Capitulo 11

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La envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento 

. . .

¿Soy solo yo, o todos están actuando de manera extraña últimamente?_ Me preguntaba mientras disfrutaba de una buena taza de té de naranja y miel. Mi encuentro con el emperador fue hace tres días, y desde entonces todos actúan de manera peculiar. Félix baja la cabeza cada vez que me ve, Lilian siempre hace una reverencia cuando paso, las sirvientas me tratan con sumo respeto, y los guardias no se atreven a mirarme a los ojos. Además, hay un espacio considerable entre ellos y yo, unos cinco pies por lo menos.

_ Marianne_ llamé a mi dama de compañía, que estaba al lado del carrito con todos los postres.

Ella de inmediato se acercó y hizo una reverencia sin alzar la mirada hasta que yo se lo permitiera.

Levanta la cabeza, querida_ le ordené suspirando. Le he dicho más de mil veces que no haga eso, pero ella insiste.

Dígame, Su Alteza_ respondió, dejando que por fin viera sus hermosos ojos grises.

¿Por qué todos están actuando tan extraño?_ mi pregunta la sorprendió. _ Los guardias ya no hablan conmigo como antes, y ustedes me tratan como si fuera la emperatriz_

Marianne me miró con ojos grandes, y ante mi inocencia, no pudo evitar soltar una pequeña risa. Me quedé embelesada; Marianne era preciosa, más aún cuando sonreía.

Bueno, Su Alteza, eso es porque ya no es una simple maga, es la consorte de Su Majestad el Emperador_ explicó la pelinegra con una sonrisa.

Me quedé en blanco. Era la consorte de Claude, y apenas me había dado cuenta. Se me había olvidado que los encuentros como esos no eran tomados a la ligera. Si una mujer le cedía su virginidad a un hombre, ese hombre sería su compañero de vida, en caso de que sea una joven noble.

Claude no era cualquier hombre; era el emperador de uno de los imperios más grandes y prósperos de la historia. Ese hombre no gobernaba el mundo solo porque le daba pereza. Era obvio que todos me tratarían con sumo respeto después de estar con él. Ahora era su consorte, la mujer del emperador, su concubina, la reina de su cora... "Lo último lo dudo mucho," pensé con un gran sonrojo en mis mejillas.

Tomé otro sorbo de té. Bueno, ser la mujer de Claude debía servir para algo. Yo qué sé, poder empezar mi propio negocio, que nadie cuestione mi palabra, darle más seguridad a Athanasia. Pero de algo me debe servir estar con ese emperador engreído que tiene mi corazón latiendo tan rápido como las hélices de un helicóptero. Debe servir para algo.

¿Qué beneficios tiene ser la consorte de Su Majestad?_ pregunté pensativa.

Bueno, creo que su pregunta es poco exacta, Su Alteza_  me corrigió con respeto Marianne _Ya que un emperador puede tener muchas consortes_

Ah, cierto, el emperador por lo general tiene un harén_ pensé, tomando una galleta y comiéndola de un solo bocado.

Su Majestad el Emperador Claude tenía un harén, que residía en el Palacio Rubí_ me explicó pensando que no sabía.

Bien dicho, "tenía"_ pensé desviando la mirada.

Pero la amante oficial, título que por el momento usted no porta, pero en un futuro, Dios mediante, será_  ahogué una risa. Dudo mucho que a Dios le guste eso. _ Las mujeres con este título tienen un estatus exclusivo en la nobleza al obtenerlo. Gozan de gran respeto de su entorno, juegan un papel muy importante en la política interna del país, gozan de grandes riquezas y algunas plebeyas pudieron obtener un estatus noble_

❦ 𝕿𝐧𝐜𝐨𝐧𝐦𝐞𝐧𝐬𝐮𝐫𝐚𝐛𝐥𝐞 ❦Where stories live. Discover now