Epílogo (Final)

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La mano de Ash se hundió en su ropa. Después de quitarse la chaqueta del traje, Karlyle solo llevaba puesta la camisa, por lo que las mano su mano podía hundirse fácilmente en la delgada camisa blanca del traje. Fue escalofriante. Aturdido, Karlyle se estremeció incapaz de encontrar un lugar donde poner sus manos.

—Eso es... 

Tenía que pensar en una excusa. A decir verdad, fue porque le costó descubrir como debía sacar esa palabra de su boca. Pero la mano de Ash se lo impidió. Los dedos de Ash recorrieron con suavidad su espalda, como si le estuviera haciendo cosquillas.

—Ugh, ah, ah—gimió Karlyle. Su cabeza se quedó en blanco. Se excitó tan rápido, que ya estaba terriblemente distraído. Mientras se encogía de hombros, Karlyle se apoyó nerviosamente sobre el torso de Ash.

Acostado, Ash vestía un cárdigan de punto grueso y una camisa de mangas cortas. Podía sentir claramente los fuertes músculos de su pecho debajo de las palmas de sus manos. Dondequiera que tocara, era muy excitante.

—La segunda regla es ser honestos. Lyle, a menos que sea realmente difícil ... quiero que me digas todo lo que piensas.

Con las yemas de sus dedos levantadas, Ash le acarició la espalda un par de veces más. Karlyle flexionó su cintura y apretó las palmas con fuerza. —Uf, ah—sus cejas indefensas se curvaban y enderezaban rápidamente. El pene debajo de sus pantalones ya estaba medio erecto. Girando su torso, Karlyle apenas pudo asentir con la cabeza.

—Ah, yo, lo sé, ah.

—Está bien, entonces, Lyle, ¿puedes decírmelo de nuevo? ¿Por qué es inapropiado?

Su dedo índice se deslizó a través de su piel suave. Los dedos que bajaron se detuvieron en su cintura. Ash frotó el surco inclinado y lo rodeó con los dedos. El movimiento de su mano justo antes de hundirse en sus pantalones lo hizo esperar algo.

—Porque, yo, ah, no confío, ah, no.

Para su vergüenza, siguió gimiendo. Karlyle levantó una mano y se tapó la boca. Ash lo miró con cara somnolienta. Entonces, inclinó un poco la cabeza y extendió la otra mano, dejando una mano por encima de su cintura. Ash sonrió, mientras tomaba la mano con la que Karlyle se cubría la boca.

—¿No lo odias?

—...Sí.

Su mano bajó al mismo tiempo. Una mano que Karlyle no supo cuándo había girado hacia adelante tiró de su cinturón. El cinturón se aflojó en un instante. Karlyle se sorprendió por el crujido que hizo al abrirse y miró hacia abajo. Ash se rió casualmente.

—Entonces... 

Ash hizo otra pregunta con una voz más baja que antes. El dorso de su mano le rozó el pene. Karlyle cerró los ojos con fuerza porque su mano frotó ligeramente la punta de su pene firmemente levantado. Exhaló un cálido aliento.

—¿Qué piensas ahora?

Karlyle casi se derrumba al escuchar su voz baja y tentadora. No fue hasta que confesó que quería hacerlo con Ash, que Karlyle negó con la cabeza.

Tan pronto como vio a Ash hoy, había algo que quería hacer. Ese fue el principal objetivo de su visita. Y Karlyle era un hombre muy responsable que, si tenía un objetivo, se aseguraba de terminar el trabajo de todos modos.

Pero Ash Jones aún no lo sabía.

—Aparta, tus manos, Ash...Ash.

Karlyle se apartó de Ash con gran autocontrol. Y mientras jadeaba, lentamente se arregló la ropa. Se preguntaba cómo diablos, Ash pudo desatarle el cinturón tan rápido.

Define La RelaciónOnde histórias criam vida. Descubra agora