Spirit Bound: (POV Dimitri) (TRADUCCIÓN)

Capítulo 5

Spirit Bound: (POV Dimitri) (TRADUCCIÓN) por LizzieMaría85

Descargo responsabilidad lamentablemente no tengo los derechos de autor material esos pertenecen a Richelle Mead.

Está trama está escrita por Gigi 256.

Capítulo 5

Una sensación de déjà vu me invadió mientras me encontraba a unos metros de la farola rota. No era la primera vez que esperaba en la oscuridad para ver a la princesa Vasilissa. No era la primera vez que tenía hombres esperando en las sombras anticipando y observando mi señal para avanzar y detenerla.

La única diferencia era que, en aquel entonces, yo había sido un guardián que la recogía para protegerla de los monstruos. Ahora yo era el monstruo. Yo era a quien una vez había temido; aquel del que fui entrenado para luchar y proteger a los demás. Era debilidad, miedo y estupidez disfrazados de deber y honor. Ahora lo sabía mejor. Estaba mejor ahora.

La fachada de ladrillo marcaba el lugar exacto que la princesa Voda había reservado para la cena de cumpleaños de la princesa. Nuestro informante nos había dado la hora de reserva e incluso había dejado escapar que tenían una habitación especial en la parte de atrás para poder hablar libremente sin preocuparse de que los humanos escucharan algo. No querríamos enloquecer a esos alquimistas, ¿verdad?.

Estaban teniendo cuidado, pero la realidad también los frenó. Este era el mundo humano. Este era un restaurante humano. Incluso si hubieran planeado entrar tan pronto como el restaurante comenzara a aceptar a sus primeros comensales para la cena, horas antes de que se pusiera el sol, eventualmente todavía tendrían que lidiar con la noche. Tal como estaban las cosas, la oscuridad había reinado durante varias horas incluso antes de entrar al Apollo Grill. Cuando se marcharon ya era hora de cerrar.

Lo estaban haciendo casi demasiado fácil.

Mi equipo móvil en Las Vegas era pequeño. Demasiado pequeño. Con la princesa tan cerca de nuestra base estadounidense, podía traer a todos los hombres que quisiera y tenía toda la intención de asegurarme de que todo saliera bien. Tenía muchos hombres cerca de cada salida, pero dudaba que los guardianes permitieran que sus Moroi de alto perfil caminaran por un callejón estrecho y abandonado que ofrecía poca escapatoria.

Eso no quería decir que la entrada principal estuviera ocupada de ninguna manera: solo unas pocas ventanas estaban iluminadas a esta hora de la noche y todas rodeaban la puerta que estábamos esperando para abrir.

Un nuevo rayo de luz se extendió por el concreto cuando un guardián salió, revisando el área circundante antes de avanzar un poco más para dejar que los demás entraran en la noche clara. Tuvimos el clima de nuestro lado. Si bien los guardianes tenían una visión decente, no era nada comparada con la nuestra y las nubes habían cubierto tanto la luna como las estrellas, dejando solo las farolas para iluminar su camino.

Quizás no tomaron en cuenta que esos podían fallar. O, para ser más exactos, que esas simples farolas podrían romperse y quedar inservibles. Habían estacionado a cierta distancia del restaurante y cuando el primer guardián notó el daño, ya era demasiado tarde para correr. Ya había dado la orden de rodearlos.

Ya había matado de hambre a estos hombres durante bastante tiempo, prometiéndoles este festín ante ellos ahora. Casi podía oír a algunos de ellos salivar al ver a ocho víctimas potenciales. Sólo haría falta un chasquido de mis dedos para iniciar un frenesí alimentario.

Sin embargo, tenían una advertencia estricta: si se atrevían a ponerle la mano encima a Christian o a la princesa, las consecuencias serían un infierno. Un infierno lento, insoportable y ardiente. El sol parecería amable comparado con lo que les haría. El fuego sería demasiado rápido ya que quemaría la carne de sus huesos. No. Les arrancaría la cabeza centímetro a centímetro, milímetro a milímetro, dejándoles sentir cada desgarro hasta que me rogaran que les rompiera el cuello y dejara que su sufrimiento terminara. Y luego los vería sanar mientras se arrastraban a mis pies, sólo para poder hacerlo todo de nuevo.