Capítulo 2

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La disciplina te lleva a donde la determinación no alcanza 

. . .

Al cruzar el espejo, me encontré frente a frente con la enorme puerta que daba entrada al palacio imperial. Sin pensarlo demasiado, me dispuse a entrar, y los guardias, con amabilidad, abrieron las puertas para dejarme el paso libre. Nada más entrar, todas las miradas se posaron en mí, incluida la de una joven castaña de ojos enjoyados y la de un hombre y un joven de cabellos blancos y ojos amarillos como el oro.

Fue entonces cuando me di cuenta de que había llegado justo en el momento en el que estaban presentando a Jannette ante el emperador. La mirada destrozada de la princesa rubia, que tenía dos zafiros por ojos, me lo confirmaba. Todos me miraron, ya fuera asombrados por mi deslumbrante belleza o confundidos por no saber quién era. Sentí que la incertidumbre se apoderaba de mí, pero me controlé a duras penas. En el silencio, se pudo escuchar el sonido que mis tacones emitían al caminar. Me dirigí hacia Athanasia, le sequé las lágrimas y luego le hice una reverencia, dejando a todos atónitos.

_ Gloria y bendiciones a la primera princesa de Obelia, que la salud y la dicha brillen sobre el sol naciente de Obelia, Athanasia Day Alger Obelia _ recité con tono solemne, mientras la joven princesa me miraba con asombro. Jamás nadie la había reconocido como la primera princesa al ser la hija repudiada del emperador.

_ Mi... mi Lady, ¿puedo preguntar quién es? _ preguntó, mientras la tristeza que sentía era sustituida por la confusión y el asombro.

_ Mi nombre es Leonor Darol, Su Majestad_  respondí alzando la cabeza.

Todos soltaron un jadeo de sorpresa al escuchar mi nombre, y los susurros no se hicieron esperar. Todos sabían quién era yo, y sentía su miedo y su admiración al estar en presencia de la más grande bruja de todos los tiempos. Todos se preguntaban qué hacía yo allí.

_ ¿Le-Leonor Darol?, ¡Por Dios, su eminencia! Es un gran honor estar en su presencia _ exclamó Athanasia completamente sorprendida. Pude ver la admiración en sus ojos.

_ El honor es mío, princesa. He venido para cumplir una promesa_  contesté con una sonrisa.

Todos escucharon atentamente lo que tenía que decir. Jannette me miraba con una mezcla de enfado y curiosidad; enfado porque había arruinado su presentación y curiosidad porque quería saber de qué promesa hablaba. Mi concentración en Athanasia era tanta que no me di cuenta de que la mirada del emperador Claude estaba sobre mí desde que llegué. No lo noté hasta que sentí un escalofrío a causa de su fría mirada.

_ ¿Por qué razón le rendiste pleitesía primero a esa bastarda que a tu emperador?_ preguntó con tono frío.

Me volví hacia él y lo miré orgullosamente. Mi porte era impresionante, emanaba elegancia y sutileza, pero imponía mi presencia de tal modo que nadie podría ignorarme aunque quisiera.

_ Porque yo solo le rindo pleitesía a mi ahijada y próxima gobernante de este imperio_ afirmé con tono firme, provocando que el emperador frunciera el ceño en una mueca de disgusto.

_ ¿Quién te dijo que esa bastarda es mi heredera? _ preguntó mientras permanecía sentado en su trono.

_ Pues ella debe ser la heredera al ser la primogénita de Su Majestad y la hija de la princesa Diana. No tiene derecho a arrebatarle su derecho de nacimiento sin una buena razón _ le expliqué mientras protegía a Athanasia con mi cuerpo. No sabía de qué era capaz ese hombre si lo seguía provocando.

_ Pero la princesa Jannette también es hija de Su Majestad el emperador. Usted no tiene derecho a decidir quién se sienta en el trono _afirmó el duque Alfierce con claro enojo.

❦ 𝕿𝐧𝐜𝐨𝐧𝐦𝐞𝐧𝐬𝐮𝐫𝐚𝐛𝐥𝐞 ❦Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon