JAURÍA

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Nota del autor: El arco de Nami se queda intacto, en resumen, Han no participa porque es un pájaro herido, y se queda en la casa de Nojiko mientras esté desmadre se hace. Así que, en este capítulo todo ese desvergue ya terminó.














Después de la destrucción de Arlong Park el pueblo se reunió en celebración, además de que la tripulación del sombrero de paja tenía que reunirse de nuevo. Nojiko llevó a Han a Zoro que estaba consternado por su estado, llevaban días de camino y habían pasado casi dos días que estaban en la isla, pero Han seguía siendo un cenzontle sin conciencia.
En la celebración Sanji preparo la comida de Han que a Zoro le seguía pareciendo asquerosa, pero Han se la comía con tanto gusto que no tenía el corazón para alejarle el plato.

Después de que ella haya comido la puso en su hombro, para ir a por otro plato de comida. Mientras el peleaba con Sanji sobre su comida Han aprovecha para subir a su cabeza haciendo que Sanji se comenzara a reír.

—Quien diría que detrás de ese gran caparazón hay un corazón—le dice Sanji entregado su plato.

—Cierra la boca—responde con el ceño fruncido para irse.

Han comienza a aletear tratando de emprender el vuelo, pero le es imposible elevarse lo que la hace desesperarse.

—Volveras a volar, portate bien—le dice Zoro tomándola para ponerla de nuevo en su hombro. Han aunque estaba débil de sus alas volvió a intentarlo. —Eres perseverante...

Han estaba convencida de que podía volar, era un ave escandaloza... Siguió aleteando hasta poder planear unos minutos antes de volver a caer al suelo. Ese espectáculo lo vieron todos y aplaudieron el esfuerzo del cenzontle.

—Esta a poco de volver a volar—dice Nami a un lado de Zoro viendo a Han volar unos centímetros más.

—¿Sabes ir a Baird?—le pregunta y Nami voltea para prestarle atención.

Zoro seguía viendo a Han practicar, los niños la veían asombrados y aplaudían cada vez que Han podía elevarse.

—Lo sé, está algo lejos, pero Merry es veloz... ¿Qué harás cuando llegue?—le preguntó Nami.

—Cazar pájaros—respondió.

Iba a ir por Han, pero tenía que dejarla ser un poco. No tenía conciencia de que fue una persona, eso le dijo Usopp... Ahora era un ave que no sabía porque no podía volar bien, ¿Han se preguntaría como es que está tan herida? No le gustaba pensar lo confundida que debió de estar. Tenía que dejarla ser un ave antes de que volviera a ser la Han que conocía.

Sonrió, pero la llegada de los marines estropio el momento. Al estar amenazados no tuvo tiempo de correr por Han, volteo pero ya no estaba... Debió esconderse, los pájaros normales hacen eso, huyen cuando ven problemas, eso era bueno... No estaría en peligro.

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Han estaba volando, logró separarse del suelo. Voló por la oscuridad con dos niños detrás de ella persiguiendola. Sus risas le resultaban familiares, pero no estaba recordando nada. Siguió volando hasta que no escucho a nadie detrás de ella. Se detuvo en el suelo y vio a todas partes. La noche profunda le helaba las plumas.
Cantó un poco para llamar a alguien, y un escándalo en la luz la asusto.

Estaba tan alterada que voló a un árbol cercano, no sabía donde estaba el peligro. Se aferró a la rama escuchando el ruido. En eso, el árbol se sacude... Estaba por volar cuando escuchó un canto raro. Era el llamado de las aves, lo conocía por el adiestramiento...

Voltea y ve a un hombre con yukata blanca, era alto y enorme. Sonrió al cenzontle y lo tomó con delicadeza.

—Han-Lily... Parece que te han tratado muy mal. Pobre cenzontle—le dice con una hermosa y delicada voz. Con sus dedos delgados acaricia la cabeza de Han dándole tranquilidad. —Veamos tus alas...—Han las extiende entendiendo perfectamente lo que decía.

Le agradaba entender a alguien, con los que estaba solo escuchaba balbuceos, y palabras a la mitad. El hombre de blanco le hablaba con total claridad.

—Estan bien, y acabo de ver qué volaste...—dice sonriendo al acariciar las plumas de sus alas. —¿Volvemos a casa pichón?

Han aletea las alas con emoción. No entendía lo que era casa, no recordaba haber escuchado de una. Solo sabía que podía entender a esa persona tan amable.

—Vamos—Han se podía en los nudillos del hombre de blanco siendo elevada al cielo. —Te guiaré a casa...

El hombre de blanco la lanza al cielo dándole el impulso necesario para volar en el aire, cuando está volando se gira para ver al hombre transformarse en una grulla blanca hermosa de plumas brillantes, este la ayudo a volar más alto apoyándola con su ala. No había problemas para seguirle el vuelo, el chico le dio la ayuda para poder volar.

"¿Te sientes mejor, Lily?" Pregunta el hombre de blanco.

"¡Claro que sí!" Responde Han aleteando animada. Le gustaba sentir el aire fresco de la noche en sus plumas.

Abajo, en la isla Conomi estaba la luz del pueblo, le daba tristeza dejar a esas personas que la estaban cuidando. Le gustaba estar con ellos y su comida deliciosa.

"No sientas pena por ellos, Lily. Estarán bien"le dice el hombre de blanco. "Seguirán su camino..."

"¿Crees que me van a extrañar?" Pregunta Han inocente.

"¿Cómo no podrían? Pero lo superarán, lo prometo. Los humanos son así... Solo sufren un poco" contesta el hombre haciendo que Han volviera a voltear hacía la isla. "La vista al frente, Lily. Solo ve al frente..."

Han obedeció, vio en la profundidad de la noche un extenso mar. Odiaba pensar que tenía que volar tanto, pero después se sintió liviana. La grulla la tomo entre sus garras cuidadosamente, para darle un descanso.

"Tus alas siguen débiles, volveras a tener fuerza con el tiempo. Ahora puedes dormir, yo me encargo" comenta dándole tranquilidad a Han.

Sus garras estaban heladas, nada comparadas con las manos del hombre de cabello verde, y el aire fresco no se comparaba a su aliento en sus alas cuando dormía. Esperaba que casa fuera igual de cálida.

Han | ONE PIECE. Roronoa ZoroWhere stories live. Discover now