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Ni Derek ni Scott dijeron nada de lo que había hecho Stiles y él estaba agradecido, no quería nadie encima que lo que había hecho está mal y lo sabía, pero no era nada evitable.

Pero lo que sí le molestó es que quisieran hacer como si nada hubiera pasado, como si todo fuera bien.

Scott le hablaba de sus estudios para veterinario y de su lectura sobre medicina básica, por si acaso. También veían películas, las que Stiles quería o sabía que le gustaba, porque él unca decía nada sobre ello.

Veían muchas películas y cuando a Stiles le quitaron la escayola del brazo y muchos de sus heridas ya no se veían a simple vista, aunque Stiles sintiera cada una de ellas, salían más a la calle a pasear y a hacer cualquier cosa que se inventara su mejor amigo.

Su padre siempre que no trabajara estaba con Stiles haciendo cualquier cosa.

Nunca habían estado tanto tiempo juntos desde que su madre murió.

Derek nunca estaba.

Y Melissa intentó en vano que le contara algo, sobre la universidad o sobre alguna chica que hubiese conocido.

Stiles quería estar bien, de verdad, quería contarle sobre cualquier cosa a Melissa y quería quitarle las arrugas que le salían a su padre extras de preocupación.

No podía simplemente mentirles y fingir que todo iba bien.

Pero no tenía fuerzas.

Por primera vez en su vida, tenía la capacidad de no hacer nada en más de 1 hora.

Y más si se lo proponía.

Aunque Melissa no le dejaba. Ni Lydia. Siempre querían hacer cosas.

Todos podrían fingir que todo iba bien.

Pero nada iba bien.

Pero ¿Qué iba a hacer Stiles?

¿Gritarles que parasen de hacer el imbécil y que abrieran los ojos?

¿Qué el mundo era una puta mierda que no estaba ni una pizca bien?

No, eso lo haría perecer que se estaba haciendo la víctima.

Y él no era una víctima.

Se negaba.

Estaba cansado y le gustaría quedarse en la cama todo el día, pero no podía hacer eso si quería regresar a la rutina normal.

Así que cogió sus muletas y cogiendo las llaves de su jeep.

Sabía que con la pierna aún sin terminar de curarse, no sería muy seguro conducir.

Pero, ¿qué más daba la seguridad?

¿Qué importaba?

Cuando llegó al asiento del conductor, apretó con fuerza el volante. Llevaba sin conducir su auto desde que se marchó de Beacon Hill. Este coche había pasado por muchas cosas, más de lo que cualquier auto cualquiera, y aunque había tenido que pasar por el taller muchas veces, era para él, el mejor auto del mundo.

Stiles se preguntaba qué habría sido de su antiguo coche ¿qué más daba? No era importante.

No como este.

Miró a la carretera, no había conducido desde lo sucedido, sus manos temblaban, pero no podía dejarse llevar por el pánico.

Allí dentro estaba seguro. En el auto de su madre, y antes de ella de su abuelo.

Ellos le protegerían.

Arrancó y comenzó a conducir por las calles del pequeño pueblo.

Puso la radio, conectada a la sintonía de la radio.

Viejas costumbres.

Las calles tranquilas, algo que Stiles hacía mucho que no veía.

Estuvo conduciendo tanto que tuvo que recargar 2 veces la gasolina del auto, aunque en su defensa tenía el depósito medio vacío.

Creía.

Condujo tanto que no se dio cuenta que había encendido los focos porque ya oscurecía.

No se dio cuenta de las llamadas perdidas, ni los 200 mensajes que seguro tenía.

Estaba tan centrado conduciendo que solo se dio cuenta del resto del mundo cuando un coche policía le ordenó pararse.

Era Parrish.

Pudo respirar, no se había dado cuenta de que había dejado de respirar por un momento.

Bajó la ventanilla del auto y se preparó para la bronca que le echaría.

- Stiles, llevamos muchas horas buscándote, están todos como locos buscándote.

- Lo siento – agachó la cabeza, se sentía de nuevo como un niño.

El policía se relajó notablemente.

- No pasa nada, ¿A dónde ibas? – preguntó con curiosidad. Seguro que ya había avisado a todos.

Qué vergüenza.

- A ningún lado solo necesitaba... pensar – vio como el sargento suspiró pesadamente como si estuviera hablando con un niño pequeño.

- No pasa nada, solo... la próxima vez avisa, ¿sí?

Stiles no respondió, ya podía ver como el coche de policía de su padre y los demás llegaban poco a poco.

No fue regañado, no le dijeron nada, tan solo lo acompañaron a la casa y lo hicieron acostarse con todas la pastillas tomadas antes de dormir.

No quería dormir.

No quería.

Porque cuando dormía regresaba allí.

Al infierno.

No creo que puedas - SterekOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz