"No importa cuánto trates de huir, el pasado siempre te perseguirá". . . .
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Me había golpeado fuerte por la caída y la cabeza me daba vueltas, ni siquiera podía ver con claridad, así que esperé a que mis ojos se acostumbraran a la penumbra del lugar.
—¡¿Dónde te metiste, paliducha?! —Oí gritar a aquel fantasma de circo —. ¡¡Arruinas la diversión!! —Se quejo con molestia, hasta que su voz se perdió en la lejanía. Me levanté del suelo y divisé una pared dura como una roca y gris cuál polvo. Busqué una salida con la mirada, pero no encontré nada, el pasadizo que me condujo a este lugar estaba completamente cerrado arriba de mi cabeza.
—¡Por favor, ábrete! —Toqué la pared tratando de encontrar cualquier cosa, una salida o una salida secreta, pero era inútil, estaba atrapada en un pequeño cuadrado que no me traía buenos recuerdos.
Odiaba los lugares cerrados.
Comencé a hiperventilar sin poder evitarlo, me apoye contra la pared tratando de controlar el temblor que se apoderaba de todo mi cuerpo. Agarre con fuerza mi pecho para aliviar esa punzada que crecía con cada jadeó que soltaba. Fui descendiendo lentamente hasta llegar al suelo y mi respiración no se lograba tranquilizar.
Me ahogaba
—A-algui... en a... a-ayu-da... —Las lágrimas no se hicieron esperar y la desesperación me invadió, moriría aquí, sola y sin que nadie lo supiera. El aire ya no llegaba a mis pulmones, se atascó en mi garganta y eso causó que poco a poco perdiera el conocimiento...
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—¡Por favor, papá!
—¡Cállate! ¡Son unos malditos monstros!
—¡Tobías, detente!—Mamá forcejeo con él para que dejara de golpearme.
—¡No te metas, maldita bruja!—Empujó a Eileen tan fuerte que cayó al piso con un sonido sordo y un quejido de dolor.
—Mamá... —Sollocé viendo que no se levantaba.
—Cuando te veo, es como ver a esa zorra, ¡me repugnas!—Me dio un fuerte puñetazo que me hizo tambalear y caer de rodillas.
