Cita 2.

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— ¿Por qué estamos aquí? — cuestioné.

— Es nuestra segunda cita de aprendizaje. — Dijo Jeon — y has aprendido muy rápido, tanto que me asombras. Así que, esta vez pensé en algo diferente.

Había pasado una semana desde nuestra última cita de aprendizaje, y no me sentía más cerca de Jeon. Al contrario, me sentía más lejos y sumamente tonto.

Era clarísimo que hacía esto por lastima. Nada había cambiado, y la cuenta regresiva había iniciado, su boda estaba cada día más cercana. Y para aumentar mis condolencias, ambos parecían desesperados por consunar su amor, querían casarse lo más pronto. Era cuestión de días.

Lo cual aumentaba mi dolor en el pecho.

Jamás creí que el amor seria así, hiriente, o que el rechazo fácilmente puede apagar tu alegría de la manera más devastadora.

Terriblemente, la historía es así. No todo el amor es un cuento de hadas, no todo el amor es correspondido.

Sin importar el género, que te rompan el corazón no tiene género, mucho menos sexualidad.

Regresando a la realidad, Jeon sacó de su mochila un café. Café con aroma a chocolate, para ser exactos.

— ¿Café?

— Café. — Afirmó — el café enciende tus sensores y permite que todo lo que tu olfato perciba mejor los olores. Y pensé — dijo sacando una pequeña cuchara y colocando un poco de café en ella —  que sería una excelente terapia, para ti, oler un poco de café; abrir tus sentidos y comer un poco de fruta y queso que traje. Esta cita es simple; solamente percibir lo simple a tu alrededor.

No dije nada, solo le sonreí. Mi corazón se enterneció, de alguna forma tenía razón.

Estos último meses había perdido el camino.

Tomé la cuchara y la acerqué a mi nariz, cerré los ojos, absorbí el aroma a café y sentí como llenaba mi ser, un aroma fuerte pero agradable.

Así estuve unos segundos.

Al rededor de unos cuantos segundos más, alejé la cuchara y la dejé sobre la mesa. Para cuando abrí los ojos, sobre la mesa Jeon había montado unos recipientes.

— Son fresas, y diferentes tipos de queso. Un poco de vino, jamón y unas galletas. Luego de abrir tu sentido de olfato, podrás disfrutar mejor.

Hizo una pausa y me ofreció unas fresas, ambos tomamos una y luego un trozo de queso. Y sin duda, el café abrió mis sentido y la combinación dulce y salado explotó en mis papilas gustativas.

— ¿Estás seguro de casarte? — pregunté deseando haber sonado casual.

Este me miró y se encogió de hombros.

— Ella sin duda es muy importante para mí, entonces, casarnos supungo será consumar lo que ya existe entre ambos.

No pregunté más. Esta vez me sentía derrotado, solo quería seguir comiendo. Vaya que lo estaba disfrutando, y el silencio con Jeon jamás había sido incómodo. De alguna forma atenuaba mi dolor.

No sentí el tiempo, la comida sobre la mesa había terminado hace un rato, el atardecer estaba cayendo. Debía irme, aunque no quería.

Estabámos cerca del trabajo de Jeon, era mi día libre y acordamos que yo le esperaría al finalizar su turno. Para mi sorpresa el día ya estaba muy avanzado eran las 5 de la tarde.

Cuando estaba apunto de romper el silencio para despedirme, una voz hizo que ambos voltearamos en su dirección.

Era ella.

Su prometida, venía a paso rápido, al llegar se abalanzó en sus brazos y lo besó, Jeon la recibió gustoso, y devolvió sus besos.

Auch.

Decidí irme en silencio, estaba seguro que ninguno lo notaría, parecían absortos en sus burbuja de besos.

Y así fue, me fui con un hueco en el corazón, una segunda cita y mis papilas gustativas deseando ser yo.




Bésame. Where stories live. Discover now