Capítulo 18

2 2 0
                                    

2017 d.C.

En esos instantes, mientras mi padre le gritaba descaradamente al extraño chico que nos observaba desde el bosque, la realidad cayó ante mis ojos. Porque ese chico era Haru y lo único que Haru provocaba era la muerte.

Su mirada era impasible e indescifrable, fría y cortante, capaz de ver a través de ti. No sabía si para matar debía convertirse en ese ser oscuro o si con su forma humana también podía. Pero, la verdad, es que estaba asustada.

- Da igual, ignóralo y vámonos –dije, zafándome de su brazo e intentando salir de esa situación.

Por el momento parecía que Haru no iba a hacer nada. Se mantenía en el límite del bosque, observándonos. Lo que más me asustaba era que no conocía cómo iba a reaccionar. Yo ya lo había conocido una primera vez, delante de la estatua de Anur. Sin embargo, en estos momentos el ambiente era totalmente diferente, podría decirse hasta amenazador.

- Te he preguntado qué haces ahí mirándonos –le gritó mi padre. No lo conocía mucho, pero no parecía una persona con paciencia y fácil de calmar.

- Por favor, déjalo –le pedí yo, mirándolo con firmeza, demostrándole que lo decía muy en serio.

- ¿Por qué? ¿Lo conoces? –me preguntó, actuando como un padre que quería proteger a su hija, aunque para mí ya había dejado de serlo.

Lo que yo no entendía era por qué Haru se dejaba ver allí, tan cerca del pueblo. Yo pensaba que él y Anur se mantenían ocultos en el bosque y que se escondían cuando un humano se acercaba.

- No, no lo conozco, pero quiero ir a casa. –Cada vez estaba más nerviosa, mientras él seguía observándonos, observándome, apoyado contra la madera rugosa de un abeto de ramas largas y afiladas.

- ¿Tú ves normal que un tío se pasee en pleno invierno vestido así por el bosque? Seguro que está loco –dijo mi padre, empezando a dar pasos hacia Haru. - ¡Eh, chico! –le gritó para llamar su atención, aunque parecía que él no era consciente de la presencia de mi padre, mientras su mirada seguía fija en mí. -Te voy a llevar a comisaría y así quizás te ayudan a orientarte un poco, ¿de acuerdo? –le decía, en tono de burla.

Mi padre atravesó el puente y pisó el suelo del bosque, en dirección hacia Haru. Mi corazón cada vez latía más fuerte, a pesar del frío las palmas de mis manos sudaban y no se me ocurría nada para solucionar esa situación.

Y, entonces, cuando Haru apartó por primera vez su mirada de mí para centrarla en mi padre que se acercaba con pasos decididos, mi padre cayó de rodillas. Mi primer instinto fue pensar que estaba muerto, que Haru lo había matado. Sin embargo, mi padre se mantenía apoyado contra el suelo, respirando con dificultad y agarrándose el pecho con una mano.

- ¿Qué me ocurre? –oí que decía, hablando con dificultad.

- ¡Basta! ¡Para! –le grité a Haru.

Sin embargo, él me ignoró completamente. Así que salí corriendo y me interpuse entre él y mi padre. No es que estuviera súper preocupada por ese hombre y me fuera a afectar tanto como cuando murió mi madre, pero no quería más muertes. Haru ya había matado a Marc por romper un poco la estatua de Anur, pero en estos momentos mi padre no estaba haciendo nada que pudiera enfurecerle.

- Por favor, no lo mates, déjalo ir –le pedí. La verdad es que todo mi cuerpo temblaba ante él y mi corazón retumbaba contra mi pecho.

- Yo no le estoy haciendo nada, –dijo Haru, observándome de nuevo- es él quien se ha acercado a mí.

Entonces, él se me quedó observando de forma extraña, frunciendo el ceño, como si algo no encajara. Mientras, mi padre seguía hiperventilando y tosiendo.

Las Lágrimas de AnurWhere stories live. Discover now