Extra (2) Manual for Ash Jones 13

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El rut de Karlyle se presentaba con regularidad, pero el nivel de deseo sexual no era severo en cada ciclo. Por su puesto, en comparación con lo habitual, sentía un fuerte deseo. Sin embargo, cuando se tomaba los inhibidores, su libido se calmaba un poco.

Incluso cuando Ash se hacía cargo de su rut, en lugar de correr hacia él como loco, Karlyle lo guiaba, y aliviaba su deseo mientras lo domesticaba. Y por lo general de ese manera, el rut desaparecía después de un par de días.

Pero Ash Jones, este hombre... 

Karlyle abrió los ojos cuando sintió que sus intestinos eran aplastados salvajemente. Su cabeza estaba en blanco. Y mientras sus lágrimas fluían sin parar, sus ojos le picaban y dolían como si se los hubieran pisoteado. No tenía voz. Debido a los gemidos y los gritos, su garganta lastimada apenas lograba emitir jadeos entrecortados.

La parte inferior de su cuerpo estaba entumecida. Podía sentir lo que estaba sucediendo, pero se había corrido tanto que ya le dolía el pene y el ano. Sus muslos y piernas estaban débiles. Ni siquiera tenía la fuerza para mover un solo dedo.

Karlyle solía dormir menos de cinco horas al día y no tenía problemas para desempeñar su trabajo. Siempre fue fácil para él realizar tareas que requerían fuerza física, como montar a caballo o cazar. Nunca había perdido en squash o tenis, y tenía buena resistencia porque la había mantenido durante mucho tiempo. Entonces, podría decirse que esa era la primera vez que su cuerpo estaba tan exhausto.

—Ah, Ugh, por...favor... 

Con el paso del tiempo, Ash se volvió menos hablador. Sin pronunciar palabras lascivas que avergonzaban a Karlyle, él lo atacó como una bestia irracional. Sus ojos brillaban de color negro. No había podido salir de la habitación en tres días.

Pero obviamente había salido. Ash lavó al desmayado Karlyle una vez en medio de todo. Sin embargo, tuvo sexo con él en la bañera tres veces.

Además de eso, bajó a la cocina una vez, pero después de menos de media hora de sueño, Ash fue directamente a buscar a Karlyle, y tuvo sexo con él sobre la mesa. La casa de Ash tenía una sola sala y una cocina, con una pared de vidrio que la separaba del jardín. Por lo tanto, fue la primera vez que Karlyle experimentó la extraña experiencia de que alguien lo estuviera viendo desde afuera, mientras era penetrado.

Karlyle nunca había imaginado que un comedor podría ser un escenario para el sexo. Pero antes de que Karlyle pudiera escapar del impacto, Ash lo levantó y lo tomó en el suelo. Y su día pasó en esa condición.

Estaba claro que su madre, Alice, era muy perspicaz. Si no le hubiera dicho que se tomara un descanso, Karlyle se habría ausentado del trabajo. El día de San Valentín pasó rápidamente. En lugar de un evento romántico, Karlyle estaba experimentando una sensación de placer excesivo, que podría volverlo loco.

—¡Ah, Ugh, ah, ah, uh...!

El agujero lleno de semen ya no necesitaba lubricante. Cada vez que el pene entraba y salía, burbujeaba. Burbujas de semen blanca, parecida a la espuma, se escurrían por el agujero.

El agujero apretado, que se estiraba por el grosor del pene, no sabía como cerrarse, con un color rojizo en lugar de rosa. Karlyle tenía miedo de que se quedara así.

Tumbado boca abajo, Karlyle logró correrse, quizás decenas de veces. Existía un límite de eyaculaciones diarias para los hombres. El semen exprimido ahora era similar al agua, por lo que Karlyle comenzó a moverse hacia atrás en lugar de hacia adelante. Por supuesto, en el proceso, hubo varias ocasiones en las que derramó agua como antes. Las sábanas seguían mojándose y pegándose desagradablemente a su cuerpo.

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