¿Cómo es que no me dijiste algo así?

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Después del trabajo, Candy iba llegando a su casa, y cuando estaba por meter el carro en el garaje, vio a Carlos, la persona que vino a querer sacarlas a ella y a su familia de la casa, entrando a la casa de la vecina que vivía a la izquierda de su casa. Candy pensó: ¿Qué? ¿Es ese tal Carlos? ¿Qué hace entrando a la casa de la vecina? (Ansiosa y preocupada).

Candy entró en un estado de alerta, y le dijo a su mamá: Ma, acabo de ver a Carlos, el señor que quiso venir a sacarnos la otra vez de la casa, lo vi entrando a la casa de doña Georgina.

Mamá: ¿Estás segura de que era él?

Candy: Sí, mamá, era él, estoy segurísima.

- Hay que llamarle a la policía para que lo vengan a detener. (Un poco alterada).

Mamá: Hija, así no son las cosas, para detenerlo, primero la policía debe hacer una investigación.

Candy: ¿Y ya la están haciendo?

Mamá: Pues ya fui a poner la demanda, hija.

Candy: Ay, no puede ser, que coraje. ¿Y qué hace esa persona en la casa de doña Georgina? ¿Acaso es su familiar?

Mamá: Mañana, si Dios quiere, le preguntó a doña Georgina de dónde conoce a esa persona.

Candy: Mamá, pero..., piénsalo, ¿qué tal si doña Georgina es su cómplice? ¿Qué tal si ellos fueron los que nos quisieron quemar la casa? Quizás hasta es su hijo.

Mamá: Tranquila, hija.

Candy: ¿Cómo voy a estar tranquila, mamá? Si esa persona que nos hizo pasar tan mal rato y que seguramente hasta nos quiso quemar la casa anda ahí como si nada en la casa de la vecina, a lado de nosotros.

- ¿Y si hoy también nos quiere hacer algo malo?

Mamá: No sabemos si fue él, hija.

Candy: Seguramente fue él, o uno de los que venían con él, seguramente son todos cómplices. Acuérdate, ma, cuando hicieron lo del fuego tú viste a la persona irse a la izquierda, o sea que lo más seguro a la casa de doña Georgina.

Mamá: No hay que adelantarnos, hija, hay que dejar que la policía investigue.

Candy: Ay, no, que impotencia, ma. No puedo creer que existan personas tan maldosas en este mundo.

Mamá: Y hay peores, hija.

Candy: Me pongo a pensar, ¿esa gente por qué vino aquí, precisamente aquí? Quizás, doña Georgina los está apoyando. ¿Haz tenido algún problema con ella?

Mamá: Pues, algunas diferencias.

Candy: ¿Y porqué nunca me haz dicho eso, ma?

Mamá: Porque no te quiero preocupar. Tú llegas muy cansada del trabajo, y aparte yo la saludó como si nada.

Candy: Mamá, hay personas que no olvidan, que son muy rencorosas. ¿Qué tipo de diferencias haz tenido con ella?

Mamá: Pues ya ves que luego tiende ropa en nuestra cerca, y eso se ve muy feo, y aparte lo mojado va a oxidar el fierro, le fui a decir, y se enojó. ¿Porqué no se compra más tendederos?

Candy: Ma, ¿le dijiste eso?

Mamá: No, eso te lo estoy diciendo a ti. Pero sí le dije que no quería que siguiera colgando su ropa mojada en nuestra cerca.

Candy: ¿Y qué te dijo?

Mamá: Pues, se enojó. Le dije con tacto y traté de ser lo más respetuosa que pude, pero reaccionó muy hostil, y hasta me amenazó con sacar el machete.

Candy: ¿El machete? ¿Qué? ¿Te estás oyendo? Eso es muy grave, mamá.

Mamá: Pues yo perdonó, hija.

Candy: ¿Y aparte de eso, haz tenido más diferencias con ella, mamá?

Mamá: Huy sí, muchas, después de eso. Pero siempre nos saludamos bien, hija.

Candy: Ay, mamá. ¿Y hace cuánto fue lo de la ropa?

Mamá: Hace como 4 meses.

Candy: ¿4 meses, mamá? Quizás te agarró coraje desde aquella vez y por eso mandó a su familiar a sacarnos de aquí y a hacernos maldades, como por ejemplo quemarnos la casa.

Mamá: Ayer la vi, y nos saludamos bien.

Candy: Ay, mamá, tú misma me has dicho que hay personas hipócritas.

Mamá: Lo que sé es que ella viene de un lugar donde la gente es muy violenta, hasta se matan entre familia por cualquier cosita.

Candy: ¿Ella te platico eso?

Mamá: Sí, ella me ha platicado. Y me dijo que por eso se fue de su pueblo y se vino a vivir con su familia a esta ciudad.

Candy: Ay, mamá, no puedo creerlo, no puedo creer que no me dijeras eso sobre esa señora. Con eso, ahora tiene mucho sentido lo de Carlos y lo del incendio. Que decepción.

Mamá: Hija, es que luego tú me dices que llegas muy cansada, muy estresada, ¿no crees que si te cuento ese tipo de cosas te vas a sentir peor?

Candy: Mamá. ¿O sea que hay muchas más cosas que no me has dicho? (Y le empiezan a salir lágrimas).

Candy: Si tú me hubieras dicho luego luego lo del machete, yo hubiera buscado otra casa para vivir, lejos de aquí.

Mamá: Hija, donde sea que vayamos va a haber problemas, no podemos estar huyendo siempre.

Candy: ¿Y quedarnos a que nos quieran quemar la casa, a que nos maten aquí, y todo por las disque "diferencias" que has tenido con una vecina?

- Mamá, entiende, fue en la noche, acuérdate, cuando podríamos haber estado dormidas. ¿Y si no nos dábamos cuenta del fuego por estar dormidas? ¿Si tú no hubieras estado despierta o cerca de la ventana? Mamá, quizás hubiéramos muerto. (Llorando).

Mamá: Hija.

Candy: Es que no entiendo, ¿cómo es que no me dijiste algo así?

Mamá: Ya te dije por que.

Candy: Eso no lo justifica. Y aparte viste lo que nos pasó, y no me dijiste tampoco.

Mamá: No pensé que tuviera que ver con doña Georgina.

Candy: Ahora entiendo más, por eso cuando llegaba a ver a doña Georgina en la calle no me saludaba.

Mamá: Pero si hasta a mí me saluda.

Candy: Sí, lo más seguro porque tú la saludas primero.

Mamá: Pues sí, soy amable.

Candy: ¿Amable con una persona que te amenazó con sacar el machete? ¿Qué crees que te hubiera hecho con él si lo hubiera sacado? Ay, mamá, ¿es que no piensas?

Mamá: Candy, no me hables así.

Candy: Ay, no, desde mañana...

Candy pensó: Ay, no, mañana tengo que ir a trabajar.

Candy: El domingo, solo si Dios quiere, voy a empezar a buscar otro lugar para vivir. Es más, ahorita voy a buscar en Internet a ver si encuentro algo.

- No puedo creer que no te importó arriesgar la vida de tus hijas y la tuya propia por según tú, no estresarme y preocuparme más de lo que ya estoy. En serio no lo puedo creer. Siento como si me hubieras traicionado.

Mamá: Perdón, hija. Ahora te voy a decir todo lo que me pasé. Pero luego no te vayas a estar estresando por eso, eh.

Candy: ¿Qué? ¿Y todavía? Tú no eres así, mamá, o al menos pensé que eras diferente.

Mamá: Hija.

Candy se fue a su cuarto y lloró mucho rato, y sin darse cuenta se quedó dormida.



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