Tercera Semana (Segunda Parte)

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Ash le preguntó si le gustaría darse una ducha con él. Karlyle rechazó su propuesta hasta el punto en que se comportó de manera muy fría al escucharla. Nunca antes se había bañado con nadie, y de alguna manera pensó que sucedería algo impredecible si lo hacía. Ash sonrió levemente y le dijo que estaba bien.

La ducha tardó mucho más de lo habitual. Quizás estaba nervioso. Y el hecho de que estuviera nervioso, lo deprimió. Intentó repetir lo mismo que Ash le había hecho anteriormente.

Los dedos con los que estaba frotándose el cuerpo bajo el chorro de agua, tocaron su área secreta y se apartaron. Karlyle se sintió abrumado por una indescriptible sensación de vergüenza, al recordar los dedos de Ash clavándose en su agujero y el placer que había sido transmitido por ellos.

Su escepticismo no desapareció fácilmente. Todavía no podía imaginarse en qué cambiaría si llegaba hasta el final con eso. El resultado de esas últimas tres semanas le había demostrado que una relación entre un Alfa y un Alfa era posible, y cuando Ash Jones lo besaba...

Karlyle, que había estado pensando en eso, terminó de bañarse. Su mente era un desastre, como si sus pensamientos estuvieran mezclados en una caja.

Era mejor dejar de pensar en eso. Tratando de recuperar su compostura, Karlyle salió del baño. Ash se estaba bañando en la habitación de invitados, ubicada junto a la habitación de Karlyle.

Al entrar en la habitación, Karlyle se detuvo ante el leve olor a hierba. En el lateral de la habitación, había una puerta que conducía a la terraza las dos ventanas. Ash estaba parado entre la puerta abierta.

Podía ver sus anchos hombros y su suave espalda. Sus músculos, que eran difíciles de apreciar bajo la perfecta silueta de su ropa, estaban bellamente tejidos. Su cintura delgada se destacaba debajo de su musculosa espalda, que dibujaba una curva perfecta.

Su mirada descendió gradualmente. La parte inferior de su cuerpo estaba cubierta a medias con una toalla. Karlyle dejó de mirar allí. Y después de apretar los ojos con fuerza sin darse cuenta, abrió la boca. Estaba muy avergonzado.

—... ¿Te hice esperar?

Entonces Ash se dio la vuelta. Su cabello mojado se sacudió sobre su frente dibujando unas suaves ondas. El rostro debajo del cabello que se veía más negro de lo habitual, de alguna manera parecía diferente. El rostro que daba la impresión de ser suave, lucía más erótico que de costumbre.

—Bonito jardín, Karlyle.

Ash, quien le dio un cumplido en un tono sencillo, se acercó a él. Pude ver que de su pecho se deslizaban algunas gotas de agua hacia abajo. La clavícula, que se estiraba recta y firmemente, y el pecho debajo de ella, eran tan sólidos como su espalda. Ash parecía haberse convertido en una persona realmente diferente con la adición de un rostro amable y gentil y un cuerpo bien manejado.

—Siento haber entrado sin tu permiso.

—No.

Ash, naturalmente, se paró frente a Karlyle. Los ojos de Ash tocaron el cuerpo de Karlyle en su bata de baño. Sus ojos risueños recorrieron lentamente su cuello. Su piel se sentía entumecida dondequiera que él la mirara. Finalmente, sus ojos se fijaron en el área debajo de su abdomen. Ash sonrió.

—¿Quieres que te ayude a secarte?

—No tienes que... .

—Te vas a resfriar.

Karlyle nunca había tenido un resfriado común desde que se convirtió en un adulto. Pero antes de que pudiera señalarle eso, Ash lo llevó a la cama en un abrir y cerrar de ojos y lo sentó sobre ella.

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