7. Desenso a la locura.

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Ninguna respuesta. Ninguna esperanza. Las ataduras no cedieron en ninguno de los intentos para liberarme. No había mucho más por hacer. Lo había intentado todo y fallado estrepitosamente. Sólo me rendí. No conocía nada y aunque tuviera la posibilidad de volver a usar mi retroceso en el tiempo, terminaría donde empecé. De cualquier forma,  decidí sellar mis poderes y pensaba mantenerlo. Así que, prácticamente hablando, me encontraba imposibilitada de hacerlo. Me faltó agregar, que tampoco tenía el total control sobre mis visiones. Estaba, ciertamente, en la peor situación posible.

¿Y si el responsable no era Jefferson? ¿Qué haría? No sabía lo suficiente de Nathan para actuar sobre la marcha. Mucho menos en el peor de los casos si el crimen fuera perpetuado por una persona totalmente desconocida.

Logré percibir un tenue sonido proveniente de la puerta metálica. Con seguridad, alguien se aproximaba. Intenté serenarme. No podía exponer lo débil que me sentía aunque en realidad estaba muerta de miedo.

La pesada puerta rechinó y tras el sonido de las pisadas en el concreto, logré visualizar la silueta del maldito de Jefferson. ¡Bien! Por lo menos eso me daba algo de ventaja. Sólo me restaba procurar que el bastardo no adivinara cuánto lo odio. Y otra vez pensé en lo útil que sería fingir como lo hace Chloe. Jefferson se aproximó hacia el escritorio donde estaba la computadora y tomó la mejor cámara de todas las que estaban en el cuarto, aquella que, presumo, era su favorita.

—¡Vaya Max! Parece que ya estás despierta. No creí que serías tú la primera en hacerlo. Demonios. Perdí la oportunidad de capturar la belleza de tu esencia, pero no te preocupes. Nos sobra tiempo para ello. Además, ahora mismo, no eres el foco de mi interés. Vine especialmente por ella. Ya va siendo hora de que despierte.

Opté por demostrar completa ignorancia.

—¿Profesor Jefferson?, ¿De qué habla?, ¿Usted es el responsable de esto? ¿Cómo terminé aquí?

—Silencio, Max. Harás que pierda la mejor toma. Necesito capturar la belleza—y se posó detrás de mí para arrastrar mi silla fuera del encuadre—. Alégrate, serás testigo en primera fila de mi arte.

Después de moverme hacia el costado izquierdo de la sala y colocar la otra silla en el centro del lienzo blanco, entre los reflectores, esperó paciente. Tal vez a que ella se despertara o eso me pareció. Y en ese instante recordé los delirios y obsesiones de Jefferson. Quería «inmortalizar la belleza» y creía que ello se manifestaba solamente cuando el modelo estaba en un estado semi inconsciente. Según él, de esa forma era más bello y puro porque el modelo era más honesto consigo mismo. Sin el velo de la vanidad ni las posturas falsas. Quizá tendría una oportunidad si fingía congeniar con sus ideas. Era lo único a mi alcance así que me decidí a intentarlo.

Desde mi nueva posición pude observar más detalles. Sinceramente ya no estaba segura si  se trataba en realidad de Kate, parecía completamente diferente. El color de cabello podría confundirse, sí, pero pude apreciar mejor que la tonalidad era un poco más clara que la de mi amiga, quizá alguna tonalidad de rubio. Tampoco me especializaba en la identificación de colores. Además, la chica en cuestión, llevaba el cabello suelto y era extremadamente lacio. A Kate nunca la había visto con el cabello suelto, pero podía intuir que el suyo era más bien ondulado. También pude notar otros detalles que me hicieron casi afirmar que se trataba de otra persona. La chica frente a mí era estructuralmente  más delgada en comparación con Kate; es más, toda su complexión lo era.  Delgada, alta, acuerpada... podría enlistar un largo etcétera de las características que las diferenciaban.

La mitad superior de su rostro estaba cubierto por un pasamontaña negro, y vi que llevaba un listón del mismo color en su cuello. Vestía una blusa de tirantes roja y unos pantalones cortos verde oliva que mostraban unas piernas delgadas y firmes. No tenía idea de quién podía ser, pero estaba segura de que Jefferson tenía un buen ojo. Era una excelente modelo y ejercía una extraña atracción a quien la mirase, incluso si se encontraba en tan lamentable estado. Me limité a observar. No podía hacer otra cosa.

[Life is Strange] Mi última esperanza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora