INESPERADO

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               INESPERADO

El día transcurría lentamente, llevaba un par de horas encerrado en el despacho revisando la mala contabilidad que tenía el antiguo dueño del centro comercial, era un caos.

Yo era en ese preciso momento de mi vida lo que nunca había querido ser. Es decir, "un hombre de negocios."

La vida, las circunstancias, las personas se habían encargado de enseñarme que sin dinero no tienes poder y sin poder no tienes nada. Me había dedicado los últimos diez años de mi vida a crear mi propia riqueza. Aunque provenía de una familia adinerada y de renombre, hacía algún tiempo que ya no formaba parte de ella y sí era reconocido en los medios financieros y sociales era por mérito propio. Había creado mi propio imperio y a donde yo llegaba la gente me reconocía como uno de los inversionistas más influyentes del mercado inmobiliario.

Siendo fundador y accionista mayoritario de "Occa Enterprise" empresa dedicada al desarrollo inmobiliario, compra y venta de propiedades, gestion de propiedades. Entre otros.

La sede principal se encontraba en Manhattan, Nueva york. Le seguían las sedes en Miami, Los Angeles y actualmente me encontraba aquí para desarrollar la cuarta sede.

"Occa Enterprise" era considerada una empresa lider en el sector y nos habíamos ganado el reconocimiento por nuestra innovación, transparencia y calidad.

Me había refugiado en los halagos banales de gente que no conocía para apaciguar todo lo que me atormentaba.

Iba de país en país y ciudad en ciudad adquiriendo todo lo que quisiera, en ocasiones veía cierto potencial en mis futuras adquisiciones y al obtenerlas terminaban siendo reconocidas incluso internacionalmente. En definitiva el dinero movía no al mundo y a las personas y aunque fuese asqueroso yo sacaba todo el provecho de ello.

Mire mi reloj y marcaban las 5:45 PM de un día sábado. Tenía una invitación a la inauguración de un nuevo restaurante en el centro de la ciudad y no es que me entusiasmase mucho la idea de ir y convivir con otro ser humano lleno de vanidades pero si no salía y tenía contacto con alguien más terminaría por volverme loco entre tanta basura que había dentro de mi cabeza, así que iría sí o sí.

El evento era formal y ya estaba frente al espejo de cuerpo completo dentro de mi closet colocándome los gemelos para ponerme el saco e irme.

A veces no podía reconocer a quien veía frente a mí, en el espejo. Pero era él, ese hombre inescrutable y ambicioso del espejo quien me había mantenido en pie, entonces así es como debía ser. -Así es como debe ser.- reafirmé en voz alta dándome un último vistazo ya con el saco puesto.

Eugene esperaba por mí en la puerta y al verme bajando las escaleras se dispuso a abrirla.

—Eugene.—saludé a quien probablemente fuese mi mas antiguo amigo y persona mas cercana.

—Señor.—respondió asintiendo a su vez.

Subimos al auto y él lo puso en marcha al restaurante. No sabía demasiado sobre el tipo solo que era dueño de una cadena de restaurantes lujosos en los que la gente reserva con 6 meses o incluso 1 año solo para poder decir que estuvieron allí.

Mientras más tiempo habitábamos el mundo, más incoherente se volvían nuestras necesidades, sin embargo yo sacaba mucho provecho de ello.

En el recorrido me di cuenta de cuánto me atraía está ciudad, estaba llena de vida diurna y nocturna. Gente vanidosa si pero también gente trabajadora con sueños y esperanzas. A veces ver eso en los demás me hacía sentir que no todo estaba tan perdido y que si valía la pena estar, al menos para ellos.

Al llegar, me dí cuenta de que la prensa y la alfombra roja no habían faltado, me bajé del auto no sin despedirme de Eugene y comenzó el show. Flashes por doquier y periodistas preguntándome quien me había vestido y por mi mente se asomaba la respuesta "El sentido común" pero me limitaba solo a sonreír. Posé para un par de fotos y decidí adentrarme en el local.

Al final de la alfombra roja se encontraba una mujer de vestido plateado largo muy ajustado y exuberante que exaltaba su tono moreno.

—¡Bienvenido Sr. Montes de Occa!—saludó amable y sonriente.

—Buenas noches.—respondí de forma automática.

—Su mesa se ubica al fondo a la izquierda, justo al lado del alcalde Felipe Santos. Que disfrute la velada.—dijo mostrándome unos dientes perfectamente alineados y relucientes.

—De acuerdo.—dije dirigiéndome al lugar que me había indicado y evidencie lo presuntuoso del tipo entre toda la parafernalia. Era un lugar sin duda alguna hermoso decorado con las flores de la temporada, todo el sitio estaba impregnado de un olor suave y delicado, lleno de arreglos decorativos en globos y el suelo destellando luces LED, la gente estaba encantada con el lugar y su atracción principal era una pecera gigante más parecida a un acuario llena de peces exóticos que probablemente solo allí se verían. Había un pequeño escenario en el centro donde una mujer entonaba acorde canciones de Sia. El tipo había tirado la casa por la ventana y para muchos este debía ser el evento del año.

Llegando a mi lugar el alcalde al verme se levantó y estrecho su mano conmigo, estaba extasiado con todo lo que sus ojos veían y no se trataba solo del lugar. Las mujeres que allí estaban lucían despampanantes. Nuestra mesa estaba repleta de pasabocas y la gente de servicio iba y venía con copas de champagne o lo que el comensal quisiera, teníamos la vista perfecta de todo el lugar, desde la entrada y todos los alrededores, en definitiva me parecía un buen lugar para estar y observarlo todo.

Entable una pequeña conversación con el alcalde Felipe y su esposa Anarella quienes estaban cautivados con todas las propiedades que había obtenido de la ciudad y por supuesto las mejoras que había realizado en ellas.

—Creo que a veces sólo se trata de una pequeña pero bien estructurada inversión ¿no le parece a usted Sr. Montes de Occa?—inquirió la esposa del alcalde.

—En mi opinión todo está en reconocer el potencial que pueda tener el lugar y su gente. Tengo la cualidad de siempre sacar a relucir lo mejor de ambos.—respondí llevándome un sorbo de champagne a la boca.

—Esta ciudad tiene mucho que ofrecer Joven Ethan, le aseguro que aquí sobra de eso que usted llama "potencial."—dijo haciendo énfasis en la última palabra y con la mirada fija en la entrada del lugar mientras subía su copa simulando un brindis en el aire y cuando decidí ver eso que lo tenía tan absorto sencillamente me congelé.

Algo totalmente inesperado...

TERCER ENCUENTROWhere stories live. Discover now