25. Para la Max que está perdida.

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Max notaba con cada día la mejoría en su estado físico. Se incorporó lentamente hasta quedar sentada y acercó el tripié médico hacia sí, para poder levantarse de la camilla y hacer una pequeña ronda en el interior. Se sentía inquieta. Por más que había luchado por prepararse mentalmente para hablar con Kate, aún no sabía cómo iba a sacar el tema en cuanto fuera a visitarla. Debía ser clara y firme, así como aguantó los lacerantes embates de la filosa lengua de Chloe, tenía que permanecer cual roca con Kate. El problema era, que se sentía mucho más débil ante las lágrimas que a las demostraciones coléricas. Ciertas chicas explosivas se habían encargado de inmunizarla.

Se paró junto a la ventana y observó los dibujos que Kate había hecho durante el coma y que expresaban sus buenos deseos, sus plegarias para que se mejorara y, sobre todo, el gran cariño que le tenía. Vació un poco de agua en un vaso, pues sentía la garganta seca sin despegar la vista de ellos. Le parecían hermosos. Y, entre más los observaba, menos ganas tenía de romperle el corazón, pues indudablemente, eso pasaría. El objetivo era hacerlo de la forma menos dolorosa posible.

Se estaba terminado el vital líquido cuando escuchó el sutil clac, cloc de las zapatillas bajas de su novia. Había aprendido a distinguirla con el tiempo y estuvo completamente segura de que era ella. Ese tímido y pausado caminar no podía ser otro más que suyo. Nada que ver con el sonido amortiguado de los zapatos deportivos de Chloe y lo pesado de su caminar.

A Max casi se le resbala el vaso por el nervio de pensar en que tan solo unos pasos la separaban de la entrada de Kate y eso tan solo le anunciaba el inicio del intenso episodio que estaba por experimentar. No quiso empezar con el pie izquierdo y pensó que era mejor que su novia no la encontrara fuera de la camilla, por el bien de su salud emocional. No creyó adecuado empezar con un regaño de su parte. Temblando y con las rodillas flaqueándole, se apresuró hasta la camilla, donde se supone debía estar recuperándose en absoluto aburrimiento.

En una posición más que incómoda, su creciente ansiedad le hizo llenar de nuevo el vaso con agua, derramando un poco de su contenido de paso. Se lo llevó a los labios y se enjugó abundantemente la garganta tratando de refrescarla. Cuando la perilla giró y la puerta se abrió revelando, en efecto, la silueta de la chica con el cabello recogido; tosió como resultado de haber olvidado cómo se suponía que debía tragar el agua y, en definitiva, cómo se suponía que debía comportarse una persona convaleciente normal. Cuando Kate la vio toser descontroladamente, se apresuró en asistirla y acarició con suma delicadeza su espalda con la intención de que su contacto le trasmitiera alguna clase de alivio.

― ¡Dios mío, Max! ¿Estás bien, linda?

Bravo, Supermax. No querías que se preocupara por ti y es lo primero que haces. ¡Empezaste de maravilla!

―No te preocupes...―Contestó la castaña aun tosiendo y tratando de recuperar el control de su voz―. Estoy bien, sólo fue un descuido.

―Menos mal...―la adorable y tímida chica contestó aliviada―. Me alegra ver que cada día te pones mejor. No estaba segura de si era buen momento para visitarte, porque tenía miedo de haber venido demasiado temprano y encontrarte durmiendo o de haber interrumpido tus cuidados diarios. Qué bueno que no fue así.

Allí estaba su amabilidad de nuevo. Su bondadosa persona era todo un reto para la integridad de Max a quien el estómago le dio una intensa sacudida cuando escuchó que, en toda la oración de su contraria, ella era el centro de sus preocupaciones. Se sentía de lo peor. No creía ser acreedora de tanto cariño.

―Kate yo...

Se aventuró a decir, pero las palabras le salían atropelladas y se le atascaron en la garganta.

[Life is Strange] Mi última esperanza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora