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—Creo que es hora de irme—anuncio.

Nam-soon se aleja de su madre y niega rápidamente, toma mi mano y me acerca a la mujer de cabello rojizo.

—Mamá, ella es Aiko—empieza—ella estuvo a mi lado todo este tiempo, es como una hermana.

La mujer sujeta mi rostro entre sus manos y sus ojos se vuelven cristalinos.

—Muchas gracias por cuidar de Nam-soon—dice acomplejada—si hay algo que necesites, cualquier cosa, dinero, fama, un auto, una casa de verdad cualquier cosa solo pídelo.

—Señora...

—Dime Geum-joo—pide.

—Geum-joo—repito con dificultad—yo no cuide de Nam-soon por obligación o por qué esperara algo a cambio, yo lo hice por qué es mi mejor amiga y la quiero demasiado—ella me abraza fuertemente.

—Tu eres la prueba de que las buenas personas aún existen—susurra.

Cuando se separa de mi miro a Nam-soon, su padre, hermano y abuela nos veían. Y es que después de que Nam-soon salvara a esas personas su madre nos trajo a ese edificio en el cual me sentía incómoda, nunca me había sentido 100 por ciento cómodo en ningún lado pero ahí sentía que si bien si era bienvenida debía dejar que Nam-soon tuviera su momento.

—Es hora de irme—susurro—y-yo siempre te querré y estaré ahí, solo tendrás que llamar pero ahora debes recuperar el tiempo perdido con tu familia—mi voz se corta.

—Aiko, no te vayas, no me dejes—pide.

—Por favor, quédate—pide el padre de Nam-soon.

—No quiero ser una molestia—digo sincera.

—No lo eres—interrumpe su abuela—estamos agradecidos contigo.

—Compartiras habitación con Nam-soon en lo que adaptamos una sala para ti—mi boca se abre con sorpresa—a partir de ahora eres parte de la familia, cubriré tus gastos y podrás apoyarte en nosotros.

(...)

—¡Salud!—gritamos los cuartos.

Estábamos Nam-soon y yo en el parque junto a nuestros amigos ex vagabundos como los había apodado Nam-soon.

—Chicas, muchas gracias—dice la de pecas.

—Solo a Nam-soon, yo no hice nada—la corrigió.

—Por la experiencia aprendí que en la vida no sabes que te espera eso es lo divertido—dice feliz Woo-jae.

—Si no hubiésemos entrado a tu yurta ese día no nos hubiese sucedido ese milagro—chilla Son-saeng.

—Pero yo tengo una pregunta—interrumpe Nam—¿Cómo quedaron en la calle?

—¡Nam-soon, eso no se pregunta!—susurro.

—Esta bien, les contaré—accede Woo-jae—pero será otro día.

—Claro.

—¿Qué harán con el dinero que les dio la madre de Nam-soon?—cuestiono curiosa.

—Las criptomonedas me destituyeron, me pienso recuperar con ellas.

—Creipt... ¿Qué?—me mira Nam.

—No lo sé, la mayoría del tiempo no entiendo lo que dicen—me hundo en la silla.

Aiko, una chica no tan fuerte •Ryu shi-oh•Where stories live. Discover now