CAPITULO VEINTITRÉS

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LUNES: llegué con una resaca horrible a la universidad y existí nada más.

(No todos mis días son entretenidos, pero hey he pasado toda la tarde haciendo tarea de patronaje)

Estoy apurada, mi clase ha comenzado hace ya quince minutos y yo me encuentro corriendo por todo el campus para llegar a mi salón el cual se encuentra en el cuarto piso hasta el final de pasillo.

Me es imposible detenerme a tomar aire o sujetarme de algún barandal, pues llevo las manos ocupadas con reglas gigantes, cuadernos y telas con las que trabajaremos hoy.

En cuanto llego al salón el profesor no detiene la clase, simplemente me mira mal y recibo una que otra mirada de desaprobación por parte de mis compañeros; Pues ya deben de estar acostumbrados a que llegue tarde o a que simplemente ni me aparezca por aqui.

Tomo un asiento junto a Hazel, en las otras mesas no conozco a mis compañeros, aunque llevemos bastante tiempo juntos.

Comparto unos murmullos con Hazel preguntando que estamos haciendo o de que carajos habla el profesor y al parecer estamos discutiendo sobre la moda actual y en que están basadas las tendencias.

Parece un abrir y cerrar de ojos cuando la clase termina, todos toman sus cosas y se preparan para marcharse, pues tenemos clase hasta dentro de dos horas.

—Señorita Elizabeth Rose —Me detiene el profesor cuando estoy a nada de cruzar la puerta.

Miro a Hazel pidiéndole auxilio, pero ella simplemente me indica con la cabeza que vaya a donde está el maestro.

—¿Sucede algo? —Conozco esa cara de decepción con preocupación a la perfección, jamas he sido una alumna destacada ni mucho menos.

—Quiero hablar sobre tu desarrollo académico —Se sienta en la esquina de su escritorio y entrelaza los dedos. El profesor Hank es una persona joven, bastante guapo y con una manera distinta de enseñar, pues jamas he querido pegar el ojo en una de sus clases cosa que es un logro y tambien es esa clase de maestro que le gusta sentirse cercano a sus alumnos.

—Ya sé a dónde va todo esto —Me paso una mano por el cabello y relamo mis labios mientras busco un discurso sobre mi falta de disciplina —Estos últimos meses han sido caóticos y muy extraños, es como si mi vida hubiera dado un giro de ciento ochenta grados en un pestañeo.

—Tranquila —Con su mano hace una seña de calma —Estoy al tanto de su situación, sé que sufrió la perdida de una amiga cercana y eso puede afectar en muchas cosas —Pero... —Pero la conozco, aunque no lo crea Elizabeth, seamos sinceros, aunque usted tenga la atención de una mosca para las clases, sus calificaciones no sean excelentes. Puedo ver el potencial que tienes en esta carrera, te voy a dar un consejo; No descuides tu futuro ni tus gustos principales por terceros.

—Vale, muchas gracias —Le sonrio y torpemente hago una especie de referencia. Joder los maestros con autoridad me ponen tan nerviosa.

—Aun no termino.

—¿Sí?

—Debes de entregar los cinco trabajos que te faltan, o reprobaras la materia.

—Se los tendré listos lo antes posible, en serio.

Salgo del salón velozmente, incluso más rápido que cuando estaba llegando tarde hace unas horas.

Por suerte Hazel está en el pasillo cabizbaja mirando su móvil.

—¿Te ha ido mal? —Hace una mueca.

—Ya sabes, el típico discurso de motivación.

—También me lo ha dado a mi —Comenzamos a caminar juntas hacia el primer piso —Este pueblo es tan pequeño que cualquier persona nos mira con lastima por haber perdido a una amiga.

Caótica bellezaWhere stories live. Discover now