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Narrador Omnisciente.
Eleonor estaba llorando como nunca en su vida había llorado, el señor D y Quiron no sabían que debían hacer.
Quiron había traído el té y cuando Eleonor logró relajarse un poco, se lo fue tomando de a poco.
La mañana fue llegando y muchos campistas ya deberían estar despiertos, el señor D le había dicho a Quiron que se fuera con los campistas y él cuidaría a Eleonor.
__¿Estás bien?__ pregunto el Señor D preocupado.
__ Sí, ya me calmé __ respondió la chica, mientras se limpiaba las mejillas.
__¿Segura?__ pregunto el hombre, Eleonor asintió con la cabeza __ Bien es hora del desayuno.
El señor D hizo un movimiento con su mano y montón de comida apareció sobre la mesa, Eleonor se quedó atónita ante aquello.
__ Come algo niña __ dijo el hombre frente a ella, Eleonor no dijo nada, solo tomó un jugo, junto con unas tostadas.
__ Solo para que sepa, mi nombre es Eleonor Sleone __ dijo la chica, el hombre asintió con la cabeza.
Ella empezó a comer de a poco, tenía mucha hambre, no recordaba cuando fue la última vez que comió algo.
Ni siquiera sabía cuánto tiempo había pasado desde que vio a tía Erika y a su Nana, pero no quería pensar mucho en eso, porque sabía que eso solo la haría volver a hacer llorar.
__¿Cómo hizo eso?__ pregunto Eleonor, el hombre enfrente de ella la miró por unos segundos.
__ Soy un dios querida, puedo hacer lo que sea __ respondió, Eleonor se quedó pensando en eso.
Empezó a hacer una lista mental de todos los dioses griegos o al menos de los que ella se acordaba.
Al principio pensó en que la D era por la diosa Deméter, pero se dio cuenta de que eso era una locura, luego pensó en otro dios con la misma inicial.
__ Eres el dios Dionisio, ¿verdad?, el nacido dos veces, el dios del vino, al que Hera volvió loco __ dijo la chica, el dios se quedó algo sorprendido por las palabras que dijo la chica.
__ Sí, ese soy yo __ respondió el dios, Eleonor siguió comiendo, no pasó mucho tiempo cuando Quiron volvió a entrar.
Pero esta vez ya no estaba en silla de ruedas, de hecho ni siquiera tenía piernas, o bueno sí, pero eran las de un caballo.
Eleonor se quedó asombrada por aquello, hasta que recordó por qué se le hacía tan familiar, Quiron, era el gran entrenador de héroes, el entreno a Aquiles y a otros más, lo recordaba porque su Nana se lo había contado ya un millón de veces.
