11: Me gustan las chicas. ¿No?

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— ¿Estás seguro que no te importa?

Estaba tumbado en mi cama, ligeramente incorporado sobre tres almohadas, con el portátil sobre el regazo y mi pijama puesto. Mi madre llevaba casi una hora sacándole brillo a mi habitación, por mucho que ella dijera que solo estaba recogiendo.

— Ya te he dicho diez veces que no pero, ¿puedes dejar eso ya quieto? Me estás sacando de quicio.

Mi madre dejó mi trofeo de natación de nuevo tras el estante después de pasearlo por media habitación ya que quería dejar espacio para las cosas de Kidae. A la salida del hospital mi madre me contó que se había ofrecido a cuidar de Kidae cuando sus padres no pudieran ya que ella, al fin y al cabo, era enfermera. Llevaba años sin ejercer, pero el título lo tenía, además de que algo me decía que necesitaba tomarse un descanso de la tienda donde llevaban explotándola tantos años. Al parecer la madre de Kidae, que resultó llamarse Vanesa, le iba a pagar mucho más de lo que ella ganaba como encargada en la tienda, lo cual ayudaría a solventar el problema de mi baja laboral.

— Kidae está acostumbrado a otro estilo de vida, cielo — me dijo mientras acomodaba los libros —. He estado en su habitación y no hay ni una sola moto de polvo. Nunca. No sé si es que tienen servicio o que, porque no he visto a nadie por la casa aparte de a él y sus padres. Quiero que se sienta cómodo el tiempo que esté aquí.

Pues va apañado conmigo, pensé para mis adentros. Quitando el hecho de que a duras penas podía ir al baño solo —mucho menos ponerme a limpiar— tampoco es que fuese muy... quisquilloso. No era desordenado y tampoco vivía entre la mierda, pero no era un obseso del orden y la limpieza. Hacía lo justo para no estar estornudando por culpa del polvo en mi propia habitación y no pisar cosas desagradables cuando caminaba descalzo por ella.

— ¿Cuándo llega?

Habían pasado cuatro días desde que nos dieron el alta y, ni uno solo, había hablado con él. Le había escrito un par de veces, pero nunca había contestado mis mensajes. Tampoco sabía si los había leído, pues tenía bloqueado que pudieras ver si estaba en línea o no. Todas las noticias que tenía de él era lo poco que mi madre me decía. Al parecer Kidae no hacía mucha cosa interesante cuando estaba en casa. Leía, dibujaba y, según mi madre, se pasaba la mayor parte del tiempo estudiando. No tenía ni idea de que parte de eso era cierto y que tanto era lo que Kidae quería que mi madre viera pero supongo que lo descubriré estos días.

— Deberían estar al caer — dijo mi madre mirándose el reloj. No había terminado de bajar el brazo cuando sonó el timbre —. Anda, ya están aquí. No te muevas de aquí.

Me la quedé mirando como diciéndole: "¿Si, y a dónde iba a ir?" pero esta se limitó a sacudir la mano mientras salía de mi habitación. No se lo había comentado, de hecho no se lo había dicho ni siquiera a mis amigos, los cuales me visitaban todas las tardes y no dejaban de escribirme para que mi día fuera más ameno. Pero estaba nervioso. ¿Por qué? No tenía ni idea. No era celoso de mi espacio, ni tampoco alguien a quien le importase compartir, pero desde que mi madre me dijo que Kidae vendría a quedarse a dormir a casa, no había dejado de sentir esa extraña sensación en la boca del estómago.

Blue (1. Saga True Colors)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ