Capítulo 23

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2017 d.C.

Al final le dije a mi tía que había estado en casa de Cristina. No se enfadó mucho, pero sí que me pidió que si volvía a llegar tan tarde que la avisara para que no se preocupara.

Yo seguía dándole vueltas a lo que había ocurrido con Haru y cómo había vuelto a la entrada del bosque. Sabía que lo ocurrido se encontraba en algún lugar de mi cabeza, pero me estaba costando mucho encontrarlo.

Sin embargo, desde que había ido al bosque sí que me estaba ocurriendo algo que cada día iba a más. Al principio tan solo me parecía verla a lo lejos y con un parpadeo desaparecía. Pero ahora veía a Inari por todas partes, en cualquier lugar y en cualquier momento. Era como un fantasma que me seguía a todas partes y no decía nada. Y yo me preguntaba si con aquello quería decirme algo, porque cada vez que había aparecido ante mí había sido con un mensaje. Aunque tan solo fuera una frase sin sentido, como cuando indirectamente me habló de Haru al salir de la biblioteca.

En ese momento volvía a casa de la escuela y el cielo estaba cubierto de grandes y gruesas nubes negras que ya empezaban a soltar las primeras gotas de lo que iba a ser una fuerte tormenta.

- Emma -oí que alguien me llamaba. Me giré, pero me encontraba completamente sola en la calle.

- Inari, -dije yo- ¿eres tú?

Volví a girarme en dirección a casa y me encontré a Inari delante de mí. Estaba completamente mojada y su rostro expresaba dolor.

- Emma, -volvió a decir- el tiempo se me acaba y solo tú puedes ayudarme.

- ¿Cómo puedo ayudarte? -le pregunté, preocupada por sus palabras.

El rostro de Inari dejó de expresar esa desesperación y pasó a estar completamente sereno.

- La tormenta se acerca, Emma -dijo, alzando la vista al cielo.- Y con ella mi fin.

Y dicho eso, desapareció como si nunca hubiera estado allí. Ese último comentario me dejó muy preocupada. Yo de verdad quería ayudarla, pero no sabía cómo. No sabía dónde estaba verdaderamente, qué le había pasado y por qué solo se mostraba ante mí y yo era la única capaz de verla. Aún había muchas cosas que debía entender antes de poder hacer algo y al parecer tenía un límite de tiempo.

Al llegar a casa mi tía ya tenía la comida puesta en la mesa y comimos en silencio.

- Estás muy callada hoy -me dijo.- ¿Te ocurre algo?

- No, tranquila -contesté, tragando la comida que aún tenía en la boca.- Tan solo pensaba.

- ¿Vas a salir esta tarde? -me preguntó, cambiando repentinamente de tema.

- No, ¿por qué? -quise saber.

- Ahora está lloviendo un poco, pero entre esta tarde y esta noche se ve que habrá una tormenta de las grandes. Dicen que hace tiempo que se nos venía encima una tan grande. Hace diez años hubo una en que un rayo destrozó el campanario de la iglesia... - a partir de allí dejé de escucharla. Todo estaba relacionado con lo que me había dicho Inari, pero no sabía cómo relacionarlo. ¿Qué tenía que ver la tormenta con ella? La verdad es que no sabía si esas pistas me ayudaban o me confundían aún más.

Aunque tampoco iba a hacerlo, mi tía me había pedido que no saliera más a la calle, así que me dirigí a mi habitación a hacer deberes.

Sentada en mi escritorio e incapaz de centrarme en las matemáticas esperaba que Inari apareciera y me dijera qué hacer. Sin embargo, no lo hizo. Y me inquietud y preocupación cada vez iban a más.

Y de esa forma se hizo de noche y llegó la hora de cenar. Se oían las gotas de la lluvia golpeando con fuerza los cristales de las ventanas y algún que otro trueno aún en la lejanía.

- Emma, -dijo mi tía- ¿de verdad estás bien? No has tocado tu plato y te veo un poco nerviosa.

- No, tan solo que tengo mucho que estudiar y estoy un poco estresada -mentí.

- Pues entonces acábate rápido tu plato y ve a tu habitación a seguir estudiando. Ya limpiaré yo hoy la cocina, así que no te preocupes.

Le agradecí con una sonrisa, me acabé mi plato y subí arriba. Me senté de nuevo en mi escritorio y me concentré en pensar algo que hacer con el tema de Inari y Haru, pero por mucho que pensara y pensara no se me ocurría nada. Estaba completamente en blanco.

Cerré los ojos un momento, estaba muy cansada y me dolía la cabeza. Y, sin darme cuenta, me quedé completamente dormida encima de mis brazos sobre el escritorio.

Desperté de golpe. Estaba tumbada en mi cama. El ambiente era extraño, todo parecía muy tranquilo, demasiado. Ya no se oían las gotas contra la ventana, parecía que la tormenta había acabado. Al fin y al cabo tampoco había sido para tanto.

Me levanté de la cama para ir a ver la hora en el reloj de mi escritorio, pero al pasar por delante de mi espejo algo llamó mi atención. Volví sobre mis pasos y observé mi reflejo o, mejor dicho, el reflejo de Inari. Imitaba mis movimientos, al igual que lo que se ve en un espejo normal, pero en vez de verme a mí veía a Inari.

Y de repente dejó de imitarme y se quedó observándome. Miré la hora del reloj en mi escritorio, pero estaba en blanco. Entonces, la Inari del espejo alargó un brazo que sobresalió del cristal y me ofreció su mano.

- ¿Quieres saber la verdadera historia? -preguntó.

Y, sin pensármelo dos veces, agarré su mano y tiró de mí hacia dentro del espejo.


~·~

¡Nuevo capítulo! Espero que lo disfrutéis y gracias por seguir leyéndome, ya está llegando a su fin esta historia <3


- P

Las Lágrimas de AnurWhere stories live. Discover now