Capítulo 15

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1147 d.C.

Los años iban pasando, aunque no para ellos dos. Ambos se mantenían jóvenes y activos, viviendo en paz entre los árboles de ese bosque, escondidos del mundo. No necesitaban a nadie más para ser felices, con la compañía del otro les bastaba.

Inari se paseaba entre los altos abetos, acariciando la madera con la yema de sus dedos. En esos años sus poderes, sus habilidades o lo que fuera lo que poseía, se habían desarrollado. Era capaz de sentir la vitalidad de todos los seres vivos que la rodeaban, de aquellos que veían el mundo por primera vez y la vitalidad de aquellos que se apagaban para empezar un sueño eterno.

Acariciaba la madera rugosa y notaba la energía del árbol, recorriendo su tronco y cada una de sus ramas y hojas hasta las raíces sumergidas en la tierra. Y, cuando hacía eso, de alguna forma se sentía más viva, más conectada con su entorno, con su mundo. Respiraba profundamente y, con los ojos cerrados, se dejaba guiar por el bosque por la energía de los seres que había a su alrededor. Era como una prueba de confianza entre ella y el bosque y, sin darse cuenta, poco a poco, ella y él se habían ido convirtiendo en el alma del bosque.

Entonces, mientras acariciaba la madera manteniendo los ojos cerrados, otra energía entró en su campo sensorial, energía procedente de tres humanos. Siempre que iba gente al bosque, que eran pocas veces, ambos se mantenían alejados, adentrándose entre los árboles. Él siempre le pedía que se fueran lejos, porque sabía que le costaba mantener lo que su maldición le había provocado. Con un ser vivo cerca, -excepto con las plantas y árboles del bosque- la muerte se agitaba en su interior y luchaba contra su propia voluntad para escurrirse entre sus dedos y arrastrarse hasta el suelo, hasta albergar esa energía llena de vida y arrebatarla como si nada, como si se tratara de arrancarle un pétalo a una flor.

Sin embargo, esta vez Inari se encontraba sola y, desde que se escondía aquí en el bosque, que no veía a ningún ser humano. Así que su propia curiosidad pudo con ella y se dejó guiar por esa energía que la llamaba, guiándola entre los senderos y los caminos escondidos entre la maleza.

Cada vez notaba que estaba más cerca y, por alguna extraña razón, cada vez estaba más nerviosa e intrigada. Tras unos minutos oyó unas voces lejanas aproximándose hasta donde se encontraba ella. Parecían ser dos mujeres y un hombre. Y, entonces, los vio.

Andaban tranquilamente, recolectando hierbas que encontraban y las metían en cestas que colgaban de sus antebrazos. Inari se fijó más en ellos. Una de las mujeres era relativamente joven, parecía tener unos treinta años. El hombre era mayor, con el pelo canoso y una barba ostentosa, con una mano sujetaba una cesta y con la otra la mano de la otra mujer. Sin embargo, no fue ni el rostro de la mujer joven ni del hombre mayor lo que le llamó la atención y provocó que su cuerpo se paralizara por unos segundos. Sino el rostro de la mujer que sujetaba la mano del hombre. Era ese mismo rostro, unos años mayor, con arrugas en el rostro y algunos mechones de cabello blancos. Sin embargo, esa mirada era la misma, la misma mirada que le había entregado el cuchillo a su principal asesino, la mirada de una de las múltiples personas que había provocado que su vida se derrumbara una y otra vez. Era Elena, la mujer de la secta en la que había confiado y con la que había trabajado codo con codo.

Aunque su cabeza le decía que se fuera de ese lugar, su cuerpo entero le decía lo contrario, le decía que esa mujer debía sufrir como le había hecho sufrir a ella. Durante todos esos años en el bosque pensaba que había perdonado a todas las personas que habían hecho que su vida fuera peor. Sin embargo, ahora que la tenía delante, la sangre le hervía en las venas y la oscuridad empezaba a invadir todo su interior, apagando la luz y la sensatez que guardaba en su interior. Y, sin darse cuenta, había avanzado unos pasos detrás del árbol del que se escondía, poniéndose a la vista de las tres personas, a la vista de ella.

Las Lágrimas de AnurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora