Epílogo

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POV KIDAE


— Sentí rabia, ¿sabes?

Balanceé la rosa entre mis dedos. Estaba sentado en el borde del puente donde todo empezó. Un solitario cable de acero que cruzaba mi torso a la altura de mi estómago era lo único que impedía que mi cuerpo se inclinase sobre el vacío. Mis piernas estaban cruzadas a la altura de mis tobillos y mis brazos apoyados en el cable mientras observaba aquella flor.

—Te insulté como no tienes idea cuando me enteré que lo supiste todo el tiempo y no me lo dijiste. No sé, podría haberte dicho algo más, hacerte saber cuanto te amaba en lugar de creer ilusamente que tendría años para hacerlo, pero no te odio —me reí mientras silenciosas lágrimas caían por mis mejillas—. Jamás podría hacerlo. Eres lo que más amo, ¿cómo podría odiarte? Hay veces en las que cuando recuerdo cómo te reías de mí mientras lo hacíamos me entran ganas de darte un puñetazo, pero a parte de eso todo bien.

Era consciente que quien me estuviera oyendo podría pensar que estaba loco y tal vez lo estuviera por creer que viniendo aquí podía estar más cerca de él, pero de verdad lo sentía así. No sé si es porque aquí empezó nuestra historia o porque fue por eso mismo que vertimos desde este lugar sus cenizas, pero lo sentía más cerca de mí y eso era todo cuanto me importaba. Hubo un tiempo en el que no podía pasar cerca de este puente sin ponerme a llorar descontroladamente, pero tras muchas sesiones y el apoyo incondicional de mis amigos, he sido capaz de hacerlo.

—Dos años ya —suspiré—. Que lento ha pasado. Hay veces en las que sentía que el tiempo no avanzaba, que el sol jamás salía y siempre era de noche. Puede que fuera porque era en mis sueños que podía verte, no sé, pero todo estaba como ralentizado. Había otros días que pasaban tan rápido que cuando quería darme cuenta habían pasado semanas. Diego ha ayudado en eso. Esther también, pero sobre todo el pelmazo de Diego. Nos vamos a vivir juntos, ¿te lo había dicho? Pues sí. Seguramente me arrepienta antes del primer mes, pero a ver que tal... No sé, creo que a ambos nos puede ir bien y cuando me lo ofreció no lo pensé mucho. Me ayuda dormir abrazado a él, aunque sea una auténtica lapa. Sus abrazos son terapéuticos, pero no le digas que te lo he dicho, si no no podré seguir quejándome cuando lo haga.

» Al final no iré a la universidad. Mi padre está que trina con eso, pero me da igual. Mamá me apoya así que... que se joda. Es un imbécil. Me alegro de que mamá le pidiera al final el divorcio. Está mejor sin él, la verdad, aunque tampoco se nota mucho la diferencia porque nunca estaba en casa de todas formas. La cosa es que seguiré viviendo aquí y podré seguir viendo a tu madre y tu hermana todos los días. Ella... está mejor. No parece tan enfadada ya y al menos puedes hablar con ella sin que lance cosas, pero bueno, poco a poco. Diego y yo hacemos lo que podemos. Damos paseos con ella, la acompañamos de compras y por las noches vemos alguna peli. Nunca hablamos de ti, no con Lucía delante, pero la psicóloga ya me dice que cada uno tenemos nuestro ritmo. A mi me viene bien hablar de ti, normalizarlo. Cuando no lo hago o me reprimo es que la cosa se complica, pero por suerte a Diego no parece molestarle. Debe estar hasta las narices de mí el pobre...

Blue (1. Saga True Colors)Where stories live. Discover now