Capitulo 17

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En el corazón oscuro de la maldad, La crueldad teje su siniestra verdad. Palabras afiladas como cuchillos, Cortan almas, causando tormentos sencillos

...

La oscuridad devoraba su entorno, mientras la venda sobre sus ojos le privaba de la visión. El constante eco de una gota caída resonaba en la inmensidad del lugar, indicándole que se encontraba en una habitación amplia y desolada. Se retorcía al percibir los pasos de alguien acercándose inexorablemente, intentando liberarse de las ataduras de las cuerdas que le oprimían los ante brazos, mientras el gélido suelo entumecía sus rodillas lastimadas. Al escuchar el chirriar de la puerta al abrirse, dio un respingo y se vio sobresaltada, ahogándose en su propio jadeo debido a la mordaza ajustada con crueldad.

La luz la envolvió por completo al abrirse la puerta, revelando su frágil y menuda figura en la oscuridad. Vestía un delicado vestido blanco, notablemente desgastado y casi translúcido, incapaz de resguardarla de las noches gélidas que enfrentaba en ese inhóspito lugar. Temía, incluso en estaciones no invernales, sucumbir al frío extremo. Sus bellos rizos dorados, antes radiantes, se veían enmarañados y sucios, desprovistos de su antiguo esplendor. Los labios, una vez coloreados como el coral, habían perdido toda su vivacidad, y su tez pálida confería la impresión de estar atrapada en un estado cercano a la muerte en vida.

Podía percibir la respiración de la figura que la observaba fijamente desde la penumbra, sin aún cruzar el umbral. Un silencio sepulcral se apoderó de la escena, extendiéndose como una eternidad, hasta que finalmente escucho los pasos acercarse pausadamente, hasta que se encontró a escasos centímetros de ella. Su respiración era notablemente intensa. Acarició suavemente el rostro de la joven, siguiendo el contorno hasta llegar al nudo de la mordaza, aflojándola con cuidado. Al liberarse de esa presión, soltó un jadeo y pudo inhalar profundamente. Sin embargo, a pesar de recuperar la capacidad de hablar, permaneció en silencio.

_ ¿tienes sed?

La voz de esa persona resonaba con suavidad y gentileza, sin embargo, su tono naturalmente grave dejó en claro que pertenecía a un hombre. Antes de que pudiera articular una respuesta, percibió cómo él le acercaba el odre a los labios, y la sensación del líquido frío descendiendo por su garganta fue un bálsamo para el ardor que la consumía. Una vez saciada su sed, opto por romper el silencio. 

_ Ijekiel...

Lo llamo con voz áspera

_ ¿Dónde esta Félix? ... ¿Y Lili?

Eso era lo único que ansiaba saber: si estaban bien. No podría calcular cuánto tiempo había transcurrido desde que quedó atrapada, privada de sus sentidos, perdiendo por completo la noción del tiempo. Desconocía si habían pasado días, semanas, años o apenas horas. Sin importar la medida, cada momento le parecía una eternidad lejos de los afectuosos abrazos y el cariño de su madre, lejos de gentiles cuidados de Lili, sin poder ver la deslumbrante sonrisa de Félix.

_ Es muy noble que te preocupes por ellos, pero temo que no están mejor que tu

Otra voz le respondió. Su timbre era mas agudo, propio de una joven dama. Escucho a Ijekiel levantarse para recibirla de pie y La de hebras doradas no le quedo otra opción que guardar silencio.

_ Parece que tienes un gran interés en nuestra invitada, joven duque. Espero que puedas ocultarlo frente a tu prometida, ya que de lo contrario, ¿Quién se aguanta un arrebato de celos de Jeannette?

La joven de ojos esmeralda le reprochó, a lo que él simplemente contestó desviando la mirada con un gesto de desinterés, aunque era algo digno de tener en cuenta. La realidad es que a ninguno de los dos les importaba en lo más mínimo Lady Magrita.

❦ 𝕿𝐧𝐜𝐨𝐧𝐦𝐞𝐧𝐬𝐮𝐫𝐚𝐛𝐥𝐞 ❦Where stories live. Discover now