CAPITULO 27

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CAPITULO 27

AIDEN LEIKERS

—Nací listo—. Esbocé una sonrisa juguetona, ella la devolvió de inmediato.

—Bien, entonces, adelante.

Con una última mirada a la pelirroja que brillaba delante de mí, pegué media vuelta quedando así de costado para hacerle una seña a Christian. Levanté la mano así captando toda su atención, él pareció entenderme a la perfección ya que se separó de su grupo y subió a la cabina de altavoces.

La voz de Christian resonó en todo el descampado, anunciando que la primera ronda empezaría, capturando toda la atención de la multitud que bailaba, hablaba y jugaba. Ellos comenzaron a vitorear, aplaudir y alabarme de manera magnifica.

—Al parecer, creen mucho en ti—. Habló Madeleine con esa sonrisa confiada en su rostro.

Terminé por concentrarme en sus ojos, su maquillaje resaltaba aún más su belleza natural. Esos grisáceos ojos estaban realzados con sombras ahumadas que se acentuaban en su mirada intensa, mientras que sus labios rojos contrastaban con su piel radiante. Cada detalle de su maquillaje estaba perfectamente aplicado.

Al mirar a Madeleine, sentí un deseo intenso que me tomó por sorpresa. Era una mezcla de nostalgia y anhelo, una sensación que me dejaba sin aliento. Sus ojos grisáceos parecían llamar a los míos, y cada vez que nuestras miradas se encontraban, sentía un tirón en mi ser.

Los recuerdos más intensos eran los que me golpeaban y atormentaban, los que más me hacían anhelar lo que una vez tuvimos. Recordaba la suavidad de sus labios contra los míos, la dulzura y pasión con la que me besaba. Cada beso era como un viaje a un mundo de sensaciones, un mundo donde solo existíamos ella y yo.

Recordaba la forma en la que sus manos recorrían mi cuerpo, y como las mías hacían lo mismo con el suyo, explorando cada curva, cada contorno. Sus caricias eran como fuego dejando un rastro de calor y deseo en su camino. Cada toque era una promesa de más, una invitación a perderme en ella. Pero a pesar de la intensidad de esos recuerdos, sabía que tenía que mantenerlos a raya. Estaba en algo con Ariadnne, ella había llegado a mi vida y no podía permitirme perderme en los recuerdos del pasado. Tenía que concentrarme en el presente.

Con un suspiro, cerré los ojos y desvié de inmediato mi mirada de los suyos. Traté de alejar los recuerdos de mi mente, pero a pesar de los esfuerzos, la imagen de Madeleine seguía allí, tan vivida y real como siempre. Y aunque sabía que tenía que mantener la distancia, no podía negar el deseo que sentía por ella.

El sonido estridente de la bocina resonó en el descampado, anunciando el comienzo de las carreras. Madeleine se giró y con un gesto me indicó que la siguiera. La multitud se agolpó alrededor de la pista, ansiosa por presenciar cada momento de velocidad y emoción. Todos los ojos estaban fijos en la línea de salida, listos para ver a Luke, contra uno de los amigos de Madeleine, enfrentarse en una batalla de velocidad.

Luke se posicionó en su auto, con una expresión de determinación en su rostro. El motor rugió con fuerza, llenando el aire con su poderoso sonido. Se podía sentir la tensión en el ambiente, la anticipación de lo que estaba por venir.

El semáforo se iluminó en verde y los autos salieron disparados de la línea de salida. Luke y el amigo de Madeleine aceleraron con fuerza, luchando por tomar la delantera en la carrera. Los neumáticos chirriaban en el asfalto, dejando marcas de goma quemada a su paso. La multitud vitoreaba y animaba a los corredores, creando un ambiente lleno de energía y emoción.

Cada curva, cada maniobra, era un desafío que los pilotos debían superar con precisión y habilidad. El ruido ensordecedor de los motores y el viento que soplaba a toda velocidad llenaban el aire, creando una sinfonía de velocidad y pasión.

DULCE TENTACIÓN © [+18]Where stories live. Discover now