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Isa

Metí el pequeño flotador por encima de los brazos de Melody ajustándolo a su cintura, me dio una sonrisa con su nuevo diente faltante antes de correr a la orilla de la piscina donde se encontraba su padre y hermanos. 

-¿No vienes, amor?- preguntó mi esposo a lo que yo negué. 

-No ahora, trataré de organizar un poco para estar más cómodos- el mexicano me lanzó un beso antes de que entrara a la casa de nuevo. 

La nevera estaba vacía por lo que tendríamos que ir de compras más tarde, subí a la habitación de Melody y recogí algunas medias sucias al igual que en la habitación de los chicos, Mateo es fanático de cambiarse de ropa cada cinco minutos y dejarla tirada en el suelo. 

Entré a mi habitación matrimonial y saqué la ropa de Sergio que estaba envuelta en la maleta de una forma terrible, tomé cada una de las prendas y la sacudí para que no salieran arrugadas de la secadora. 

Levanté su camiseta de vestir blanca y la sacudí en el aire, mis fosas nasales fueron inundadas de inmediato por un olor a perfume de mujer, obviamente no el mío. Acerqué la prenda a mi rostro para examinar el olor, era desconocido para mi. 

Le di vuelta a la camisa para estudiarla por completo, el olor de Sergio se mezclaba con ese perfume femenino y sentí nauseas, mis dedos levantaron el cuello con algunos restos de maquillaje sobre él y mis piernas fallaron al instante. 

Me dejé caer sobre la cama sin poder creer lo que sostenían mis dedos, tomé una respiración antes de ponerme de pie con fuerza evitando las lágrimas, salí de la habitación sosteniendo la prenda en una mano y en la otra el canasto con la ropa de mis hijos. 

Salí a la piscina en busca de mi esposo, pero me encontré son Mateo y Melody secándose. 

-¿Dónde está su papá?- pregunté con voz temblorosa, ambos niños se miraron y luego Mateo respondió. 

-En el garaje.

Me apresuré en busca del mexicano, por mi cabeza pasaban miles de palabras para insultarlo y pedirle explicaciones sobre lo que encontré, no me podía creer que mientras su familia esperaba por él en Alemania, el hombre se daba el lujo de estar rodeado de mujeres. 

Mis palabras quedaron el aire al ver la imagen que tanto deseé este fin de semana, mi hijo mayor tratando de encender un kart mientras su padre movía algunas cosas, el grito de celebración cuando encendió el vehículo me estremeció el corazón. 

Ambos chocaron sus manos antes de notar mi presencia, el mayor puso los ojos sobre mí y sentí el mundo caer a mis pies- ¿Viste eso, amor? 

Asentí mientras ambos sonreían, todas las palabras se acumularon en mi estomago y las ganas de vomitar se hicieron más grandes que yo. Salí corriendo ante la mirada preocupada de ambos y me metí en el primer baño que encontré. 

Mi cabeza fue directo al excusado y expulse todo el desayuno de esa mañana, mi estomago se retorció ante el recuerdo de ese olor en mi nariz y otra arcada se hizo presente. 

-¿Isa? ¿Qué pasa mi amor?- las manos de Sergio tomaron mi cabello y sostuvieron mi espalda mientras seguía con la cabeza en el inodoro, el vomito se detuvo e intenté recomponerme- ¿Todo bien? 

Me quedé en silencio intentando elaborar una respuesta pero me limité a asentir sin separarme de sus brazos. Dejó un beso sobre mi frente y no pude evitar pensar si esos mismos labios habían estado sobre alguien más. 

Me puse de pie y lavé mi cara antes de salir del baño, al abrir la puerta me encontré con el rostro preocupado de Junior. 

-¿Estás bien, mamá?- tomó mi mano con delicadeza y la acarició. Asentí con una sonrisa acariciando su mejilla- Te acompañaré a tu habitación. 

Me guío a través de la casa hasta llegar a mi puerta, le dije que estaba bien pero el mismo insistió en que me recostara un rato. Se sentó a mi lado en la cama y acarició mi cabello con sus pequeñas manos. 

Sentí una oleada de sentimientos invadirme, todos ellos más grandes que yo misma. 

La puerta fue abierta de nuevo esta vez por mi esposo- Vamos a ir por comida ¿Vienes hijo? Traeremos algo especial para mamá. 

-Preferiría quedarme con ella- dijo el pequeño recostándose a mi lado. Abracé su cuerpo luego de que la puerta fuera cerrada y dejé un beso sobre su cabeza. 

Rogué por que mis ojos se llenaran de lágrimas como en cualquier otra situación pero no fue así, me quedé en blanco, con mis ojos puestos sobre la pared con algunas imágenes frente a mi. 

El hombre de mi vida, el único por el que renuncié a todo sin dudar y al que sigo amando como el primer día, por el que me sentía cada día como la protagonista de un cuento de hadas, el mismo que vivía en mi cabeza y corazón día y noche. 

Eso es al menos lo que yo esperaba causar en él, evocar un amor tan genuino y real, en mi cabeza no cabe el hecho de que no signifique lo suficiente para él, como para faltarme de esta forma. 

No creía en nada y sin embargo tampoco preguntaría, ni siquiera con las pruebas sobre la mesa me atrevería a dañar la armonía de mi familia.

Me limité a pasar saliva y cerrar los ojos, permanecí en ese estado por casi una hora antes de escuchar la puerta de entrada cerrarse. 

-Iré a ver si trajeron algo para que te sientas mejor, prometo no tardar- Sergio se bajó de la cama mientras yo asentía y salió de la habitación. 

Segundos después mientras seguía en la misma posición, la puerta se abrió y esta vez era la figura de mi esposo que llenó el espacio a mi lado en la cama. 

-Mateo me preguntó si tendrías otro bebé aquí dentro- sentí sus brazos tomar mi cintura por detrás de mi cuerpo. 

-Le prohibí ciertos programas de televisión- respondí sin girar a verlo, no me atrevía.

-Creo que tengo la misma pregunta- sus dedos acariciaron mi vientre por encima de la tela de mi suéter. 

-¿Cómo podría?- me giré a verlo de una vez- Haz estado fuera por todo un mes, a menos que sea de alguien más...

-Ni siquiera termines eso- rodó los ojos antes de meter su cabeza en mi cuello- Tal vez deberíamos recuperar el tiempo perdido. 

Sus labios dejaron algunos besos repartidos por mi cuello antes de que me pusiera de pie y saliera de la habitación, guíe mis pasos hasta la cocina donde me encontré a los niños sacando algunas cosas de su empaque. 

-¡Oh por Dios!- mi hijo mayor saltó emocionado- ¿Cómo es posible? 

-Le pedí a un amigo que la buscara, no sabes lo difícil que fue encontrarla- Checo caminaba detrás de mi hasta los niños, Junior se movía contento con su obsequio. 

Una figura de acción fue sacada de una caja, se trataba de un personaje del comic favorito del niño. 

-Muchas gracias, papá- ambos se abrazaron con una sonrisa antes de que el niño me mostrara su nuevo regalo- ¿Puedes creerlo, mamá? ¡Papá lo recordó! 

Para ser franca, no, no puedo creerlo, es increíble incluso para mi y a estas alturas no me queda más que reconocerlo. Pero mi hijo parece feliz y eso es gracias a su padre que cumplió su promesa de reparar el tiempo perdido. 

¿Sería esta la forma más adecuada? No lo sé, tendría que consultarlo con Audrey ciertamente. Le resté importancia a mis pensamientos yendo hasta la nevera, saqué un frasco de helado de oreo y busqué una cuchara en los gabinetes. 

Fingiré que no busco ese muñeco desde más de un año, que bueno que me retiré o sería terrible en mi trabajo. 

Tomé una cucharada de helado mientras les ofrecía mi mejor sonrisa a las cuatro personas frente a mí. 



The Great War|SP11Where stories live. Discover now