Capítulo 32

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Camila.

Estoy feliz, no logró pensar en otra cosa que eso, me levanté, puse música, baile por mi departamento y cante, sin ningúna restricción, ni vergüenza, me aliste para ir a trabajar y complete el comercial de Shampoo con un ánimo que no parecia real, porque no me gustan para nada estos comerciales.

A pesar de terminar todo el cronograma de Simón y además con él acompañándome a todos lados, he podido mantener mi felicidad.

Cuando llegó a casa de mis padres porque hoy me ha tocado venir a la parrillada o mi papá me quita su apellido.

Todos están en el jardín, el olor a carne asada llena el lugar, logró ver a los empleados antiguos de papá, a sus esposas y también a algunos niños jugando.

—Si viniste —mi hermana hace que todos giren a verme, se abalanza hacia mí y le devuelvo el abrazo.

—Llegó la niña ¿Recuerdan cuando me acompañaba al taller y se ensuciaba toda porque quería ser como su padre? —papá se acerca y besa mi cabeza—, ahora es toda una dama, ni se ensucia las uñas y no sabe cambiar una llanta.

—Eso sonó a decepción —se ríe y regresa a voltear la carne.

Saludo a todos y al final termino sentándome en una silla cerca de la mesa que está a un costado de dónde asan la carne, beso la mejilla de mamá.

—Menos mal viniste, tu papá quiere presentarte a Brendan —arrugó la nariz.

—Es muy encantador —lo adula Marlene, es la esposa de uno de los amigos de papá.

—Es guapo, hermana —Sofi me tiende un vaso antes de sentarse en frente de mí—, es jugo de fresa.

—Debes ser cordial —miro a mamá sorprendida.

— ¿Cuándo no lo he sido? —se ríe.

—Por favor, Camila, la última vez fingiste un desmayo para evitar conocer al hijo de mi ex compañera de yoga —Sofia suelta una carcajada.

—De lo más chistoso.

— ¿Qué comportamiento es ese? ¿No te quieres casar, cielo? —Flavia me mira como si no entendiera a los jóvenes—, eres de esas.

Flavia es la esposa que siempre me pregunta cuando me casare y si voy a tener hijos, que la fertilidad es fuerte en la juventud.

Solo porque ella recién tuvo un hijo, todavía a esa edad tan adulta es bueno que todo saliera bien, pero me dice que si ella pudo, yo podré con muchísimos más.

—Las cosas no fueron así —habló después de tomar un sorbo del jugo—, tal vez no me casaré.

—Terrible esos pensamientos de los jóvenes de ahora —prosigue Flavia.

—Que bueno que mi hijo logró conseguir una buena mujer —comenta otra señora, como si alguien le preguntó y además ¿insinúa que no soy una buena mujer?

—La persona que logré enamorar a mí hija se llenará de dicha, felicidad y suerte, no hay nadie con un corazón más grande que el suyo —mi mamá contraataca habiendo entendido igual que yo.

—Recuerda que te quería emparejar con su hijo, debe estar resentida —me susurra Sofía sin que nadie escuché.

—Al fin volvió —Marlene señala la entrada donde está un hombre joven con dos sacos de hielo en cada mano—, Brendan.

Es alto, algo fornido de hombros, de ángulo rectangular debido a que sus piernas no parecen ir acorde a sus hombros, cosa que les sucede siempre a los gym Bros que solo les gusta trabajar brazos. Su piel es bronceada, tiene un rapado como corte militar, eso parece hacerlo ver más rudo.

Lo que nunca dije Where stories live. Discover now