10. Sentimientos cálidos

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"Las circunstancias extrañas requieren medidas extrañas".
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"Las circunstancias extrañas requieren medidas extrañas"

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El viernes llegó mucho más rápido de lo que esperaba y con el, mi felicidad de volver a hablar con mamá y Severus.

Enviaría mi carta luego de desayunar, el único y mayor problema es que no tenemos una lechuza y mucho menos dinero para comprar una. Suspiré algo triste, se escucharon tres golpeteos en la puerta, me levante extrañada, ya que aún faltaba más de una hora y media para el desayuno, abrí la puerta y encontré un par de ojos grises mirándome fijamente.

—Buen día. —Me sonrió Bella achinando sus ojos, me hice a un lado y ella paso a dentro, ya estaba cambiada, lo cual se me hizo extraño, era muy temprano.

—Buen día, Bellatrix ¿Sucede algo? —Se sentó en mi cama ocasionando un pequeño rebote, me miró y frunció el ceño—. Pregunto porque es temprano. —explique rápidamente para que no pensara que la quería echar.

—Nada en general —Se encogió de hombros restando importancia—. No podía dormir, así que preferí venir acá—Recostó su cuerpo en mi cama, ya tendida, mirando al techo—. Andrómeda se acostó ayer tarde, por lo que aún debe estar durmiendo, Narcissa se levanta de último minuto y luego estás tú... —Hizo una pausa y se puso erguida mirándome—. Dijiste que los viernes podrías mandar cartas, ¿verdad?

—¿Lo recuerdas? —Le cuestioné, remojo sus labios con su lengua antes de contestar.

—¿Por qué no lo haría? —Cuestiono está vez ella. No creí que recordara algo tan insignificante, además... ¿A qué venía todo esto?—. ¿Cómo enviarás la carta? —Hizo otra pregunta sin dejarme contestar la anterior.

—No lo sé —Me sinceré, no había una razón por la cual mentir—. No tengo una lechuza y tampoco creo que mi madre consiga una.

—No tengo inconveniente en prestarte la mía, incluso te la puedes quedar si quieres. —Quedé en silencio, sin saber que responder, creo que había escuchado mal.

—¿Es en serio? —No pude ocultar el tono de sorpresa y algo de duda.

—¡¿Por qué te mentiría?! —Me hablo algo molesta—. No tengo razones para mentirte y tampoco digo palabras vacías. —Sus ojos se habían tornado negros, diferente a los grises los cuales había visto apenas entró.

—No me malinterpretes, Trix —Me adelante y con algo de vergüenza, me obligue a seguir hablando—. L- lo que pasa es que es la primera vez que alguien está dispuesto a darme algo. —Agache la cabeza con pena. ¿Estará pensando que doy lastima? Yo, yo no quiero que se sienta en la obligación de tener caridad conmigo.

𝓔𝓵 𝓝𝓲𝓭𝓸 𝓭𝓮 𝓢𝓮𝓻𝓹𝓲𝓮𝓷𝓽𝓮𝓼 - 𝐻. 𝑃.〘𝙼𝚎𝚛𝚘𝚍𝚎𝚊𝚍𝚘𝚛𝚎𝚜〙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora