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En medio del espectáculo romántico que se desplegaba en las redes sociales, los comentarios efusivos y las ensoñaciones de los seguidores se multiplicaban. 

"Viste ese beso?, se sintió como una verdadera película romántica"

"Yo vendería mi alma al diablo para que Suguru lleve mis tacones en sus manos y después me bese con esa profundidad". 

"Él es tan dulce con ella, yo quisiera que Suguru tambien me pusiera de fondo de pantalla"

Sin embargo, en medio de este juego de apariencias, Naoya experimentaba una molestia latente. 

Aunque no sentía ni una pizca de amor por Kae, la idea de compartirla con el mundo le irritaba.

Su posesividad, impulsada por motivos menos románticos, se manifestaba. A pesar de que su relación con ella no era más que una ilusión, Naoya sentía cierta propiedad sobre la chica de la luz particular, una luz que él, con su astucia, había identificado como sinónimo de éxito.

La razón detrás de esta relación falsa se escondía en el dinero, siempre en el dinero. 

Kae irradiaba una singularidad que atraía la atención, y Naoya sabía que ella poseía las cualidades necesarias para destacar, sobre todo en el mundo masculino al ser tan linda y tener talentos con sus manos que pondrían a cualquier hombre a gemir 

Su destreza y encanto no escapaban a la percepción de quienes la observaban, y Naoya no podía permitirse renunciar a la oportunidad de beneficiarse de esa conexión.

Así que, mientras los comentarios en las fotos celebraban la aparente dulzura de Suguru hacia Kae, Naoya mantenía su propia narrativa interna. 

Una incomodidad persistente se presentaba en él, un detalle en el meollo de la situación que no le gustaba del todo y que amenazaba con desentrañar su planeación cuidadosamente tejida.

Naoya, con la mirada fija en su telefono, se vio interrumpido por la presencia de Kae en su campo visual. Ella se estaba preparando para otra de sus citas falsas, un ritual que ya se había vuelto familiar en su intrincada farsa.

—¿Qué haces, corazón? — Kae le preguntó con una sonrisa mientras finalizaba sus arreglos.

Naoya, en su característico tono de "inocencia", la cuestionó — ¿Por qué te arreglas tan linda para él? — Añadió con cierta amargura — Él no valorará tu esfuerzo.

Kae respondió con una sonrisa sutil, acercándose para despedirse — Me arreglo para mí misma. — Le dio un beso en la mejilla y añadió — Nos vemos luego.

La respuesta de Kae no hizo más que agitar los sentimientos de Naoya, quien no pudo contener su impaciencia — ¿Por qué no me besaste en los labios? Estoy ansioso por ti.

Kae, con una risa incómoda, le explicó — Porque estoy besando a Suguru y besarte a ti por el momento sería raro. — Tomó sus cosas y se encaminó hacia la salida — En cuanto acabe el contrato, prometo que te dejaré la cara llena de besitos. — Sin más preámbulos, abandonó el departamento y corrió hacia la van que ya la esperaba. 

Naoya quedó solo, con sus pensamientos y esa sensación de malestar que no lograba sacudirse.

...

Estar en primera fila de un evento como ese era emocionante, especialmente para alguien que jamás había asistido a un juego deportivo y, según sus propias palabras, era bastante mala en cualquier deporte. Sin embargo, la felicidad que experimentaba Kae en ese momento era inexplicable, y parte de esa emoción se debía a los niños del orfanato que Suguru había invitado personalmente al juego.

Boyfriend- Suguru GetoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora