Capítulo Trece

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Esa mañana no tenía ánimos de existir, le costó levantarse de su cama y asumir su realidad una vez más, era difícil para él entender que ya no estaba en su hogar, que ya nada sería igual.
Jimin se preparó desde temprano, tomaron sus medidas rápidamente, trataron su piel y cabello sin dejarlo hacer nada por sí mismo. Se sentía como Taehyung.

— Entonces…así eran tus días — susurro al recordar al Omega.

Siempre noto la tristeza evidente en su rostro, Taehyung odiaba ser tratado como a un muñeco de porcelana y solía quejarse de ello con él. Ambos solían divertirse mucho juntos hasta que anunciaron su compromiso con su hermano. Jimin sabía que allí no había amor, Hoseok amaba a alguien más pero esa doncella se casó y se mudaron al reino del que su esposo provenía. Mientras que Taehyung, a decir verdad no sabía lo que el Omega buscaba o sentía.

Taehyung era difícil de leer, a veces pensaba que si sentía algo por Hoseok, pues solía mirarlo por horas y sonrojarse cuando él mayor se daba cuenta. Jimin pensó que estaría feliz con su unión, pero no fue así. Después de eso Taehyung ya no sonreía como antes, a veces no venía a verlo ya que siempre estaba recibiendo clases de modales como la futura pareja del rey. Jimin lo extrañaba.

En todo ese tiempo de observar su relación, se juró a sí mismo que él no sería como ellos, él no sería como Kim Taehyung. No estaría atado a una persona que no amaba.

Pero lastimosamente…allí estaba.

— Príncipe, el señor Jeon solicita su presencia para desayunar juntos en el jardín— aviso Sohee.

— Gracias — susurro asintiendo.

Era extraño que lo hiciera, y después de lo de anoche Jimin sentía enojo y sed de venganza, pero guardó sus intenciones. Había llegado a una estúpida conclusión.

Quizás no podría vivir sus aventuras como soñaba, quizás no podría ser libre de toda esa cárcel, pero si pasaria todo el resto de su vida allí juntos a ese ser, al menos trataría de llevarse bien con él. Y no, no se refería a tratar de socializar, más bien, a no seguirle la corriente en su estúpido juego.

Estaba cansado de todo, verdaderamente cansado.

— Puede retirarse ya príncipe.

— Muchas gracias — asintió con una pequeña reverencia que tomó por sorpresa a los empleados.

La realeza jamás se inclina ante la clase baja. Pero eso jamás aplicó en él. Su abuela le enseñó que todo aquél que ayuda merece respeto.

Salió de su habitación y caminó con calma por los extensos pasillos con sus manos tras su espalda. No tenía prisa por llegar a su encuentro y Jungkook se dió cuenta de ello al verlo pues parecía caminar a él en cámara lenta lo cual lo desesperó un poco pero se aguanto. No quería discutir con ese Omega nuevamente.

— Buenos días.

— Que tienen de buenos si veo tu rostro a primera hora de la mañana — suspiró Jimin.

Era algo natural en él, efectivamente…La tregua no funcionaba.

— Toma asiento.

— No, gracias.

— Park.

— Creo recordar que mi presencia es una absoluta molestia para ti— encaró con media sonrisa — Conozco mi lugar, te encargaste de recordarmelo desde mi llegada.

— Jimin, toma asiento.

— Sí no tienes nada que decir, me iré ahora, no quiero arruinar tu desayuno — dijo dando media vuelta.

Realeza Azul |• KookMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora