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—Tu contrato equivale a 7 millones por tres meses, solo debes pretender ser la novia de Suguru Geto y ya es todo ¿aceptas?

Esa era la frase que había dado inicio a... muchas experiencias y sentimientos encontrados 

En un mundo donde las expectativas familiares a menudo se entrelazan con las elecciones personales, decidir estudiar la carrera de maquillista y estilista puede resultar un tanto polémico, especialmente cuando provienes de una familia construida por puros hombres, los cuales ostentan títulos en ingeniería. 

Para Kae Mizune, este camino se convirtió en un desafío que no solo implicaba aprender las técnicas y habilidades del maquillaje y la estilización, sino también enfrentarse a un entorno que, desde su infancia, le había inculcado valores asociados a actividades consideradas más tradicionalmente "masculinas"

Kae, no obstante, demostró ser una superviviente de esta catástrofe cultural. Desde temprana edad, mientras sus familiares varones la introducían en el emocionante mundo de la lucha libre, la fórmula 1 y el fútbol, ella forjó su propio camino, explorando la paleta de colores y la creatividad en la transformación estética. En lugar de conformarse con las expectativas preestablecidas, se adentró en un universo artístico donde cada pincelada y cada elección de estilo se convirtieron en expresiones únicas de su personalidad.

Claro que durante un tiempo esto la entretuvo pero... Al entrar a la secundaria descubrió que, a pesar de las influencias masculinas que la rodeaban, adoraba la feminidad y todo lo asociado a las "cosas de chica". 

La secundaria se convirtió en un escenario de autodescubrimiento, y Kae se preguntaba por dónde empezar con estas nuevas preferencias que despertaban en su interior.

Las faldas se convirtieron en un primer paso hacia la expresión de su feminidad. Descubrió en ellas una forma de libertad y expresión que contrastaba con la rigidez de los roles de género que había conocido. La sensación de la tela ondeando a su alrededor representaba una liberación, un símbolo de su propia autenticidad emergiendo.

Los zapatos con tacones se sumaron a esta travesía, llevando a Kae a nuevas alturas, tanto físicas como emocionales. Cada paso resonaba con una confianza recién descubierta, desafiando la idea de que ciertos elementos de la moda eran exclusivos de un género.

El maquillaje se convirtió en un lienzo para expresar su creatividad y resaltar su belleza única. Kae aprendió a apreciar cómo cada trazo de delineador y toque de color podía realzar su personalidad y comunicar su verdadera esencia.

Los accesorios, desde aretes hasta diademas, se convirtieron en detalles que marcaban la diferencia. Kae descubrió que eran más que adornos; eran símbolos de su propia transformación, una celebración de la diversidad y la riqueza de las expresiones femeninas.

Pero sobre todo, el descubrimiento más revelador llegó a través del estrellato del K-pop, estaneando a un grupo en particular, Kae se dio cuenta de que sus intereses habían evolucionado. 

La música y la estética del K-pop resonaron con ella de una manera que el fútbol y los autos nunca lo hicieron

Incluso ser fiel seguidora de cierto grupo la hizo dedicarse a lo que es actualmente

Desde el momento en que descubrió a EXO, Kae se sumergió en el mundo de la música, la moda y, sobre todo, el maquillaje. Su sueño se cristalizó con la esperanza de convertirse en la maquillista y estilista de esta destacada agrupación que debutó en 2012.

Dedicó días y noches enteros a perfeccionar sus habilidades de maquillaje, tomando como referencia a los miembros de EXO, quienes se convirtieron en sus musas y guías en este viaje de autodescubrimiento. En particular, su miembro favorito del grupo se destacaba por la forma en que llevaba el delineador, convirtiéndose en una fuente de inspiración constante para Kae.

Boyfriend- Suguru GetoWhere stories live. Discover now