Las Lágrimas de Anur

Capítulo 14

2017

Después de eso, de compartir ese momento con ella, de alguna extraña forma me sentía más unida. Era como si por unos momentos hubiera podido sentir todo lo que ella pensaba, todo lo que ella sentía; la felicidad de ese momento, mezclado con anhelo, dolor y tristeza. Y todos esos sentimientos se encontraban retenidos en lo más profundo de su corazón, oprimiendo su garganta y dando paso a las lágrimas.

Antes no entendía muy bien lo qué significaban esos sueños y visiones. Sin embargo, ahora sí. Ahora comprendía que lo que llevaba gritando con desesperación des del principio era ayuda. Yo quería ayudarla, estaba decidida a hacerlo. Sin embargo, no sabía cómo, no aún.

El frío invierno empezaba en el pueblo, algunas noches nevaba un poco, aunque cuando salía el Sol la mayor parte se derretía. Era sábado por la mañana, justo me acababa de despertar y, como cada mañana, a lo primero que se dirigía mi vista era hacia la montaña. Su presencia seguía cautivando mi atención y ahora aún más, sabiendo que tenía una relación con Anur y su verdadera historia.

Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana. Desde mi habitación se podían ver algunas partes del bosque nevadas, aunque cuando empezara a anochecer esa nieve ya se habría convertido en agua absorbida por los árboles que poblaban la montaña.

Recordé que, cuando había ido a la biblioteca a por información del pueblo para hacer aquel trabajo, en uno de los libros había encontrado una foto donde salía otro santuario para Anur construido en algún lugar del bosque. Si quería ayudarla, antes debía conseguir más información. Por ahora, solo me había mostrado alguna imagen de lo que parecía que había sido su vida. Sin embargo, tenía la sensación de que su historia no solo se resumía en ir a ver puestas de Sol. Su historia era algo mucho más grande e impresionante, mucho más de lo que jamás podría llegar a imaginar.

Así que desayuné con mi tía y me abrigué para salir a la calle.

- Voy un rato a casa de Cristina, ¿de acuerdo? –le dije a mi tía, que me observaba preguntándome a dónde iba.

- Está bien, no vuelvas muy tarde.

Yo asentí y salí al exterior. Era un día frío, al respirar se formaba un halo alrededor de mi cara. A pesar de eso, el Sol relucía en el cielo. Mientras caminaba en dirección al puente que me llevaría al otro lado del río para poder ir a la montaña saqué mi móvil y observé la fotografía que tomé en la biblioteca. En ese altar había dos personas, un hombre y una mujer. Puede que el hombre fuera el chico que me había encontrado el otro día y que también aparecía en mis visiones, a pesar de no parecerse en absoluto. Aunque, para ser sinceros, Anur tampoco se parecía en nada a la otra estatua. Esta era mucho menos detallada, con ángulos más rectos y con la expresión poco trabajada.

En el libro de la biblioteca también decía que el altar que yo estaba buscando se encontraba en el lado este de la montaña. Así que, una vez cruzado el puente, empecé a rodearla por un sendero que había siguiendo el río. Pasadas dos horas siguiendo el camino, me pareció distinguir unas piedras más blancas de lo normal entre los árboles. Así que me adentré en el bosque y, poco después, las vi.

Estaban cubiertas de maleza y se encontraban en peor estado que la otra. Partes de las rocas estaban desprendidas, faltándoles alguna extremidad. Esta ya era una representación más vulgar, más hecha por el hombre. La otra era demasiado perfecta, demasiado por haber sido esculpida por manos humanas.

Me encontraba a unos cuatro metros de las dos estatuas, cuando mi alrededor cambió, aunque no mucho. El día se volvió más soleado, las estatuas en perfecto estado y el clima más cálido. Sabía que estaba de nuevo en la vida de Anur, pero esta vez no era ella. Seguía siendo Emma en mi propio cuerpo. Escuché unos pasos y, entre los árboles, vi acercarse a Anur y a ese extraño chico de cabellos oscuros y ojos claros. Ambos pasaron por mi lado sin ni siquiera percatarse de mi presencia y se pararon delante de las estatuas, observándolas en silencio.