Septima Semana (2 parte)

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Karlyle tuvo dificultades para calmar su corazón después de pasar la noche del viernes pasado en la casa de Ash, y quedarse con él hasta el sábado por la mañana. La voz de Ash diciendo que era una excepción, resonaba en sus oídos sin siquiera intentarlo.

Karlyle pasó toda la semana conectando las situaciones que había compartido con Ash, como por ejemplo, la tarjeta azul que le dio el día que lo llevó a ver a su familia, la forma en la que presionaba su cuerpo hacia abajo mientras le decía que la sonrisa incómoda que le mostró sin darse cuenta era bonita, y el momento en el que regresó por él.

Ahora, se encaminaban a su octavo encuentro. Después de esta semana, su relación estaría muy cerca del final. Karlyle tenía muchas dudas en su cabeza. Aparte de sus sentimientos evidentes y desbordados, primero pensó si debían continuar reuniéndose.

La razón le aconsejaba constantemente que organizara sus emociones y que volviera a asumir su papel original, pero a partir de cierto momento, las emociones que iban más allá de la razón, continuaron alentándolo a sacar otras conclusiones.

No quiero estar con nadie que no sea Ash. Quiero quedarme con él. Quiero tomar su mano, besar sus labios, y mezclar mi cuerpo con él. Quiero ver la cara sonriente de Ash para siempre.

En la imaginación de Karlyle, esas suposiciones se basaban en un periodo de por vida, y también necesitó mucho tiempo para reprimir su propia vergüenza y estupidez. Incluso después de que logró calmarse, su conclusión fue que quería seguir viendo a Ash un poco más.

—Entonces, ¿cuál es el camino? —El inminente deseo que había estado floreciendo durante mucho tiempo, continuó seduciendo a Karlyle a medida que crecía gradualmente de tamaño. Quería decirle algo a Ash. Quería hacerle una propuesta con la que nunca había soñado en su vida, diciéndose a sí mismo que si no lo soportaba con fuerza, podría estallar muy pronto.

Si bien Karlyle podría estar equivocado sobre el hecho de que Ash pudiera querer tener algo más con él, era poco probable que Ash le hiciera una propuesta como esa primero.

Por lo tanto, la única forma era que él le ofreciera algo primero. Y si ese era el caso, quería hacerlo dándole a Ash una muestra de su corazón, como se hacía tradicionalmente.

—...me quedé pensativo por un momento.

Entonces, para obtener su ficha, debía esforzarse un poco más, para seguir ganándose el favor de Aiden.

—Lo siento, Aiden.

Entonces Aiden le respondió a Karlyle. Eso significaba que debía seguir su ejemplo. Karlyle estaba un poco reacio, pero finalmente le siguió la corriente.

—Lo siento.

—¿Y por qué no dices mi nombre también?

Karlyle se quedó mirando a Aiden. Sus brillantes ojos verdes, estaban llenos de picardía. Aiden sonrió y estiró la mano para tocar la mejilla de Karlyle. Karlyle lo evitó. Era obvio lo que haría, si le hubiera permitido tocarlo.

—Pensé que habías corregido ese hábito.

—Lo hago porque no te ríes demasiado.

Aiden se había obsesionado bastante con la idea de ver el rostro sonriente de Karlyle desde una edad muy temprana, y una de las acciones que surgieron de esa obsesión errónea, fue poner las manos en las esquinas de la boca de Karlyle para estirarlas.

Era tan molesto, que Karlyle se lo permitía algunas veces, e incluso seguía intentándolo a pesar de estar en esa edad. Y mientras Karlyle se levantaba como si no tuviera nada más que hacer allí, Aiden lo siguió.

—Está bien, me conformaré con que me llames Aiden.

Karlyle pronunció su nombre con calma, en un tono bondadoso.

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