CAPITULO 29

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CAPITULO 29

Ariadnne Willson

"Dolor..." Esa era la única palabra que podía usar para describir lo que sentía en aquel momento. Era un dolor que se arrastraba, que se apoderaba de cada fibra de mi ser, que se instalaba en cada rincón de mi corazón.

Cada latido era un recordatorio constante de la traición, como si cada pulsación fuera un eco de sus palabras hirientes. Sentía como si un puño invisible estuviera apretando mi corazón, exprimiendo cada gota de felicidad que alguna vez albergó.

El dolor era agudo, punzante, como un cuchillo que se clavaba una y otra vez en mi pecho. Era un dolor que no podía ignorar, que no podía apaciguar. Era un dolor que me consumía, que me envolvía, que me ahogaba.

Cada respiración era un esfuerzo, cada pensamiento era una tortura. El mundo que una vez fue brillante y lleno de color ahora parecía gris y desolado. Todo lo que veía, todo lo que sentía, estaba teñido por el dolor de la traición.

El viento golpeaba mi rostro y se sentía como agujas clavándose en mi piel, no tenía que pensar, ni como sentirme.

—Vamos, no tenemos nada que hacer aquí—. Chris se acercó nuevamente a mí—. Le dije a David que yo te llevaría.

Un leve asentimiento fue lo único que pude dar como respuesta, él se encargó de sonreír y hacerme una seña para que comenzara a avanzar. Ambos caminamos hasta su auto y una vez allí, la presión en mi pecho comenzó a volver lentamente. Sentía que quería llorar, era lo único que tenía sentido en ese momento y era lo único que pensaba.

Christian metió sus largos dedos en medio de su cabello y lo sacudió para despeinarlo un poco. Un suspiro pesado y cargado de angustia abandonó sus labios en el momento en que su cabeza cayó en el asiento. Sus ojos se cerraron por unos momentos, como si lo único que quisiera en ese momento fuera: Gritar, salir corriendo, o llorar. Todo se había salido de control, la policía seguramente ahora estaría más atenta y las carreras se verían obligadas a suspenderse por un largo tiempo. 

Me acomodé en el asiento, sintiendo todo el peso del dolor en mi espalda. Él se acomodó y encendió el coche para que nuestra conversación comenzara, y por una parte, estaba agradecida con él. Se había comportado como una persona increíble, no tenía nada malo que decir.

A medida que el coche nos llevaba por la oscura ciudad, los suspiros cargados de un sentimiento amargo se entrelazaban entre sí.

Fue hasta que por fin habló:

— ¿Por qué lo hiciste? — Soltó con cierto desagrado y luego me echó un vistazo rápido.

Volví a concentrarme en aquella hiriente escena, la misma pregunta, la persona que me lo había preguntado y sobre todo, aquella mirada cargada de desprecio y rencor.

—Tenía que hacerlo...— Murmuré y le devolví la mirada— Aiden me mintió, Chris. En ningún momento me dijo que harían una jodida carrera... él no me...

—Ya, y ¿por eso llamaste a la policía? ¿Ese fue tu motivo? —Preguntó, de manera clara— ¿No era mejor hablarlo a solas?

—Me hubiese mentido. — Aclaré de lleno— Me mintió una vez ¿Qué te hace pensar que no lo haría de nuevo? Me mintió con respecto a Madeleine. 

Silencio.

Solo hubo silencio después de eso. Como si ese tema quisiera evitarlo, por lo cual continué:

—Me dijo que Madeleine estaba contigo, que era algo pasajero. Que Gia solo tenía celos estúpidos, y resulta que en realidad también fue una mentira.

DULCE TENTACIÓN © [+18]Where stories live. Discover now