19. Sentimientos ocultos (1).

138 5 9
                                    

¡Por lo que más quieras, Rachel, no te atrevas a mirar! ¡No lo vayas a hacer, no hay forma de que tu novia deje pasar esto!

― ¿A qué estás esperando? Te he dicho que te tomes la pastilla.

― ¿Qué tan podrida estás, Victoria? No puedo creer que sigas empeñada en dañarme; hasta el punto de involucrar a Max.―Bufé casi sin poder contenerme.

La sola idea de razonar con la víbora frente a mí había naufragado hace mucho, pero, mis palabras ya no obedecían a la lógica sino fluían acompasadas de cada emoción que me atravesaba. Tan vertiginosas e intensas que no podían ser disimuladas. Necesidad había tampoco. Me conocía mejor que nadie y si pudiera mirarme en un espejo, seguramente cada una de mis expresiones faciales eran manifiesto claro de la furia que me gobernaba. Sabía que de nada ayudaba, sino todo lo contrario, era una clara confirmación de lo afectada que me tenía la situación. Simplemente, ya no estaba en mí reprimirla. Victoria sabía exactamente qué es lo que me dañaría más y no dudó ponerlo en práctica.

―No tiene caso que intentes convencerme. ¿Sigues sin entender tu posición aquí? ¿Seguirás presionando mi paciencia hasta usar la brutalidad en ustedes?

Tragué saliva junto con mis futuras maldiciones y gran parte de mi impotencia. Ella tenía razón, toda la maldita razón. Si no había espacio para negociaciones ni para apelar a su juicio o compasión, solo quedaba un único camino: seguir sus demandas al pie de la letra. Por más ridículas que fueran. Pero... eso se sentía demasiado.

» ―No te resistas ya. De igual forma no tienes opciones; nunca las tuvieron. ¿Por qué no sigues el ejemplo de Maxine y te tomas las pastillas de una puta vez? ―Prosiguió indiferente a mis remordimientos anticipados.

―Vamos, Rachel. Parece que no tenemos alternativa.―Intervino Max inesperadamente resignada. La Max valiente que se había jugado todo para salvarme de Jefferson y la que había enfrentado a Victoria nada más descubrir sus desagradables actos, se había ido a algún lado. Desde que había vuelto en sí su espíritu de lucha había sido opacado por la gravedad de la situación. Y no era para menos, la desesperanza estaba logrando colarse también en mí. Pero no podía rendirme, de lo contrario, estaba segura de que iba ocasionarle un pesar innecesario a Chloe. Y esa idea no me agradaba en nada.

―Te ves demasiado tranquila. ¿No has procesado bien lo que ésta quiere que hagamos? No importa cómo se lo expliquemos a Chloe; si es que salimos de aquí.―Agregó en un susurro.― No se lo va a tomar bien, aunque le expliquemos que Victoria nos amenazó a las dos.

― ¡Ya lo sé! Sé muy bien que a Chloe no le gusta compartir, la conozco bien. De todos modos, ¿quién querría compartir pareja? Pero ya la has visto: está completamente desquiciada. Puede "convencernos" a golpes o peor...

―Ya va siendo hora que dejen de platicar entre ustedes. Me estoy impacientando.

Aparté la vista de la silueta en ropa interior de Max. La desesperación me había alcanzado y ya no podía ocultarla. Tenía los dientes tan apretados por la frustración que sentía. La situación se le estaba escapando de las manos, cada vez se sentía más real la sensación de peligro y la incapacidad de cambiar las circunstancias me carcomía desde dentro. Rechazaba ser el instrumento para la depravación de Victoria y, sobre todo, repudiaba la idea de satisfacer su estúpida venganza.

Un profundo sentimiento de malestar se asentó en mi pecho de tan solo pensarlo, el tipo de malestar indescriptible que da cuando has fallado muchas veces en algo que te esfuerzas. No haber podido mejorar un poco nuestra situación me afectaba a tal grado de sentirme como si realmente me estuviera enfermando. Eso y quizá un poco de orgullo mal encaminado me impedían actuar con resignación y tranquilidad.

[Life is Strange] Mi última esperanza.Where stories live. Discover now