CAPITULO SIETE

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—No tengo todo el día para esperar a que respondas —El hombre da un paso hacia mí.

—¡Esto no está bien! —Evan se interpone poniéndome detrás de él, siendo él al que su padre le apunta ahora.

—Dile a tu noviecita que hable —Me sorprende que Raúl Montenegro, sigue firme con la pistola apuntando hacia su hijo —Deja de mentir mujercita, ¡Dinos quien es el bastardo de tu padre! —En cuanto alza la voz, por un momento siento como me hago pequeñita, Sin embargo, aprieto los puños y una sonrisilla vacilante se asoma por mis labios.

—¿Quieres saber quién es mi padre? —Aparto a Evan y levanto la mirada para verlo directamente a los ojos.

—Habla.

—Mi padre es Álvaro Rose —El silencio y la tensión en esta habitación cuando pronuncio su nombre es bastante difícil de soportar, pues a todos se les ha descompuesto el rostro —El hombre que te traiciono, ¿Es así? —Entrecierro los ojos burlonamente.

—Ahora veo de donde viene toda tu prepotencia —Raúl rie malévolamente —Que suerte tenemos algunos, y tu más.

—¿Ah sí?

—Vas a reunirte con tu padre de la misma manera que yo lo mate. El retándome con la mirada, como si no se estuviese cagando de miedo por dentro, y yo con todo el poder en mi mano.

—¡Es suficiente! —Evan le grita a su padre, gesto el cual hace que su madre se tape los ojos por el terror.

—¿Defenderás a esta zorra?

—Es mi novia —Evan aprieta la mandíbula y se planta delante de su padre.

—Es una traicionera, solo se está metiendo en tu mente y en tus pantalones para vengar a su padre, es obvio.

—¡No es así! —Responde a gritos, pero Raúl le da una bofetada que le hace girar el rostro a Evan.

—¡No puedo creer que tengo un hijo tan idiota!

—Si la vas a matar, tendrás que matarme a mi —Puedo ver la furia de Evan en sus ojos, literalmente desparrama coraje.

—No me tientes —Le susurra su padre y le coloca la pistola en el estómago.

—Imbécil —En medio de mi shock es lo primero que consigo decir, atrayendo la atención de todos hacia mi —Deja en paz a tu hijo y a tu mujer —En este momento mi cuerpo entero me suplica que deje de hablar y que mis piernas se queden plantadas en el piso. Pero no lo permito.

Respiro profundo y camino hacia Raúl Montenegro, Mejor conocido como el diablo. Ahora veo por qué lo nombran así.

Miro a Evan rápidamente, espero que con mi mirada haya podido decirle lo agradecida que estoy por literalmente casi morir por mí; Seguido miro el arma del hombre, y mientras la sujeta con fuerza yo la guio hasta mi frente.

—Tu no vas a matarme —Jamas había hablado tan en serio como ahora —No estoy aqui por venganza como tú crees, ni mucho menos por mi padre. Álvaro Rose jamas fue nada para mi —Trago grueso —No voy a dejar que hieras a tu hijo o a cualquier persona por mí; si alguien va a matarme, esa voy a ser yo misma —Y con todo el valor del mundo lo miró fijamente a los ojos, siento como mis manos sudan, mi corazón late lo bastante fuerte como para salirse de mi pecho. Pero solamente puedo permitirme pensar en el que tengo que ser valiente, no puedo dejar pasar mas tiempo.

Aprieto el gatillo.

No pasa absolutamente nada.

Cierro los ojos y aprieto nuevamente el gatillo con más fuerza, de nuevo nada pasa.

Caótica bellezaWhere stories live. Discover now