Día 13. El muñeco de nieve parlante

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La primera nevada invernal tuvo lugar un viernes, las clases se cancelaron y los niños aprovecharon para salir y jugar todo el día.

Había dos en especial que se fugaron temprano de la vista de sus madres y se perdieron entre la espesura de la nieve. Con el trineo que Katsuki había recibido de regalo la navidad pasada ambos niños se deslizaron desde la cima de una colina en el parque.

Para el mediodía se unieron a una guerra de bolas de nieve con niños de otra escuela. En la cima del tobogán comieron los sándwiches que la mamá de Izuku les preparó para su día de juegos.

Jugaron a los héroes y villanos, corrieron por todo al parque arrastrando la nieve, hasta que el cielo se encendió con el atardecer indicando que ya era hora de volver a casa.

Estaban en medio del último partido de pelota, Kacchan la pateó demasiado fuerte y la bola terminó perdida entre los árboles.

La mayoría de los niños decidió dejar el juego y volver a casa, pero Katsuki necesitaba volver con sus juguetes o se llevaría un regaño de su madre. Izuku se ofreció a acompañarlo, así fue como terminaron explorando en medio de los árboles que rodeaban el parque.

La escasa luz de sol ya no atravesaba las altas ramas, estaba cada vez más oscuro y la pelota no aparecía.

—Aquí está —dijo alguien en la distancia.

Izuku se refugió detrás de Kacchan, buscando con la mirada quien les hablaba. Katsuki infló el pecho y se enderezó, no se dejaría asustar por un tonto, avanzó hacia aquella voz con Izuku pegado a su espalda.

Atravesaron un montón de ramas enmarañadas y se descubrieron en un claro pequeño en el que había espacio suficiente para que alguien construyera un muñeco con dos bolas de nieve, sus ojos eran de piedra, llevaba una zanahoria como nariz y una rama torcida como sonrisa, pero alguien le había dejado su bufanda y un sombrero de copa, también un paraguas que llevaba en una de sus manos hechas de ramas.

La pelota que buscaban estaba justo debajo del muñeco y Katsuki se apresuró a tomarla.

—¡Mira Kacchan es genial! —gritó Izuku emocionado.

Katsuki miró al muñeco con una expresión aburrida.

—Se ve como un tonto —dijo sin ocultar su desagrado.

—No, no, así no es como deberías hablarle a tus mayores —respondió el muñeco con una voz juguetona.

Los niños gritaron aterrados, Katsuki no dudó en arrojar su pelota recién encontrada contra el hombre de nieve. Kacchan tomó a Izuku y corrió de vuelta a los árboles, dejando al pobre hombre quejándose.

—Ay ay, mi pobre nariz —decía sollozando.

Estaban escondidos entre la maleza, Izuku pudo ver que al muñeco se le había caído la zanahoria que le servía de nariz, había caído tan lejos que el pobre no podía alcanzarla. Salió despacio, buscando calma al presionar con fuerza su abrigo; a pesar de los intentos de Kacchan por hacerlo volver a su escondite Izuku tomó la zanahoria y se acercó al hombre de nieve.

—L-lo sentimos, nos asustamos —murmuró extendiendo la nariz del hombrecillo.

—Oh, gracias y lo siento, fui muy descortés también —respondió el hombre, aceptando de vuelta su nariz.

—¿Cómo llegaste aquí?

—El tren me trajo desde muuuy lejos, vengo de visita, estoy buscando a Deku Midoriya.

—Es Izuku, Izuku Midoriya, y soy yo.

—Oh, entonces tuve mucha suerte de encontrarte…

—¡Alto ahí! ¡Deku, no puedes ir por ahí diciéndole tu nombre a un extraño! —gritó Katsuki al salir de su escondite.

Calendario de adviento 2023 [Katsudeku]Where stories live. Discover now