11. Calabazas

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"Que no lo veas no significa que no esté ahí".
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"Que no lo veas no significa que no esté ahí"

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Después de ese vergonzoso acontecimiento, Bella llamo a su lechuza; era de color negro y las puntas de sus plumas eran grises, sus ojos azules como los míos, era un animal hermoso.

—Te presento a Kill —El ave se poso sobre su brazo y me miró amenazante—. Es una lechuza inteligente, astuta y ágil. —Presumió Trix con orgullo.

—¿Segura que no habrá problema si me la prestas? —Busque en mi maletín la carta con destino a la Hilandera.

—¡Que sí! No tengo inconveniente. —Se acercó a mi mostrándome a Kill. Saque la carta y se la ofrecí al ave, está dudosa y en cámara lenta la tomo con su pico y me observo fijamente.

—Tienes que susurrarle el lugar a donde debe ir. —hablo Bella.

—¡Oh! Claro...-—Acerque mi rostro al ave que no despegó su mirada de mí—. Cokeworth, al final de la Calle de la Hilandera. —Sin decir nada más, abrió sus hermosas alas y ascendió al cielo, hasta perder su diminuta silueta por las montañas.

—¿Ves? Eso era todo. —Dio media vuelta Bella.

—Y ¿Cómo llegara si nunca ha visto mi casa? —La detuve antes entrar al castillo.

—No me preguntes, simplemente lo saben. Ahora, vamos al comedor.

—Como tú digas... —La seguí observando los distintos retratos colgados en la pared, era curioso de ver cómo se movían de un lado a otro.

—Rena... —Mire a Bellatrix la cual me estaba dando la espalda.

—¿Qué sucede? —Detuvimos el andar en medio del pasillo, algunos estudiantes caminaban para la misma dirección de nosotras.

—He querido preguntarte algo desde la mañana —Dio media vuelta para mirarme con una expresión seria—. La quemadura en tu hombro... —Me tense a la simple mención de la cicatriz que aún no sanaba del todo—. ¿Quién fue? —Veía a los adolescentes y niños pasar por nuestro lado, sin detenerse a mirarnos, Bella no apartaba su mirada oscura de mi persona, lo que me provocaba cierto nerviosismo.

—Lo viste... —Pase mi mano por mi cabello con frustración, odiaba mentir—. Tobías..., fue Tobías. —Sus cejas se fruncieron.

—¿Tú padre muggle? —Su expresión cambio a una molesta, verdaderamente molesta—. ¡¿Quién se cree ese asqueroso muggle?! —gritó llamando la atención de algunos alumnos que se veían por los pasillos—. ¡Incluso si eres una mestiza, tienes sangre Prince!

—Bella, olvídalo —Trate de calmarla un poco—. Llegaremos tarde al desayuno. —Cambie el tema de conversación, tome su mano y seguimos avanzando. La azabache estuvo refunfuñando y soltando maldiciones todo el trayecto faltante al Gran Comedor, sin embargo no soltó mi mano...

𝓔𝓵 𝓝𝓲𝓭𝓸 𝓭𝓮 𝓢𝓮𝓻𝓹𝓲𝓮𝓷𝓽𝓮𝓼 - 𝐻. 𝑃.〘𝙼𝚎𝚛𝚘𝚍𝚎𝚊𝚍𝚘𝚛𝚎𝚜〙Where stories live. Discover now