"Manten a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más cerca." .
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La pregunta me puso algo incómoda, definitivamente Rodolphus era lo que aparentaba, una persona observadora y calculadora, que notaria hasta el más mínimo detalle que sus ojos vieran.
—Sí, bueno, es algo estúpido, así que lo prefiero omitir. —Bellatrix me miró un par de segundos fijamente, más no dijo nada.
Cuando terminamos de comer cada uno se fue a su respectivo salón de clases, no sin antes compartir algunos de sus dulces conmigo, un gesto que me pareció muy lindo y como dijo, Rosier me llevo al aula en dónde ya se encontraban algunos estudiantes.
—Te agradezco mucho Rosier. —Se despidió con un gesto de cabeza y se marchó silenciosamente, lo vi doblar en un pasillo hasta desaparecer de mi vista, lo que me hizo recordar las palabras de mi madre.
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—Escucha cariño, ahora qué fuiste aceptada en Hogwarts y probablemente quedar en Slytherin debes saber algunas cosas, ¿recuerdas que te hablé de los sangre puras?
—Sí, lo recuerdo y también que Severus y yo somos mestizos.
—Así es, y a algunas personas no les agradan los de sangre combinada, no quiero sonar discriminadora, pero sabrás con facilidad quienes serán. Por favor Serena, trata de mantenerte alejada de ellos, sabes que te amo y no quiero que te lastimen, mi cielo. —Acarició mis cabellos suavemente dando un beso en la frente.
—Tal vez, estabas equivocada madre...
Entré en silencio sin mirar a nadie, sentándome en una de las sillas del fondo al lado de la ventana ese sería mi lugar especial desde ahora. Un grupo de no más de cuatro estudiantes se acercaron a mi y no precisamente con buenas intenciones.
—No llevas ni dos días aquí y ya te volviste una mascota. —Una azabache hablo parándose al frente mío junto a sus amigos, estos rieron después de ella, los demás en el aula estaban observando todo en silencio, expectantes de lo que estaba pasando.
—Mantente alejada de Lucius. —Demandó una niña de cabello rubio y ojos verdes dando un paso al frente, resaltando de su grupo, era evidente que era hermana de la chica anterior, ya que lo único que las diferenciaba era el color de sus melenas.
—Della, Ella, creo que ya fue suficiente. —susurró uno de los chicos que estaba al lado de la rubia.
—¡No te metas, Ed! —Le reprendió la azabache, el otro niño con igual cabello rojizo que el anterior, pero más oscuro no dijo ni opino nada al respecto, solo observo todo.
