Capitulo 32

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La convivencia con Caleb fue de lo más loco e intenso que he vivido en mi vida.

Es muy romántico, me llenó de detalles y planificó muchas cosas para nosotros... picnics, paseos a la feria, cocinamos juntos, nadamos en el lago, incluso hizo una pequeña fogata para que podamos compartir en la oscuridad del bosque.

Me dediqué a averiguar todo lo que se me ocurrió sobre el mundo Lycan, las tareas y responsabilidades de las Lunas, la vida en las manadas, los festivales típicos, las comidas (pensé que tenían una dieta especial, pero claro que Caleb se burló de mí diciendo que al menos una vez a la semana necesitaba comer carne humana causándome escalofríos), la crianza de los cachorros... creo que no me quedó ninguna sobre su mundo.

Con el pasar de los días me sentía más cómoda con él, me sorprendía con detalles, me hacía sentir su cariño con detalles y palabras.

Como era de imaginar, la primera noche no fue la única en la que tuvimos sexo... con cada encuentro conectábamos mejor, nuestras manos y bocas reconocían los gustos del otro.

Ahora podía interpretar mejor los gimoteos, los movimientos, los jadeos... reconocí la magia de poder interpretar un sonido que para otros no significa más que placer. Nuestras miradas hablaban, nos entendíamos con una risa o con un simple movimiento de cejas.

La conexión existía, era real. Ya no tenía dudas de eso.

- Hoy es nuestra última noche juntos - la voz de Caleb estaba cargada de tristeza, lo comprendía... yo me sentía igual que él.

No me quería ir, no lo quería dejar, no necesitaba experimentar nada más... sabía que era él con quién quería pasar el resto de mis días. No quería convivir con Elijah, estaba decidida de elegirlo.

- Lo sé amor - dije profundizando nuestro abrazo.

Estábamos viendo una comedia en el futón del living. Era casi una rutina de todas las noches: cena hecha por Caleb, película elegida por una app del celular, postre hecho por mí y sí, sesión de sexo salvaje. Honestamente, no sé cómo aún puedo caminar correctamente luego de todas estas noches.

- Temo perderte - la voz de Caleb se quebró. Por primera vez lo escuché sollozar y terminó de derretir mi corazón. Estaba loca, profunda, demente y perdidamente enamorada de él.

- No lo harás. Mírame - se separó de mí y pude ver como contenía sus lágrimas - te amo Caleb. No necesito irme con Elijah para estar segura de ello, te amo a vos. Quiero quedarme con vos.

>> Sé que debo ir con él, no queremos ninguna guerra ¿verdad? - sonreí triste - pero no tengo intenciones de quedarme con él... no quiero estar con él. Te doy mi palabra que no dejaré que me toque ni un pelo. Sé que lo sentirías por el vínculo y jamás, ¿me oyes?, jamás haría nada que pueda dañarte.

- No prometas nada Eli, eso lo decías ahora... pero al verlo, estoy seguro de que cambiarás de parecer, vivirás esos 30 días con él y sé que buscará tocarte. Créeme que entiendo que sientes un vínculo con él también, por eso entenderé cuando cedas a tus impulsos.

>> Pero no me interesa el sexo Eli. Temo que cuando termine todo, lo elijas a él. Yo sé que no soy suficiente para vos.

Escuchar a Caleb decir que él no era suficiente para mí me causó gracia, obvio que no reí, pero él era el heredero del Rey Lycan... era un ser majestuoso, mágico, poderoso... y yo una simple y frágil humana ¿en qué cabeza cabe que él no sería suficiente para mí?

- Mi amor ¿te estás escuchando? ¿por qué no serías suficiente para mí? - su tonto temor me parecía ilógico - te amo ¿qué no entiendes? ¿el "te" o el "amo"? - sonreí hacia él, quería transmitirle confianza.

- Yo también te amo Eli, no quiero perderte, nunca... Soy capaz ir al infierno por ti. No quiero que vayas con él y vos no quieres ir. No lo permitiré - sentenció y me dio una mirada que transmitía una falsa seguridad.

- Caleb - lo calmé - nos amamos. Pero como futura Reyna y Luna Lycan, no puedo permitir una guerra. Iré con Elijah, pasaré los estúpidos 30 días y volveré contigo - sentencié sin dejar lugar a réplicas.

La mirada de Caleb cambió. Vi en cámara lenta como ladeó la cabeza y dibujó una sonrisa de suficiencia en sus labios... noté que ahora sí estaba seguro de mis sentimientos, me tranquilicé y sus ojos oscurecieron.

Acorté nuestra distancia sentándome en su regazo, apoyé mi frente en la suya y susurré sobre sus labios:

- Te amo Caleb, y quiero que esta noche me hagas que no te pueda extrañar en este mes que pasaremos separados

No necesitó más. Sus labios se apoderaron de los míos con hambre, con deseo, con lascivia. Sus manos recorrieron mi cuerpo mientras arrancaban toda tela que impidiera tenerme desnuda a su paso. Su miembro estaba duro y creciente bajo mis muslos.

Sin separar nuestras bocas, se puso de pie conmigo colgando de él. Me llevó a la habitación, subiendo las escaleras como si yo pesara menos que una pluma.

Me arrojó en la cama y arrancó su ropa – no se desvistió, literalmente tiró de ella y la arrancó como si estuviera sujetada por solo abrojos – para volver a acorralarme.

Deleitarme con su cuerpo era algo que definitivamente extrañaría, verlo gatear sobre la cama para llegar a mí me hacía reír... no podía evitar sentirme un conejito indefenso al ver las fauces de un hambriento león.

Éramos una pareja que hablaba mientras tenía sexo, pero esta vez no. Esta despedida temporal no tenía espacio para palabras, solo para jadeos, gemidos y gritos de placer. Ambos lo sabíamos.

Su recorrido de besos empezó por mis piernas, lamiendo y mordisqueando mis muslos hasta llegar a mi sexo. Y claro que él sabía hacer a la perfección su trabajo, su lengua recorría cada espacio y se detenía en el punto exacto... fregaba con sus dedos y daba delicados y ardientes mordiscos en mi clítoris, su lengua se movía a una velocidad impresionante.

Yo era una gelatina ante todo eso, temblaba, me retorcía, tiraba de mi pelo, gemía, jadeaba, gritaba su nombre... era fuego. Un fuego que solo Caleb era capaz de incendiar y de consumir.

Girando sobre sí mismo, obligó a que me siente sobre su cara. Sosteniendo mis muslos con sus manos, el adonis que tenía recitando poemas entre mis pliegues me obligaba a tirarme hacía atrás por el placer que me daba. Recargué mi peso sobre mis manos apoyadas en el plano abdomen de Caleb y comencé a menear mis caderas en su rostro, intentando estúpidamente acompañar el vaivén de su lengua.

No tarde mucho hasta sentir como mi cuerpo comenzaba a temblar sin permiso, mis paredes se comprimían... me corría sobre la boca de mi amado y el consumía todos los jugos que de mí salían.

No tuve tiempo de recuperarme, Caleb me dio vuelta para dejarme sobre mis rodillas con mi pecho sobre el colchón que fue testigo de nuestro desenfreno todas estas noches. Se puso de pie en el piso, me arrastró más al borde de la cama y comenzó a follarme como salvaje, envolviendo mi pelo en una de sus manos y palmeando con fuerza mis nalgas con su otra mano.

La cantidad de poses que esa noche hicimos fueron más de la que normalmente hacíamos. Caleb no era el tipo que te folla con él arriba y ya, él te trata como a una puta muñeca, te mueve a su gusto y te hace tener múltiples orgasmos. No da tregua al cuerpo, ni al corazón.

Pero esta noche, terminó diferente. No nos dormimos relajados luego todo el ejercicio. Esa noche ambos nos quedamos despiertos, agotados, él acariciando mi cabeza y yo su pecho. Toda la noche, despidiéndonos en silencio.  


Los ojos del reyWhere stories live. Discover now