CAPITULO CUATRO

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Después de volverme loca probándome todos los vestidos, bolsos y tacones que me ha comprado Gisselle con la tarjeta de Evan, optó por ponerme un sencillo vestido rosa ceñido al cuerpo con un tipo de tela que simula ser látex.

—Podría besarme a mí misma ahora —Muerdo ligeramente mi labio superior mientras me analizo en el espejo.

—Oh por dios —Giss curvea sus labios hacia arriba formando una enorme sonrisa —Tambien quiero besarte ahora mismo. Vamos, esto amerita un trago —Me toma de la mano y me saca de la habitación de invitados para llevarme a la cocina de Evan.

Gisselle abre el refrigerador y rueda los ojos con fastidio al ver que no hay absolutamente nada para beber. Sin embargo, como si fuese magia la puerta del apartamento se abre y por ella aparece Evan con cuatro bolsas inmensas llenas de bebidas y comida.

—Ya regresé, espero que ustedes estén listas —El chico deja las bolsas en el suelo y suelta un suspiro agotador, pues aunque está en MUY buena figura, se perfectamente que por alguna razón llevar las bolsas del supermercado es un trabajo agotador.

—Lo estamos —Giss da una vueltecita luciendo un diminuto vestido azul oscuro.

—Vaya, hiciste que luciera medianamente atractiva —Evan me recorre el cuerpo rápidamente con la mirada, mantiene el gesto serio y sus músculos relajados. Oh, ¿Tan poco atractiva soy para él?

Lo ignoro completamente, me siento junto a Giss en el salon y esperamos a que Evan deje las compras en la cocina y se marche a su habitación para cambiarse de ropa.

Nosotras nos mantenemos en un extraño silencio algo incomodo, hasta que el celular de ella emite un sonido.

—Hum —Se rasca la nuca —Ya llego Rau, me ire con él —Hago un ademan de levantarme para ir con ella —Oh, ¿Te importaría esperar a Evan? Llegaremos todos en autos diferentes; Por si tenemos que huir del bar.

—Vale... —Contesto.

En cuanto más tiempo pasa, más me aburro. Por lo cual me levanto del sillón y camino a la habitación de invitados, en donde se encuentran más de diez vestidos descansando en el armario.

Sin pensarlo, me quito el vestido rosa y lo cambio por un conjunto, el cual consta de una minifalda roja y un top, si es que puedes llamar así a una tira que literalmente solo cubre mis pezones.

Ni siquiera tengo que mirarme al espejo para saber que me veo extremadamente sexy y provocadora, Simplemente arreglo un poco mi cabello, respiro profundo intentando recolectar toda esa seguridad que tengo para seguido dirigirme a la habitación de Evan.

—Llevo esperándote una eternidad, ¿Cuánto tiempo más tardaras?

—¿Te han enseñado a tocar las puertas? —Da media vuelta, y yo tengo que obligarme a cerrar la boca y tragar saliva para disimular lo que estoy viendo. Pues lleva puesto un traje completamente negro, vestimenta que a mi parecer podría ser más atractiva que un hombre sin camiseta.

–La verdad es que no —Noto como su mirada viaja directamente a mis pechos casi desnudos.

—Cambiaste tu vestido —Cada musculo de su cuerpo se tensa y aprieta la mandíbula para continuar poniendo esa mirada de póker característica en él.

—Lo sé —Encojo los hombros restándole importancia —¿Te gusta? —Me paro a su lado, para mirarnos en un inmenso espejo de cuerpo completo —Joder, somos una pareja falsa bastante atractiva.

—Me da completamente igual lo que vistas —Se hace a un lado, para caminar hacia su baño y ponerse loción.

Sin que me mire le muestro mi dedo corazón. Literalmente no le ha podido importar menos que voy prácticamente desnuda.

Caótica bellezaWhere stories live. Discover now