Capitulo 41

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Mi pierna latía, sentía puntadas bajo mis costillas, estaba totalmente agotada, ya no podía más. Cuando mi pié se enganchó con algo que no pude distinguir, dejé mi cuerpo caer. 

No quería morir, pero mi cuerpo no respondía, todo me temblaba, sentía dolor en partes que no sabía que era posible. Comencé a llorar entre jadeos, podía sentir los pasos acercarse a medida que me quedaba sin aire. 

- Pero qué tenemos acá - una voz ronca me hizo temblar. Giré mi cabeza buscando al rostro de esa temible voz pero no veía nada, reinaban las sombras. 

No respondí, no podía, mi voz se había perdido junto a las esperanzas de sobrevivir. 

- Una linda, linda conejita - le respondió otra voz aún más tenebrosa que la primera. Era gutural, rota, áspera. 

- Es mía, la marqué primero - ladró la primera voz, enojado, territorial. 

Seguía sin poder ubicar a los dos depredadores que me reclamaban como su cena. Mi respiración errática no me dejaba hacer silencio. Mis oídos zumbaban y el sabor metálico inundó mi boca. 

- Compartiremos el botín, tengo hambre y se ve exquisita - rió el segundo hombre. 

De la oscuridad emergieron dos pares de ojos muy distintos entre sí. Un par eran rojos y el otro verdes brillante. No había duda, un vampiro y un lycan se ponían de acuerdo para ver qué parte de mí comería cada uno. 

Yo ya no era una humana, ahora era un pedazo de carne que alimentaría a dos carroñeros. Cerré los ojos y absorta en el terror, esperé mi destino fatal. 

No tardaron en llegar a mí y cuando un par de manos me tomaron del tobillo grité del dolor. 

- ¿qué pasa conejita? ¿tienes miedo? - rió el lycan que me miraba divertido, con una sonrisa cínica.

- Tengo hambre - se quejó el vampiro haciendo un mohín. 

Cerré los ojos con fuerza, abrumada y asustada, cuando el eco de una voz comenzó a sonar en mi cabeza. Abrí los ojos pero mis atacantes parecían no escuchar nada, el nombre de Elijah resonaba una y otra vez. 

No sabía cuánto me había adentrado al bosque, pero quizá, si gritaba lo suficiente, él podría escucharme. Era mi última esperanza. No perdía nada con intentar. 

- ¡ELIJAH! ¡ELIJAH! ¡AYÚDAME! - Grité su nombre, una y otra vez, a todo pulmón, con toda la fuerza que me quedaba provocando ardor en mi garganta.

- Eso... grita conejita, me gusta que griten - se mofó el vampiro - grita todo lo que quieras, en este bosque solo habitamos los monstruos y ningún monstruo salva un conejito con tú - carcajeó mientras arrancaba mi blusa. 

Estaba en el suelo, el frío golpeaba mi espalda desnuda y la humedad inundaba todos mis sentidos, solo un sostén cubría mi intimidad de las bestias que me miraban con hambre e imprudencia. 

- podríamos disfrutar mejor de nuestra cena ¿no crees? su sabor debe ser dulce  - dijo con una mirada lasciva el lycan que intentaba arrancar mi pantalón.

- ¡no! ¡por favor! suéltenme - me retorcía, quería zafarme de su agarre, movía mis caderas mientras giraba mis piernas para que me quite el jean - ¡basta! - grité entre lágrimas.

- shhh... - me dijo el vampiro mientras acariciaba mi rostro - eres muy hermosa conejito - susurró roncamente en mi oído para luego pasar su inmunda lengua por mi rostro.

Ambos se alejaron unos centímetros de mí, recorrían mi cuerpo desnudo con sus ojos de colores, estaban babeando mientras sus colmillos creían lentamente. El sonido de mi corazón retumbaba en mis oídos e intentaba cubrir mi desnudez con mis manos. 

- Voy primero - pidió el vampiro para luego sentarse a horcajadas sobre mi cuerpo. Estaba aterrada, no había nada que pudiera hacer, pero no quería congelarme.

Comencé a golpearlo, quería intentar defenderme, pero era sin sentido. El vampiro solo me miraba gracioso, mi miedo le divertía. 

- Conejito valiente - ladeó una sonrisa descarada. 

Me tomó las manos y las sostuvo con su brazo sobre mi cabeza. Recorrió mi cuerpo con su mano libre y comenzó a besarme, intentando abrir mi boca con su lengua, apoyando su erección en mis muslos.

No me moví, cerré mi boca en un hilo y comencé a girar mi cabeza e intentaba cerrar las piernas moviendo mi cuerpo sin patrón alguno. Su saliva estaba revolviendo mi estómago, la bilis subía a toda prisa. 

Lo siguiente que sucedió fue Elijah. 

Apareció de las sombras con sus ojos  carmesí y sus grandes colmillos. Me cautivó que a pesar de eso, su rostro me seguía pareciendo hermoso.

 Mis ojos se clavaron en los suyos y sin mediar palabra se acercó como el viento, rápido y sigiloso, tomó al vampiro por su cuello para levantarlo como a una pluma y desde la espalda, atravesar su pecho. 

La mano con garras de Elijah salió del vampiro llevándose consigo su corazón. Un segundo más tarde, abrió las garras y dejó caer su corazón junto al cuerpo de su dueño sin vida. 

- Elijah - suspiré. Era un monstruo, un monstruo que acababa de arrancarle el corazón al vampiro que iba a divertirse con mi cuerpo. 

No emitió sonido. Se arrodilló a mi lado y recorrió mi cuerpo, pero no de forma lujuriosa, sino inspeccionando mis heridas. Y eso, me hizo sentir aún más indefensa. 

Se sacó su remera y me vistió con ella.  

Volvió a mi rostro y sus colmillos desaparecieron aunque sus ojos seguían color sangre brillante. Por un momento me abrazó aunque yo no correspondí, seguía en shock. 

Cruzó uno de sus brazos por mis rodillas y el otro por mis hombros y me levantó. 

Detrás pude ver a Roberth arrancándole la cabeza al Lycan mientras se giraba para vernos. Su rostro era aterrador, su rostro estaba cubierto de sangre y sus grandes colmillos relucían escarlata. Pero sus ojos, ellos me transmitían preocupación. 

Los pasos firmes de Elijah y el latido de su corazón comenzaron de a poco a tranquilizarme. Mis brazos se aferraron a su cuello y mi cabeza reposó en su pecho. Necesitaba oír mejor su corazón, mi cuerpo tembloroso me pedía acercarme a él. 

Como si fuéramos caminando en cámara lenta, pude ver que a nuestro al rededor cerca de veinte pares de ojos rojos comenzaban a rodearnos. Pero no parecían querer atacarnos, sino  observar a nuestro al rededor, buscando peligros potenciales. 

Los ojos del reyWhere stories live. Discover now