrebatándole el dispositivo. 

-¡No llames a mi mamá, nunca más!- le soltó con enojo, tiró mi celular a algún lugar del sillón antes de meterse en mi pecho y soltar en llanto. 

Acaricié su espalda mientras soltaba algunos sollozos sin soltarlo- Perdóname, hijo. 

-Mami no llores- Melody empezó a sollozar al verme y se unió a nosotros, la puerta de entrada se abrió dejando entrar a mi rubia asistente agitada. 

-Isabella...- una mano se mantenía sobre su estomago mientras ella intentaba calmar su respiración- Lamento no haber llegado antes. 

-Está bien- la rubia se acercó y abrió los ojos como platos al ver mi mano.

-¿Que pasó?

-Tuve un accidente en la cocina, estoy bien- la joven fue directo a la cocina y examinó los restos de vidrio, la vi tomar una pequeña pala y recoger el material. 

-Yo me encargo ¿No quieres tomar un descanso o algo así?- preguntó tirando todo a la basura. 

-¿Lo viste?- pregunté conociendo la respuesta a esa pregunta, era obvio, si alguien sabía los chismes de famosos era ella y para mi desgracia, mi esposo hacía parte de esa lista.

-Ya venía en camino cuando Mateo llamó, lo siento mucho Isa...- me aclaré la garganta antes de ponerme de pie y caminar a mi habitación, los niños se quedaron en su lugar viéndome avanzar y lo agradecí. 

No me gustaría que continuaran presenciando esta situación, suficiente les vendría encima. 

Cerré la puerta del baño y limpié mi rostro a través del reflejo frente a mi, recogí mi cabello en un moño alto antes de apoyarme sobre el lavabo. 

Suspiré bajando la vista hasta mis manos, parpadee para ahuyentar las lágrimas de mis ojos y en movimiento rápido me encontré sacando mi anillo de matrimonio de mis dedos. 

Lo dejé sobre el estante frente a mi y volví a repasar mis manos ahora desnudas, me deslicé sobre la pared cayendo al suelo frio del baño. Junté mis piernas a mi cuerpo y me solté a llorar durante un buen rato. 

The Great War|SP11Where stories live. Discover now